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Lejos del fútbol, de la suerte, del podio

Los celestes perdieron ante Gran Bretaña y se despidieron de Londres 2012 en la primera ronda sin jugar bien y, para colmo de males, les faltó fortuna
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01 de agosto de 2012 a las 19:56

Terminó sin medalla y muy lejos del podio, con ese gusto amargo que deja la eliminación en primera fase del torneo de fútbol de Londres 2012. Porque aunque la preparación de Uruguay no fue la más adecuada, por el tiempo de trabajo que dispuso el entrenador, la esperanza, promovida por los últimos éxitos del fútbol uruguayo, embarcaron al equipo y a los hinchas en el sueño. Sin embargo, la derrota 1-0 de anoche ante Gran Bretaña echó por tierra las últimas esperanzas y los celestes se despidieron. Serán los locales y Senegal los que sigan por el grupo A en busca de la gloria olímpica.

La imagen de Luis Suárez, apenas el pitazo final del árbitro japonés, es la imagen del sueño frustrado. En cuclillas, con la cabeza escondida debajo de la camiseta, el salteño pinta de cuerpo entero el dolor, porque, aunque los celestes no tenían argumentos futbolísticos para aspirar al podio, tenían el respaldo de un fútbol uruguayo en plena recuperación y en individualidades que invitaban a soñar.

Sin embargo, las individualidades –fundamentalmente las de Cavani y Arévalo Ríos, los grandes ausentes– ni ese empuje que promueve la propia celeste hicieron posible que la selección olímpica de Uruguay recorriera el camino del éxito. El destino estaba marcado, incluso, por la mala suerte, esa que se había alejado del entorno de la selección. Porque está claro que Uruguay queda afuera de Londres 2012 porque le faltó fútbol y por la inoperancia de su propuesta, pero también porque la fortuna jugó del otro lado. Sino alcanza con repasar los siete goles que Uruguay marró ante Senegal, o los que se perdió ayer frente a Gran Bretaña, en un partido que bien pudo ganar el equipo de Tabárez si Suárez hubiese convertido cualquiera de las dos ocasiones clarísimas que tuvo y que nunca falla, pero anoche, por cansancio, seguramente, no definió como sabe.

Uruguay se despidió con dos derrotas en tres partidos de los Juegos Olímpicos. Esa es la realidad que no admite dos lecturas. El equipo no jugó bien, nunca encontró la confianza que necesitaba. Además, a partir de las debilidades defensivas se derrumbó el resto. Tuvo serias dificultades para resolver sus problemas y nunca encontró soluciones.

El gol letal
Le costó casi 10 minutos a Uruguay entrar en partido y fue Matías Aguirregaray, quien más a corazón y fortalezas físicas, que con otros argumentos, intentó hacer despertar a sus compañeros con desbordes que le mostraron a los celestes uno de los caminos que podían seguir para llegar al ataque. Y fue el propio Aguirregaray, quien a los nueve minutos se mandó hasta el fondo y puso una pelota en el corazón del área, que no aprovechó Tabaré Viudez para transformar en gol, porque llegó antes un defensa para rechazar.

A lo largo del primer tiempo se repitió la constante de los otros dos partidos que jugaron los celestes en Londres 2012, pese a que Tabárez insistió en todos los entrenamientos en el poder de disponer del balón para manejar el partido y que el desgaste lo hiciera el rival. Y cuando Uruguay encontró la pelota le faltó quien ejecutara el resto del trabajo, porque Ramírez, de discreta actuación, siempre apareció bien marcado y nunca tuvo la lucidez que necesitaba su equipo.

Los problemas de Uruguay se repitieron a lo largo del torneo por los mismos sectores, en una defensa que no mostró seguridad, especialmente en los laterales, en los que Arias y Aguirregaray tuvieron serios problemas para cerrar sus sectores. Arias con el atenuante de que jugó con pierna cambiada. Por esa razón cada centro se transformó en un eterno sufrimiento.

De todas formas, los celestes mostraron algo: a los 26 minutos, quedaron los cuatro jugadores de ataque celeste contra cuatro defensas. La pelota era para Suárez, que picaba solo por derecha, pero Ramírez decidió la unipersonal y su remate se perdió afuera. Y ahí no fue un problema de tiempo de trabajo, porque tres de los cuatro que resolvieron (Ramírez, Cavani y Suárez, el cuarto era Viudez) están en la selección mayor.

Luego de esa acción los celestes se empezaron a soltar, mantuvieron el equilibrio en la formación táctica y llevaron el partido, sin imponerse con autoridad.

En el peor momento para el que recibe el gol, le marcaron a Uruguay el 1-0. Se jugaba el último minuto del primer tiempo cuando después de un yerro de Aguirregaray, por derecha, y una cadena de errores que incluyó a cinco jugadores, el último fue Arias que marcó de atrás al delantero, Sturridge mandó la pelota al fondo de la red.

Y otra vez a remar de atrás. En el complemento Tabárez ajustó la defensa con cambios dentro de la misma formación. Rolín pasó a jugar en el agujero negro del equipo, el lateral izquierdo, y Arias a la zaga. De esa forma la última línea quedó con Aguirregaray, Arias, Coates y Rolín.

Cuando a Uruguay le costaba llegar al área rival con situaciones claras, a los 53 minutos Suárez ganó una pelota al zaguero dentro del área y quedó de cara al gol, definió mal y salvó el golero dos veces en la misma situación. Definitivamente quedaba demostrado que cuando no hay liga, no hay triunfo.

Con la necesidad de buscar opciones, que no le aportaba el equipo, a los 58 minutos Tabárez dispuso el ingreso de Nicolás Lodeiro por un Viudez que salvo dos corridas en el primer tiempo no aportó nada de la velocidad y potencia que puede ser capaz de sumar al equipo el futbolista.

Uruguay mantuvo la calma, llevó el partido sin enloquecerse, tácticamente estuvo disciplinado y ordenado, a pesar de la urgencia por convertir el gol para empezar a dar vuelta el partido y buscó sus tiempos, que cada vez fueron menores. Un pase largo de Coates a Suárez, promovió a los 63 minutos otra opción del salteño, pero el golero le sacó el remate de gol al 9. Ahora sí, definitivamente la suerte le había dado la espalda.

En los últimos 20 minutos no hubo orden ni disciplina, los uruguayos dejaron el alma, Coates terminó de centrodelantero y todos jugaron con el corazón en busca del milagro. Quisieron resolver a los ponchazos lo que no pudieron en 270 minutos con fútbol y, pese a que estuvieron cerca, la suerte estaba echada. El sueño de medalla del fútbol se frustró y Londres 2012 quedará en el costado oscuro de la historia olímpica uruguaya.

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