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La violencia manchó al fútbol playa

Un deporte familiar se vio sacudido por el desembarco de las hinchadas de Peñarol y Nacional que hicieron crecer la competencia pero trajeron incidentes como el ocurrido el lunes entre Nacional y Terremoto
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05 de febrero de 2013 a las 21:39

El fútbol playa siempre fue un deporte tranquilo. De ambiente familiar y con los mismos protagonistas de siempre. Pero todo cambió este año con las camisetas de Nacional y Peñarol.

El desembarco de los grandes vino con sus hinchadas futboleras. En su debut, hubo problemas entre los propios parciales de Peñarol.

Los incidentes generados en el clásico de la Copa Bimbo dejaron una pulsión violenta latente.

Por esa razón, la Dirección Nacional de Deportes anunció que si aurinegros y tricolores –que compitieron en grupos distintos– llegaban a la final, la misma no se disputaría.

Peñarol pasó a la final y Nacional jugó semis el lunes ante un equipo del Buceo llamado Terremoto, que juega el Metropolitano –torneo que está bajo la órbita de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) ya que el beach soccer es un deporte FIFA– desde 2009.

Nacional ganaba 2-0 cuando Matías Penino descontó. Según Fabián Cannaveris, capitán de Nacional, el jugador se tomó los genitales de cara a la tribuna tricolor. Fue expulsado. “Después siguió haciendo gestos, hacía el de la gallinita y siguió insultando”, contó a El Observador.

Alfredo Salaverry, capitán de Terremoto, contó su versión: “Matías hizo el gol y corriendo a la carrera se puso las manos en sus orejas, como Riquelme. Tenía amarilla y el juez le sacó otra expulsándolo. Estuvo bien echado”.

“Pero el ambiente ya estaba raro desde antes. La hinchada de Nacional (que se ubicó en la tribuna detrás del arco) empezó a romper carteles y se quisieron robar dos pelotas antes de empezar. La organización se las hizo devolver”, dijo Salaverry.

“Cuando echan a Matías se va al vestuario. Y ahí se escucha un grito e inmediatamente baja media tribuna de Nacional que eran como 100 y se nos vienen encima. En nuestra tribuna estaban los padres, las hermanas y las novias de los jugadores. Eran 20. Les empezaron a tirar arena, empujaron a una embarazada, compañera de uno de nuestros jugadores, y le pegaron a la hermana de 17 años de otro jugador. Había dos mujeres de prefectura y un hombre que de inmediato fue a cubrir a los árbitros”, dijo Salaverry.

“Había gente grande pero la mayoría eran gurises; muchos se tapaban la cara con las remeras y había tres que estaban desacatados y empezaron a hacer fuerza para tirar nuestra tribuna abajo”, agregó.

Los capitanes coinciden en que fueron los propios jugadores los encargados de imponer la calma.

“Los jugadores de Nacional tenían a sus familiares en la misma tribuna que los nuestros, algunos fueron a hablar con los hinchas y ahí se fue tranquilizando todo”, contó Salaverry.

“Uno de los organizadores me confesó que el torneo no estaba armado para que jugaran Peñarol y Nacional. Eso te calienta. Nosotros somos todos chicos. El más grande soy yo que tiene 22 años y tuvimos que juntar US$ 1.100 para jugar este torneo”, dijo el capitán de Terremoto.

Cannaveris, en cambio, sostiene que la llegada de los equipos grandes a este deporte lo masifica y lo potencia.

“En Nacional armamos un proyecto muy serio para potenciar el deporte. Trajimos un jugador brasileño (Bernardo Botelo), se estaba viendo otro nivel de juego y me da mucha amargura que todo termine así”, expresó.

En sintonía se manifestó Diego Monserrat, exarquero de Nacional en el fútbol profesional y actual entrenador de Peñarol en beach soccer.

“La llegada de los equipos grandes al fútbol playa es un paso muy grande en el crecimiento de este deporte y espero que puedan continuar. Creo que la organización se vio sorprendida y sobrepasada con la cantidad de gente que se arrimó por lo que habría que trabajar para que no existan estos hechos de violencia”, contó Monserrat.

Peñarol es la base de lo que era antes River Plate así como Nacional se nutrió de los jugadores de Huracán Buceo.

Los aurinegros contrataron al brasileño Toinho y al mexicano Ricardo Villalobos para jugar este Metropolitano.

“Entre los jugadores nos conocemos desde hace años y nunca hay problemas y en Nacional específicamente se habló siempre de que no podíamos generar incidentes en la cancha y así fue como nos manejamos”, expresó Cannaveris.

“Creo que este muchacho (Penino) no fue consciente de la situación social que se vive, porque la gente está loca”, agregó.

Salaverry, por su parte, reveló que cuando los ánimos se calmaron y el partido se suspendió, los hinchas de Nacional emprendieron la retirada. Cuando pasaron junto a ellos ni los miraron y uno comentó a las risas: “¡Qué cagada! Si se armaba lío hubiera estado mucho más lindo”.

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