La Villa Olímpica, por adentro

Cuando llega la hora de la cena en la villa olímpica los atletas se ponen selectivos.

Ante el comedor sólo para atletas de Londres 2012, una cafetería temporaria del tamaño de un pequeño aeropuerto donde la comida es gratis, se forma una hilera de participantes olímpicos chinos, sudafricanos y kazajos. En el interior, en muchos platos se ven brochettes de langostinos a la parrilla.

Los periodistas no pueden entrar a la villa de los atletas, y yo soy la invitada furtiva de uno de sus alrededor de 16.000 ocupantes. Al finalizar las Olimpíadas, los 2.818 apartamentos se convertirán en viviendas para los propietarios de Delancey Estates Plc y Qatari Diar Real Estate Investment Co., que gastaron 557 millones de libras (US$872 millones) en la compra de la villa el año pasado.

Por ahora, el lugar es una burbuja protegida: una sociedad sin clases, sin dinero ni delincuencia. Parece una utopía comunista, libre de dinero, pero de una extraña esterilidad.

El patio de comidas, que está abierto las 24 horas y tiene capacidad para 5.000 comensales, es como un depósito gigante. Por todas partes hay cajones abiertos de naranjas, bananas y manzanas, así como barras de nueces y frutas secas, piña rebanada y ensaladas. Las cocinas están divididas por origen geográfico.

En el sector británico hay atractivos quesos y carne, mientras que en el puesto italiano se ve pizza y pastas, y arroz con coriandro y verduras con curry de coco en la parte halal, donde el personal femenino lleva la cabeza cubierta con pañuelos.

McDonald’s y sodas
La única comida de marca pertenece a McDonald’s Corp., que auspicia las Olimpíadas. Aquí come sus nuggets de pollo el corredor Usain Bolt. Las bebidas son cortesía de otro auspiciante, Coca-Cola Co., y están presentadas en dispensadores gigantes que sólo ofrecen las sodas de la compañía.

Celebration Avenue, la calle principal, está rodeada de edificios de apartamentos que parecen proyectos de viviendas. En su mayor parte, los balcones están adornados con banderas nacionales.

Junto a la avenida se encuentra Victory Park, un gran espacio verde con anillos olímpicos gigantes en el centro. Se ven atletas que pasan corriendo. Una mujer de corpiño deportivo rojo camina con energía.

En el centro de ejercicio, que luego será una escuela, hileras de atletas caminan en cintas que proporcionó el proveedor olímpico Technogym SpA. Ven las competencias en pantallas incorporadas al equipo, que también pueden utilizar para correo electrónico o ingresar a medios sociales. Veo una pequeña mujer japonesa que hace ejercicio a un par de cintas de distancia de un enorme dinamarqués, tan alto que bien podría ser un árbol.

Sobre el césped artificial cerca de la plaza central pavimentada, una hilera de atletas descansa y toma sol en reposeras mientras dos austríacos se ríen cuando se desploma su torre de piezas de madera.

Un salón de belleza de Procter Gamble Co. ofrece a los atletas tratamientos faciales, exfoliaciones o maquillaje para grandes ocasiones. Aquí es donde las integrantes del equipo de remo de Gran Bretaña se peinaron luego de ganar el oro. Los atletas también pueden hacer pintar las uñas con el motivo de su bandera nacional.

Vine a la Villa Olímpica en busca de, entre otras cosas, indicios de las fiestas nocturnas sobre las que había leído en los diarios. Concluida la visita, no estoy muy segura de qué pensar. Se trata de un grupo serio y concentrado, y no percibí tensiones sexuales en el aire. A pocos días del final de las Olimpíadas, es demasiado lo que está en juego.