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Lacalle Pou, el surfista al que sus asesores quieren poner en la cresta de la ola

Luis Lacalle Pou evita acciones que despierten prejuicios de clase y se muestra con propuestas para que lo conozcan más
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28 de marzo de 2014 a las 19:12

Luis Lacalle Pou es del tipo de surfistas que necesita una dosis de olas a menudo. Es de los que se levanta temprano un domingo y recorre 200 o 300 kilómetros solo, en pleno invierno, con tal de meterse con su tabla en el océano para sentir el efecto de las endorfinas en su cuerpo.

También es de los que sale a correr para descargar tensiones, pero hace meses que no realiza ninguna de las dos actividades. Él dice que es por falta de tiempo y, además, porque le robaron sus tablas. Quizás esa sea parte de la explicación, pero lo cierto es que, seguramente, calzarse el traje de surfista en plena campaña electoral no sea conveniente para él.

Además de surfar, Lacalle Pou fue al British School, jugó al rugby, manda a sus hijos a ese mismo colegio en pleno Carrasco, vive en el barrio privado La Tahona y estudió Derecho en la Universidad Católica. Aunque no reniega de todo eso, tampoco va a cometer el desliz de hacer gala de esos atributos en plena campaña electoral. Bien saben él y su equipo que hacerlo reforzaría el estigma de político “cheto” y reviviría el ya emblemático grito de “oligarca puto” que se oyó en el Parlamento de boca de un diputado del MPP hace siete años.

La estrategia electoral es, sencillamente, “no hacer nada” con esa parte de la identidad de Lacalle Pou. “Luis no se deja toquetear” su imagen y “no va a querer parecer algo que no es”, dijo a El Observador una fuente cercana al precandidato blanco. No está en sus planes maquillar su pasado o esconder su presente, pero se cuidará de arriesgar demasiado. De todas formas aún “le brillan los ojos cuando habla de surf”, según cuentan en su entorno.

De acá a junio

En el último mes y medio Lacalle Pou presentó los cuatro capítulos de su “agenda de gobierno”, un documento del que se enorgullecen él y cientos de profesionales y técnicos que lo ayudaron a escribir. Sostienen que con esa plataforma de diagnósticos y propuestas para el próximo período el precandidato puede defenderse de las críticas previsibles. “No pueden decir que no tenemos un proyecto”, repiten él y sus asesores.

Ahora que ya está cerrada la “etapa conceptual”, el comando de campaña que se reúne con Lacalle Pou todos los lunes (ver recuadro) resolvió que durante los dos meses que quedan hasta el día de las internas la apuesta será a “mostrar el Luis humano y auténtico”.

Según supo El Observador, el grupo detectó un problema de falta de “visibilidad” y conocimiento del precandidato. Les llegaron comentarios de gente a la que le cayó mejor después de escucharlo hablar, o incluso se convenció de votarlo. “El loco genera un imán”, dijo un seguidor. Sin embargo, esa simpatía (que las encuestas bien reflejan) no se traduce en suficientes intenciones de voto como para ganarle a Jorge Larrañaga.

Por eso la idea del comando de Lacalle Pou es exponerlo más: “Que lo vean, que lo escuchen, que lo saluden”, comentan. La apuesta por más visibilidad será por tres vías, dijeron las fuentes. Primero la publicitaria, que hará hincapié en aquello del “humano y auténtico”. Segundo, las recorridas: hasta ahora el político ha hecho salidas breves al interior, pero en el próximo tiempo coordinará más reuniones y encuentros, sobre todo fuera de Montevideo. La tercera será la prensa: hará “todo lo que pueda” para figurar en los medios de comunicación.

Saben que el tiempo apremia. Pelean contra un político que lleva 15 años preparándose para ser presidente y que tiene un liderazgo consolidado. En cambio, hasta hace un año Lacalle Pou era “solo era un diputado” y “el hijo de (Luis) Lacalle Herrera”.

La única vez que había sido tapa de un diario fue tras la pelea con Juan José Domínguez (la del “oligarca puto”). La candidatura la lanzó hace 10 meses.

Cuando quieren convencer de que pueden ganar, sus asesores trazan en un papel una gráfica en la que muestran cómo las adhesiones de Lacalle Pou han ido creciendo en el último tiempo, mientras las de Larrañaga se han mantenido estables. La última encuesta de Cifra, difundida el jueves en canal 12, aumenta sus esperanzas. Si bien su rival siguió sumando adhesiones porque creció todo el Partido Nacional, él pudo achicar la distancia en dos puntos. Pasó de 35% en febrero a 36% y Larrañaga de 47% a 46%.

Su duda es si la pendiente del líder de Todos llegará a superar la línea recta del caudillo wilsonista antes del 1º de junio.

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