Frío, humedad, ansiedad, gentío. Toda esa simbiosis se palpaba el lunes de mañana en la práctica de la selección nacional en el Complejo Celeste.
Mucha gente desafió sobre todo al clima para ir a abrazar con su cariño a los jugadores y al cuerpo técnico.
El júbilo explotó cuando los futbolistas comenzaron un calentamiento suave en la cancha de césped sintético que, para gloria y alegría de todos los hinchas uruguayos que veían la práctica a puertas cerradas desde afuera del alambrado, es la que está justo al lado del camino en el que se encontraban ellos.
Sin embargo, el paroxismo en su máxima expresión se vivió –como se podía esperar– cuando Luis Suárez apareció en escena y, nuevamente, con una pelota.
El salteño entrenó aparte de sus compañeros y lo hizo en la cancha número 1 del Complejo Celeste que tiene pasto.
El futbolista por el que todo el Uruguay espera poder ver cuanto antes en una cancha en plena vigilia por lo que serán los primeros tres encuentros del Mundial de Brasil 2014, volvió a hacer trabajos con el balón, un poco –apenas un poco– más exigentes que los que realizó el pasado sábado, el último día que había entrenado el seleccionado, debido a que el domingo fue jornada libre.
De todo pero con cuidado
Suárez comenzó la mañana previa al viaje de la selección celeste hacia el búnker de Sete Lagoas a 76 kilómetros de Belo Horizonte, realizando ejercicios de desplazamiento de unos cinco metros con la pelota, pero de forma suave.
De a poco y mientras el cuerpo y sus piernas iban calentando, el salteño comenzó a realizar enganches y pisadas.
El profesor Sebastián Urrutia lo acompañaba –como lo hizo en estos días– y le indicaba qué hacer y qué no.
Suárez también hizo ejercicios con la pelota de ida y vuelta. Manejaba el balón con los pies –con sumo cuidado en su pierna izquierda que fue la operada el jueves 22 de mayo– y no sintió molestias, como también había acontecido el viernes y el sábado.
Posteriormente, continuó sufiendo la intensidad de su entrenamiento y también la velocidad, aunque sin realizar ningún pique rápido.
Urrutia le ordenaba descansar cada tanto, entonces tomaba agua y entre cada ejercicio, también estiraba.
Luego le tocó el turno a otro ejercicio diferente: el delantero de Liverpool y la selección uruguaya comenzó a hacer trabajos más en largo en la cancha.
Después de esto, se paró sobre la raya perimetral del campo de juego –ya sin pelota– y realizó trabajos de eslálom, sin demasiada exigencia.
La gente veía cómo uno de los grandes ídolos de la selección se esforzaba por tratar de llegar al Mundial en las mejores condiciones. Es un hecho que para el debut ante Costa Rica no lo van a apurar, pero sí es factible que contra Inglaterra Suárez pueda estar a la orden. El pueblo futbolero de los uruguayos, agradecido.
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