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Los jueces están bajo la mirada de los dirigentes

Se avecina la definición del campeonato y con la sensibilidad a flor de piel la mayoría de los dirigentes le apuntan sin pelos en la lengua al arbitraje, que vive una etapa de recambio y sufre las consecuencias
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22 de abril de 2013 a las 19:51

El síndrome de la persecución se apoderó del fútbol uruguayo. Desde hace años se convive bajo una eterna psicosis que genera una suceptibilidad generalizada.

Los periodistas lo padecen habitualmente. Los ejemplos sobran: 1) en el Parque Central los palquistas giran para gritarle los goles a los comunicadores que están en las cabinas; 2) en el Franzini son tratados de alcahuetes de los grandes porque no transmiten a su equipo; 3) en el Centenario son insultados a coro por los hinchas.

Entonces si uno comenta una incidencia es tratado de manya o bolso, según el color con que se mire. No hay término medio.

Y como los grandes entraron en un mano a mano en varios aspectos, como la cantidad de socios, la bandera más grande, el estadio propio y los campeonatos, la sensibilidad está a flor de piel.

Es obvio que bajo estas perspectivas el arbitraje cae en la redada. Y si bien es cierto que el nivel arbitral descendió considerablemente y hay cámaras por todos lados que se encargan de ponerlos en evidencia, esta es la historia de cada final de campeonato.

La realidad arbitral

El referato uruguayo vive una etapa de recambio. La ausencia del mundialista Jorge Larrionda fue difícil de suplir. Todo hacía indicar que Roberto Silvera sería el sucesor. Pero el hecho de bajarse de la chance que tenía para dirigir el Mundial de Brasil 2014 genera que se lo mire con ojos distintos.

Ante la ausencia de un juez referente, la Conmebol se empezó a apoyar en Darío Ubriaco y Martín Vázquez.

El hecho es que Ubriaco se lesionó y se produjo otro vacío. A fin de año se retira Fernando Cabrera y Líber Prudente se alejó del referato. Entonces la nueva camada fue puesta en acción.

“Hoy si no sos vivo te agarra un plantel como el de Nacional o Peñarol y te pasa por arriba”, fue la definición de un integrante del Colegio de Árbitros a El Observador, para definir la situación.

Y, evidentemente, se están pagando las consecuencias. Hay errores fecha a fecha y los protagonistas tiran la bronca.

La realidad dirigencial

En las semanas previas al clásico el ambiente se revoluciona y la ley es acusada. En algunas oportunidades con razón y en otras llevados bajo su condición de hinchas o dirigentes que deben defender la causa.

El domingo se vivió el último episodio. La tabla quema. La paridad es absoluta. Nacional va por el tricampeonato y Peñarol por cortarlo. Entonces es evidente que se dispare.

El presidente tricolor, Eduardo Ache, le apuntó a muchos luego del empate del domingo contra El Tanque Sisley. El juez Falce primero, el cuarto árbitro De Sejas después, y terminó con el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Sebastián Bauzá.

“La gente está molesta y caliente. Falce es el mismo juez que hizo contra River y echó a Bueno. La gente tiene memoria. El que debería estar más preocupado es el presidente de la AUF cuando ve estas cosas. La gente está siendo demasiado prudente y le pido por favor prudencia. Que todos peleemos por la violencia sí, pero que los árbitros colaboren, no puede ir un cuarto árbitro a provocar al técnico. Quiero que pasen esa imagen y quiero ver qué hacen ahora en el Colegio de Árbitros. Es una vergüenza. Esas son las cosas que generan estos climas. Los que deben impartir justicia son los que generan la violencia”.

En Peñarol respondieron de otra forma, al menos el gerente deportivo Carlos Sánchez.

“Acá lo primero que debemos tener es autocrítica. Ver primero si jugamos mal y Peñarol nunca perdió por los jueces. Es lo primero que tenemos que pensar sino no podemos entrar a la cancha, esa es mi visión de las cosas. Acá no se llora. No se llora, no podemos perder tiempo en llorar”, comentó Sánchez a El Observador.

Posteriormente agregó: “Me sería más fácil decir que el juez nos robó el partido porque nos anuló un gol a Olivera contra Danubio, pero acá en Peñarol nadie dijo nada”. (NdeR: El técnico Da Silva dijo estar preocupado por el nivel del arbitraje debido a que llegaba la etapa final del campeonato).

El gerente deportivo aurinegro concluyó: “Los demás ven fantasmas pero yo no los puedo ver a los fantasmas. Lloran y ven fantasmas y yo no los puedo ver. Ya dije hasta el cansancio que cuando los jueces le erran, le erran como yo le erro en una declaración o un técnico le erra a un cambio. No puedo entender que un juez entre a la cancha a quemar a un equipo. Yo no veo fantasmas, ganamos y perdemos adentro de la cancha, tan simple como eso”.

Irremediablemente el campeonato llega a un punto donde la sensibilidad está a flor de piel.

Y como ocurre generalmente a esta altura del campeonato, los árbitros vuelven a estar en la mira. Los dirigentes buscan sacar provecho de cada situación y lanzan mensajes en sus declaraciones. La presión está a la orden del día.

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