Nacional > VIOLENCIA

La tribuna Ámsterdam demostró ser zona liberada

En una semana en la que el Ministerio del Interior y los clubes se pasaronn la responsabilidad sobre la seguridad en los estadios, un parcial, al que intentaron robar, fue atacado con un sacacorcho
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29 de marzo de 2013 a las 20:51

Dos minutos para el final del primer tiempo en el Centenario. Peñarol deambula por la cancha. La gente pierde la paciencia. Cristian Bonilla, un hincha como los miles que ayer se instalaron en la tribuna Ámsterdam, se levanta y decide ganar tiempo. Hace la cola para comprar un chorizo y una Coca Cola. Como no lo atienden, decide ir al baño. Ingresan dos personas. Nada fuera de lo común.

Cristian, de 28 años y casi dos metros de altura, viste una camiseta de Peñarol con el número ocho, el que usa Antonio Pacheco y cuenta la plata en el baño. “Vas a tener que pagar peaje”, le dice una voz desde atrás. El muchacho se da vuelta y responde: “Pará Flaco, somos todos Peñarol”. Pero no hubo forma. Uno de los atacantes, menor de edad, le saca la billetera y la tira al piso para quedarse con $ 1.000 de los $ 1.020 que tenía guardados.

En ese tipo de situaciones el ser humano jamás sabe cómo va a reaccionar. Y Cristian le tiró un puñetazo al menor. “En eso el menor grita: ‘¡Pinchalo, pinchalo!’. Y el loco (el mayor) sacó un sacacorcho y me apuñaló. Enseguida el mayor me pegó un con una butaca en el pómulo y una patada, y me desmayé”, contó a El Observador.

“Cuando salgo del baño le digo al hombre del carro de panchos si me ayudaba a bajar, pero no lo hizo. Entonces bajé de la tribuna tomándome de las paredes hasta llegar a la ambulancia donde me atendieron”. Los médicos le diagnosticaron lesiones superficiales leves y cubrieron la herida con gasas.

Cuando se jugaba el segundo tiempo, Bonilla fue dado de alta y, caminando, fue hasta la Seccional 9ª para presentar la denuncia.

El jefe de seguridad de Peñarol, el inspector retirado Washington Vega, que encontró al hincha en la seccional, dijo a El Observador que se trató “de un hecho aislado”.

Pero no fue aislado: ayer sucedieron una serie de hechos que no deberían ser tomados como normales.

Aparte del robo a Bonilla se denunció otro hurto, también en la Ámsterdam, en que le quitaron $ 2.000 a un hincha.

Además, también en la misma tribuna, un parcial ingresó con dos perros mastines napolitanos (la fotos de los canes y su dueño recorrió internet por lo insólita). ¿Cómo entraron? Nadie sabe. Lo que queda claro es que si dos perros –de más de 30 kilos de pesod e cada uno– sortearon los controles de ingreso, un sacacorchos es una aguja en el pajar para quienes se encargan de impedir el ingreso de armas o elementos cortantes al estadio.

Promediando el primer tiempo un grupo de parciales bajó al talud con la intención de colgar sus banderas. Entonces ingresaron las fuerzas del orden y la tribuna se enardeció. Comenzaron los cantos contra la Policía y de ahí a los ataques fue apenas un paso. Volaron piedras y butacas que generaron la retirada de los funcionarios policiales. Otra vez la tribuna es tierra de nadie. La Policía no pisa la Ámsterdam. Es la seguridad interna del club la que custodia a los hinchas.

Finalizado el partido, los teléfonos empezaron a sonar. Jorge Rivero, conocido como Jorgito, referente de la barrabrava de la Ámsterdam, llamó al Inspector Washington Vega para confirmar el rumor que corrió por las escaleras de la tribuna que hablaba de un apuñalado.

Como ninguno de los dos tenía real conocimiento de los hechos se trasladaron a la Seccional 9ª y ahí tomaron contacto con Bonilla.

“Fue con un corte en la puerta del baño y ahora estamos con Jorge para que el muchacho nos diga quién fue el que hizo eso para agarrarlo el próximo partido. Hay que aumentar los esfuerzos en los controles para la entrada de armas. Esto nunca pasó. Él va a señalar a la persona que lo hizo y lo vamos a traer detenido”, expresó Vega a El Observador a la salida de la comisaría, quien agregó que, desde el próximo partido, la seguridad de Peñarol custodiará también los baños de la Amsterdam.

Vega desmintió la versión de que la seguridad de Peñarol no había concurrido a la tribuna.

Cuando se retiraba de la seccional, Vega y Jorgito pretendieron reintegrarle al hincha herido los $ 1.000, pero el hombre se negó a tomar el dinero. “Voy a dejar de venir. Amo a Peñarol, pero esto no puede ocurrir más. Después Damiani dice que en el fútbol no hay violencia”, dijo, y se marchó rengueando e insultando.

El sábado anterior, el presidente de Peñarol, Juan Pedro Damiani, le pegó una trompada a un hincha que lo hostigaba verbalmente. “Son cosas de fútbol”, se excusó.

El episodio de violencia de ayer en Ámsterdam se registró en una semana en la que el Ministerio del Interior y los clubes se pasaron la responsabilidad en torno a quién es el responsable en la seguridad en los partidos de fútbol.

El Ministerio también considera que la violencia en los estadios es cosa del fútbol que debe resolver la Asociación Uruguaya de Fútbol junto a los clubes. El plan de la AUF –que su presidente, Sebastián Bauzá, trajo desde Chile esta semana– obliga al gobierno a hacerse cargo de la seguridad en los estadios. El gobierno no está dispuesto a hacerlo.

Falta voluntad política. Y también ganas de atender asuntos delicados. Un integrante de la Comisión Honoraria para la Prevención, Control y Erradicación de la Violencia en el Deporte, dependiente del Ministerio del Interior, dijo a El Observador que esta semana no hubo sesión porque “no hay nadie en Turismo”. Sin embargo, ayer los que se apuñalaron a un hincha no se tomaron vacaciones.

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