En Ecuador aprendió a cocinar. En Irán comprendió que en ese país no se vive esquivando bombas. Brasil le permitió hablar fluidamente el portugués. Y El Salvador le demuestra que una población armada aumenta la inseguridad. A sus 31 años Cristian Yeladian sigue dando vueltas alrededor del mundo atrás de la pelota al mismo tiempo que conoce otras culturas.
Enganche por naturaleza, Yeladian hizo las inferiores en Racing y pasó a la Cuarta de Bella Vista donde debutó en Primera División en 2003.
En 2006, tuvo su primera salida al exterior: se fue a jugar a la Segunda de Ecuador en Técnico Universitario.
“Era chico, tenía 22 años, vivía con mi madre y de repente me fui a vivir solo. En el equipo había un uruguayo, Federico Perego, y se reía de mí porque no sabía cocinarme nada. Tuve que aprender a los tumbos. Fue una buena experiencia, me ayudó a desenvolverme solo”, contó a El Observador.
Tras retornar a Bella Vista y pasar por Wanderers y Juventud le tocó vivir su experiencia más exótica, en Foolad de Irán.
“Estaba en la ciudad de Ahvaz, cerca de la frontera con Irak. Era una odisea ir al supermercado porque todos los productos estaban marcados en números arábigos. La gente no hablaba inglés, mis compañeros paraban el entrenamiento para rezar, mi novia tenía que andar con la cabeza cubierta, no nos podíamos besar en público y yo no podía andar de short o bermudas pese a que siempre había más de 40 grados de temperatura”, recordó.
De inseguridad nada: “Por ignorancia pensé que me iba a un país de calles de piedra donde iba a tener que andar esquivando las bombas, pero nada que ver. Se puede andar por la calle sin ningún problema y las infraestructuras que hay son asombrosas”.
La aventura duró seis meses. Era el segundo semestre de 2009 y un desgarro no le permitió tener continuidad en el equipo.
En 2010 volvió a respirar aire sudamericano. Se fue a Río Grande do Sul a jugar en Juventude de Caxías, en la tercera división del fútbol brasileño y en la primera del torneo regional, el Gaúcho.
“Fui con un contrato de seis meses y me quedé dos años. La cercanía con Montevideo me permitía venir en las fiestas y que fueran mis padres y hermanos a verme”, reveló.
Volvió a Uruguay en 2011 y jugó en el Danubio del Pecho Sánchez. Después pasó a defender a Rentistas (2012-2013) y Boston River (2013) en Segunda División.
A fines de 2013 le llegó una oferta de Alianza de El Salvador, “el equipo con más hinchada del país”, explicó.
“Centroamérica es diferente. Acá tenés que andar con cuidado porque es peligroso. Ojo, con mi novia vivimos en un barrio privado y estamos muy bien”, contó.
“Hay mucha gente armada en la calle. El taxista, el dueño del almacén, el vecino... De cada 10 personas, nueve porta un arma. Pero si no te metés con nadie no pasa nada”, explicó Yelandian.
“El tránsito es muy pesado. En horas pico un trayecto como del Paso Molino a Pocitos puede insumir dos horas. San Salvador para vivir es un poco más barato que Uruguay aunque en ropa o autos hay mucha diferencia. Acá te podés comprar un muy buen auto por US$ 3.000 o US$ 4.000”.
“La carne se extraña”, comentó. Pese a que probó por todos lados no encontró los cortes a la uruguaya.
Sin embargo, disfruta su presente en El Salvador. Y la tranquilidad de un barrio privado.
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