Silveira, Morales, Toya y Dely Valdez

Los morenos tricolores

Los hinchas ovacionaron a Hugo Silveira, quien recuerda a ídolos de similares características
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24 de octubre de 2016 a las 05:00
El sábado fue la segunda vez en este Uruguayo Especial que los hinchas de Nacional se fueron del Parque Central coreando "Hugo, Hugo, Hugo". Y no era para De León, el Hugo más famoso de los tricolores. Era para Silveira, el nuevo Hugo que se está ganando sus corazones.

El moreno de casi 1,90 metros de estatura, 23 años, que se destacó en Cerro pero que en las juveniles de Wanderers formó dupla de atacantes junto a Gastón Rodríguez (hoy en Peñarol), llegó a Los Céspedes en silencio. El mismo Martín Lasarte declaró que no era la primera opción para centrodelantero. Lo querían llevar de poco para que fuera puliendo algunos defectos en el cabezazo, en la definición y en el traslado de la pelota. Pero la salida de Nicolás López y la dificultad para encontrar otro delantero afuera o adentro del plantel, lo pusieron en primera plana. Y él con mucho amor propio, con humildad y hasta con goles y asistencias en el último encuentro, se ganó el lugar.

Hugo Silveira es una topadora, difícil de bancar para los defensores. Por momentos tiene movimientos toscos, pero ya marcó dos goles de cabeza, hizo otro frente a Racing que fue mal anulado porque no estaba en offside y hace un gran sacrificio para marcar cuando el momento lo amerita.

En la historia moderna del fútbol los tricolores tuvieron centrodelanteros morenos, algunos de gran destaque y otros que pasaron sin gloria.

El primero que surge desde el corazón de los bolsilludos es el panameño Julio César Dely Valdés. Cuando llegó era menos conocido que Silveira ahora, porque venía de Deportivo Paraguayo, un club del ascenso argentino y en los años de 1980 para seguir la trayectoria de un futbolista había que hacer lo que hizo el presidente de entonces, Roberto Recalt: comprar todas las semanas la revista Solo Fútbol.

Su tranco de gacela, sus goles de chilena y especialmente aquel del 15 de diciembre de 1992 frente a Peñarol cuando eludió a tres defensores y definió cayéndose para que Nacional se coronara campeón Uruguayo, lo marcaron para siempre. Anotó más de 100 goles y después de una brillante carrera en Europa, en 2003 volvió a ponerse la tricolor, aunque ese pasaje no tuvo puntos de comparación, desde lo futbolístico, con el anterior. Junto a él también llegó su hermano gemelo Jorge, pero nunca se destacó.

Después que se fue Dely, en 1993, Peñarol ganó el quinquenio. Y a la vuelta de esa racha nefasta para los albos, apareció otro moreno grandote que también se convirtió en ídolo indiscutido: Richard Morales.

El Chengue llegó en 1999 desde Basáñez, de la Segunda División. Le costó aparecer en el equipo liderado técnicamente por Hugo De León que tenía en el ataque a Gabriel Álvez, Mario Regueiro, Milton Núñez y Ruben Sosa.

Llegó a principio de año y debutó en setiembre, ingresando cinco minutos frente a Danubio. Dio la nota el 5 de octubre contra Peñarol por la Copa Mercosur cuando entró a los 83 minutos por Martín Del Campo y se fue expulsado antes de que se cumplieran los 84 por una pelea en el área con Claudio Flores y Cafú.

En la Liguilla de ese año mostró su veta de goleador y en el Apertura 2000 le marcó a Peñarol para que Nacional fuera campeón. Su gran año fue el 2002, convirtiendo 33 goles en la temporada, además de vestirse de héroe de la selección en las Eliminatorias para el Mundial de Corea y Japón.

Luego tuvo un pasaje sin mucho destaque por el fútbol español y a su regreso a Nacional, en 2008, en un clásico de la Liguilla fue expulsado y le tiró la camiseta a los hinchas de Peñarol, una actitud que muchos tricolores reprobaron.

A mediados de 2003, con el recuerdo dulce del Chengue Morales que ya estaba en España. Nacional se fijó en un centrodelantero de características similares: Juan Marcelo Toya, de Cerro. Pero el resultado final no fue el mismo, ni parecido. Participó en nueve partidos y no marcó un solo gol. En 2004 marchó a Liverpool.

De Cerro llegó ahora Silveira, que en nueve partidos hizo dos goles y la gente le grita "Hugo, Hugo".

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