Los secretos de la supersónica corrida para el gol del año

58 metros en 8 segundos. Eso fue lo que recorrió Gareth Bale en una corrida que quedará como uno de los grandes momentos de la temporada futbolística. A los 84 minutos de la final de la Copa del Rey, en el último clásico de la temporada, Barcelona y Real Madrid se jugaban ganar la pulseada final del año. En realidad, el culé buscaba salvar la temporada, el ciclo de Martino, el humor con el que sus jugadores llegarán a sus diferentes selecciones para el Mundial. Mientras que Real Madrid intentaba optar por la triple corona, para cambiar definitivamente el signo con el que se ha manejado la rivalidad futbolística más rica de los últimos años.

El galés, que llegó con precedido de un millonario pase (US$ 91 millones, el segundo más caro de la historia detrás de Cristiano Ronaldo) y que pocos meses después se lesionó, tuvo su instante de gloria en una acelerada monumental. Según cálculos, impuso una velocidad media de 27 kilómetros por hora, con picos de 33.

De haber sido una carrera de 100 metros hubiese terminado con 12,11 lejísimos de los 9,58 segundos que impuso Usain Bolt en la final de Londres 2012, y también de su supersónica velocidad media: 44 km/h. Sin embargo, hay que tener en cuenta un detalle crucial: en su corrida, Bale tenía que llevar un balón en el pie, al que tocó cinco veces antes de la definición. Y encima tuvo que lidiar con un empujón del defensor Marc Bartra, que lo sacó un metro afuera del campo.

Quizás ahí esté lo más asombroso del gol de Bale: en la distancia que le saca al defensor de Barcelona, que recorre muchos menos metros, pero que aparece siempre atrás, y no atina ni a una falta ni a una barrida para evitar el sprint. En su defensa, no imaginaba que iba a ser testigo en primera fila de uno de los goles del año.

En España, varios medios analizaron la corrida de Bale