El “¡Eu sou Brasileiro, com muito orgulho, com muito amor!”, comenzó a bajar desde las tribunas del Arena do Jacaré en los minutos finales del entrenamiento de Uruguay. Estaba claro. En algún momento se terminaría el amor. Y toda aquella locura que generó la selección charrúa abriendo la puerta para que los ciudadanos de Sete Lagoas pudieran verlos en acción, dio paso a la fuerza del corazón.
La celeste desfiló por el Arena en medio de un ambiente de fiesta. Cerca de 8.000 personas colmaron lo que sería la tribuna Olímpica del Centenario. Asistir a la puerta de ingreso fue una verdadera sorpresa. Es que se encontró gente hasta con carteles dedicados a Uruguay. Por ahí andaba un grupo de niños portando camisetas celestes o un fanático brasileño con una leyenda dedicada a Diego Lugano, y hasta el padre del brasileño que juega en River Plate, Gabriel Marques.
Cuando los jugadores aparecieron, la cancha estalló.
Pero claro, sobre el final, los brasileños dejaron en claro por quién hinchan.
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