Leandro García Morales

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Leandro, ¿vos sos normal?

García Morales lleva diez días a todo gol con 158 puntos en cuatro partidos en los cuales apenas marró siete de 52 libres. Aguada ganó esos cuatro partidos
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22 de enero de 2014 a las 16:29

Cuando un profesional solicita que le abran el club un 1º de enero para ir a entrenar, no es normal. Cuando ese mismo jugador es capaz de pararse frente a un aro más de dos horas para lanzar libres, no es normal. Si ese mismo hombre revela que sigue una rutina en las comidas y los días de partido se prohíbe tomar mate, no es normal.

Leandro García Morales terminó de marcar más de 40 puntos en dos partidos consecutivos y en 10 días aportó 158 para el campeón Aguada. Una bestia que en ese lapso solamente marró siete lanzamientos libres sobre 52 intentos. Definitivamente, no es normal.

El martes de noche, por la undécima fecha de la Super Liga Uruguaya de básquetbol y luego de alargue, Aguada terminó con más de tres meses de invicto de Malvín. “Vine pensando lo peor porque con Malvín tenía una espina. Nos mataron en los dos partidos que jugamos en Aguada y esta era una forma de probarnos porque seguramente nos cruzaremos en los playoffs”, dijo la bestia del gol en la transmisión de televisión tras el partido.

Pero de su pensamiento a los hechos hubo un largo camino. De la mano de Leandro, Aguada logró aquello que parecía imposible. Tan imposibles como dos acciones en las que García Morales anotó de manera increíble.

La primera fue un triple lanzado con una mano y sosteniéndose en el aire ante la marca de Bruno Fitipaldo y la ayuda que llegaba para detener al goleador. La segunda acción fue una penetración que inicia por el callejón central y termina en la llave, ante la inmensidad de

Chaney y otro jugador que pretendía cortarle el paso, lanzando la pelota al mejor estilo palangana. El balón se elevó, pegó en la tabla y entró ante el asombro de todo, incluido el propio Leandro que quedó tirado en la cancha. La bestia del gol terminó el lunes con 46 puntos producto de siete triples, seis dobles y 13 libres.

“Estoy en racha este mes y hay que aprovecharlo. El equipo labura para mi, es obvio, y si está entrando hay que aprovecharlo, pero no es bueno que se dependa de que marque 40 puntos por partido”, comentó con bajo perfil luego del encuentro.

El hecho es que fue el segundo juego consecutivo en el que anotó más de 40 puntos. El sábado 18 le marcó 45 puntos a Trouville.

Si se toma en cuenta los últimos 10 días, García Morales marcó 48 puntos contra Defensor Sporting, 19 a Atenas, 45 a Trouville y 46 frente a Malvín.


¿Cómo detenerlo?

En la Liga Uruguaya se produce el mismo interrogante que en la NBA con LeBron James. ¿Cómo detener a esta bestia del gol? ¿Cuál es la mejor forma de marcarlo para bajarle el goleo?

En la noche del martes Malvín probó todas las variantes y trabajó mucho la ayuda. Traducido de forma sencilla, la ayuda es un jugador que va a colaborar con la marcar al goleador. Entonces le ponen dos hombres en el foco de atención.

El otro gran tema es que García Morales es brillante lanzando libres entonces hacerle falta es poco menos que es doble seguro.

Por si fuera poco, Leandro tiene la virtud de que cuando se queda sin caminos al gol asiste al compañero mejor ubicado. Pero el hecho es que ahora está intratable. Además físicamente es inagotable. No sale nunca, lo marcan, lo empujan, corre la cancha, marca, transporta, va a la línea. Y sigue, y sigue y sigue. No es normal.

Los uruguayos suelen tener ese vicio de tender a hacer comparaciones. Observándolo jugar a muchos se le cruza el pensamiento si Leandro ya fue capaz de marcar una época en el básquetbol uruguayo como lo hicieron Moglia, Tato López, Fefo Ruiz, Marcelo Capalbo o Hebert Núñez, entre otros y con diferentes características.

Por lo pronto, Leandro solo se preocupa por levantarse “bien temprano con un buen desayuno con cereales, pan con queso magro, leche o yogur. Todo eso lo trabajo con un nutricionista. Después el almuerzo, casi con seguridad pastas y proteínas o un trozo de pollo y antes de ir a entrenar de tarde una colación con cereales y frutas. ¿Mate? Sí, pero no los días de partido. Tengo una rutina. Me gusta estar en la cancha cuando no hay gente para tirar. El profesor va conmigo y me pasa la pelota. Soy de mirar mucho básquetbol, estudiar a los rivales y verme jugando. Y si no tengo partido lo que más hago es tirar y tirar. Son miles y miles de tiros. Voy con los auriculares, la radio, y me pongo a tirar hasta que las piernas digan basta. Sé que no son cosas normales”, admitió a El Observador. Está claro, vos no sos normal, Leandro.

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