El festejo de los pibes de Danubio

Polideportivo > CLAUSURA

Los superpibes

Las peleas, los insultos al técnico, la enfermedad de Tabárez y la fractura de Fornaroli no fueron capaces de doblegar a los juveniles de la franja que vencieron a Juventud y siguen como líderes
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25 de abril de 2015 a las 19:29

Los meses de deuda que se acumularon. Los terribles golpes en la Libertadores, afrontada con un plantel sin incorporaciones. La venta de Guillermo Cotugno en pleno campeonato. La enfermedad de Marcelo Tabárez que pegó en el corazón del grupo. La pelea de Leonardo Ramos con los hinchas y la agresión del jefe de seguridad al entrenador de goleros. Las dudas, las broncas. La fractura de Bruno Fornaroli.

Los contratiempos se multiplicaron en los últimos tiempos. Pero Danubio se mantiene de pie. Nada es capaz de tumbar a los pibes de la franja que parecen haber realizado un curso intensivo de madurez para afrontar realidades que golpean semana a semana.

En todas las canchas, superando los contratiempos, a los tumbos o luciendo, Danubio mantiene intacto su sueño del campeonato.

Lo cimentó en los dos triunfos contra los grandes. Lo terminó de consolidar con el triunfo de ayer ante Juventud en Las Piedras. ¿Por qué? Porque tenía una verdadera prueba de fuego: jugar sin el hombre más experiente de su plantel: Bruno Fornaroli.

Pero los pibes de Danubio parecen estar templados ante las adversidades que se presentan.

Ayer jugó un ratito en el primer tiempo, luego se dedicó a sufrirlo. Juventud, que se le paró con un 3-4-1-2, controló el juego, y tuvo a los saltos al líder del Clausura.

Después que cortó el circuito de juego que generaban Ignacio González y Sosa por izquierda, el local copó el mediocampo.

Plantada la bandera, lanzó a Palacios y Puerari en velocidad para complicar a Torgnascioli. El golero de la franja salvó un mano a mano ante Puerari y minutos después sacó un cabezazo de Latorre.

El primer tiempo del líder no fue bueno. En el vestuario de la franja se habló de falta de actitud, revelaron los propios jugadores.

El cambio fue radical en la etapa complementaria. Desde los primeros minutos Danubio se paró en la cancha de Juventud. Lo hizo con Formiliano adelantando al cuadro, con Gravi amenazando en campo del rival y con González unos metros más atrás y no tan volcado a la izquierda como en el primer tiempo. La intención era que generara juego. Y Nacho tomó el partido para él. Manejó la pelota y al equipo.

Los resultados de la presión que ejerció Danubio se vieron de inmediato. En los primeros diez minutos el local no pasó la mitad de la cancha.

Y las situaciones se comenzaron a suceder: A los cinco minutos avisó Formiliano, a los nueve Carini sacó una pelota complicada de Sosa en un tiro libre y que derivó en un tiro de esquina donde Formiliano casi marca de cabeza.

Tres minutos más tarde otro cabezazo de Formiliano encontró bien parado a Carini.

El panorama era claro. No había otra sensación. Danubio maduraba el gol en Las Piedras.

El desahogo llegó a los 60 con una gran jugada colectiva. Nachó encaró en diagonal y habilitó a Balboa que remató y el balón lo sacó Carini. En la pelea por el rebote Sosa fue más rápido que todos y alcanzó a meter el pie para decretar el gol.

La ventaja le permitió a Danubio llevar el partido al terreno donde mejor se mueve.

Este equipo de Ramos, que no luce, es especialista en cerrar los caminos a su arco. Pese a la juventud de sus muchachos, se las ingenia para llevar el juego y que la pelota se mantenga lejos de Torgnascioli.


De ese modo Juventud apenas inquietó. Se recuerda una acción donde Puerari le pegó a la tierra y un remate de Cuatrin a los 38 minutos.

Entre los cambios, los balones que salieron afuera, y el toque inteligente de sus hombres del mediocampo, Danubio fue sellando otro complejo triunfo.

Cuando el juez pitó, Leo Ramos atinó a cerrar el puño y levantar el brazo en señal de rebeldía. Caminó rumbo al vestuario llevado por una marea de gente ilusionada que lo empujó bajo el canto: “yaaaa, van a veeeer, a Danubio campeón otra vez”.

El técnico de la franja volvió a elevar los puños al cielo, y no pudo con su condición. Miró a la gente y se le escapó el grito: “¡Danubio nomá!”. Su equipo terminaba de saldar otra batalla. Y al margen de las dificultades, los superpibes de la franja siguen primeros.

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