La bolilla de Inglaterra no había aparecido todavía. Y sólo quedaban cinco posibilidades. El comentarista de BBC Sport, que narraba el sorteo en vivo, analizaba cuál sería el escenario más conveniente para Inglaterra. Cuando llegó el turno del grupo D hizo un pedido: “por favor, en éste no”. Como en una definición por penales hubo un silencio. Y después una reacción. El comentarista no puedo disimular su decepción. “Italy”, dijo “and Uruguay”, agregó.
En los pubs británicos típicos que se reproducen por todo Londres los ingleses seguían el sorteo con su jarra de cerveza en la mano, tal como lo hacen todos los días del año cuando cae la tarde o los fines de semana cuando vuelvan al bar para ver a su equipo. Y como en esos casos en los que se van cabizbajos, no podían evitar esa sensación de que lo que se viene para ellos será difícil.
El nombre de Suárez apareció enseguida. Y sus goles tampoco demoraron. Ni bien terminó el sorteo volvieron las imágenes de esos cuatro goles que el delantero uruguayo hizo contra el Norwich hace pocos días. Es que Luis Suárez es motivo de charla constante en Inglaterra. Cuando decís que sos uruguayo nunca pasa del segundo o tercer comentario antes de que aparezca una valoración moral –en forma de pregunta- sobre el jugador uruguayo. “Eso sí”, te dicen, “como jugador es indiscutible”.
Saben de Suárez y obviamente saben de Cavani. El comentarista los definía como dos jugadores que están dentro de la elite mundial. Pero no tienen la misma valoración sobre el resto del plantel uruguayo, o por lo menos eso es lo que comentaban en los primeros minutos luego de conocer su grupo. Sin embargo, rápidamente apareció la estadística. Los más jóvenes que estaban en el bar ignoraban, y hasta se sorprendían, que Inglaterra nunca le pudo ganar a Uruguay por Copas del Mundo.
Pero aquí los ignorantes no son la mayoría. Esta semana escuchaba perplejo a un compañero que me recreaba en el pasillo de la universidad la escena en que Richard Morales (se acordaba del nombre y todo) erró un cabezazo cantado ante el arco senegalés en el instante final del 2002. Más que el cabezazo del “Chengue” mi compañero emulaba el gesto de Víctor Púa (en este caso no recordaba el nombre). El próximo 19 de junio seguramente él tendrá motivos para algún día volver a recordar el gesto de un jugador uruguayo. Y algún nombre también.
*Martín Natalevich es periodista uruguayo actualmente cursando una maestría en Londres
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