No debe haber muchos casos en los últimos tiempos en los que a
Peñarol le suceden tantos resultados adversos en pocas semanas. Por eso, todos hablan en los corrillos futbolísticos de este equipo de Leonardo Ramos.
Desde estas mismas páginas se ponderó el hecho de que con el nuevo entrenador se notó un cambio de actitud respecto a lo que había sido el semestre pasado. Sin tirar abajo lo bueno que haya hecho hasta el momento el actual DT mirasol, en realidad, los últimos seis meses de 2016 no son un patrón para comparar nada. Aquel Peñarol deambulaba en las canchas y tanto fue así, que terminó en zona de descenso, algo histórico para la institución que preside Juan Pedro Damiani.
Ni Jorge Da Silva, quien venía de ser campeón con el mismo plantel, ni Fernando Curutchet lograron mantener aquel nivel que se había mostrado en el título conseguido a mediados del año pasado. Ramos sí consiguió cambiarle en algo la pisada a este plantel que llegaba golpeado a este Torneo Apertura. Se podrá discutir si las armas futbolísticas mostradas fueron las adecuadas, si la táctica fue la mejor en determinados partidos, si algunas individualidades respondieron o no, pero que el equipo mostró otra cara, es insoslayable.
Tanto es así que Peñarol es el único equipo invicto en estas primeras 12 fechas disputadas del Torneo Apertura. Pero es un invicto poco valioso, ya que los mirasoles están lejos del título. Es que de esos 12 encuentros, el aurinegro ganó seis partidos y empató los restantes seis. Allí dejó las 12 unidades que le faltan. Seguramente hubiera sido preferible para Ramos haber ganado al menos la mitad de esos partidos y perdido alguno.
Tres partidos para el olvido
En tres semanas, este abril se ha transformado en un mes amargo para Peñarol. El miércoles 5 le iba ganando con propiedad a Nacional luego de mucho tiempo. Era un partido que servía como punto de inflexión en el Apertura y de ganarlo, ponerse más que a tiro para el título. Sin embargo, jugando con un hombre de más los últimos 17 minutos, en una jugada casi intrascendente en los minutos de adición, Rodrigo Aguirre logró el empate.
En otro partido de relevancia, ante Palmeiras en San Pablo, Peñarol jugó muy bien por momentos y estuvo 1-0 arriba. Luego, en un segundo tiempo increíble, Palmeiras lo dio vuelta, erró un penal para liquidarlo, Peñarol lo empató a través de Gastón Rodríguez y defendió el empate tirado bien atrás. Pero cuando se jugaba el tiempo de adición, tras una expulsión en el equipo brasileño y nueve minutos de descuento, el local aprovechó y anotó el 3-2, y ganó un partido insólito y determinante.
El último encuentro ante los paulistas es el que más le duele a Peñarol. El equipo jugó los mejores 45 minutos de "la era Ramos", para terminar 2-0 arriba en la primera parte. Pero a los 3' del complemento, Willian descontó y allí comenzó a caerse la estantería.
Porque todo lo bueno que había hecho la oncena aurinegra se desmoronó como un castillo de naipes, y Palmeiras lo pasó por arriba con una facilidad asombrosa. En 27 minutos lo dio vuelta, esta vez, con 11 hombres.
Entre esos tres partidos para el olvido y el hecho de estar prácticamente eliminado del Torneo Apertura y muy complicado en la Copa, el plantel se encuentra golpeado anímicamente.
Si se toman en cuenta los 12 encuentros que disputó en el certamen local, Peñarol anotó 24 goles y recibió solo ocho. Es el más goleador y el menos goleado. En cambio, si se hace lo mismo con la Copa, en solo cuatro compromisos recibió 13 tantos y anotó ocho, una diferencia más que considerable y demuestra que el nivel internacional hoy se encuentra lejos de este equipo de Ramos.
Una cosa es haber recuperado el equilibrio, la garra con la que se sienten representados la mayoría de los hinchas. Pero muy distinto es este Peñarol cuando tiene que salir a jugar y mostrar sus armas.
Actitud desbocada
Ese ímpetu que contagió el entrenador quizá fue el que hizo saltar los fusibles en aquel amistoso ante Atlético Paranaense de enero, cuando hubo una pequeña trifulca, o en el final del partido ante Danubio hace dos semanas, o en el bochorno del miércoles contra Palmeiras cuando se perdió definitivamente el norte. Fue el súmmum de la presión: era la prueba más importante y todo salió mal: se perdió el partido clave y se terminó con un escándalo.
¿Se puede decir que Peñarol recuperó su mística? Los hechos demuestran que en los partidos importantes del semestre, el equipo defeccionó. Es un conjunto que tiene altibajos enormes y no solo contra rivales de enjundia, sino también contra equipos que, a priori, son relativamente accesibles pero que lo complicaron muchísimo.
Así, todo se hace mucho más cuesta arriba.
Tres cifras de un mes negativo
8 goles en contra son los que recibió Peñarol jugando los 12 partidos del Torneo Apertura, siendo, con Defensor, los que menos recibieron.
13 goles les convirtieron a los aurinegros en sus cuatro partidos de Libertadores. Una diferencia abismal con el torneo local.
8 goles anotó Peñarol en la Copa en cuatro encuentros; tiene 24 en ocho en el Apertura.