Es normal que en un partido de fútbol los hinchas abucheen al mejor jugador del rival o incluso al equipo entero. Los jugadores lo saben y en mayor o menor medida lo soportan. El tema cambia, sin embargo, cuando ese abucheo pasa a ser casi constante en otras disciplinas como el atletismo. Efectivamente, la actitud del público brasileño ha sido una de las principales críticas que han recibido los Juegos de parte de los atletas, que los acusan de minar su concentración e incidir en los resultados. Uno de los últimos en hacerlo fue el francés Renaud Lavilleine, que catalogó a los locales como "un público de mierda".
El atleta, que perdió el oro con el joven brasileño Thiago Braz, culpó a los hinchas brasileños de su mal salto y de su desconcentración. Los abucheos continuaron durante la entrega de las medallas y el francés finalmente cedió ante la presión y rompió a llorar. Antes de eso Lavilleine había realizado duras declaraciones, de las que luego se retractaría. "Es jodido tener un público de mierda así en los Juegos Olímpicos (...) Es un ambiente de fútbol que vemos demasiado seguido. Es la primera vez que vemos esto en atletismo. La última vez que lo vimos fue cuando Jesse Owens corrió en 1936", declaró, en alusión a la participación del atleta norteamericano en los Juegos apadrinados por el régimen nazi.
Lavilleine no fue el único en sufrir con la actitud de la aficción local. El velocista estadounidense Justin Gatlin también debió enfrentar abucheos cuando fue presentado en la final de los 100 m, a diferencia de Usain Bolt, que fue ovacionado por todo el estadio.
En el Tenis, un deporte en el que se pide el silencio de los espectadores para contribuir al buen desarrollo del juego, también hubo inconvenientes, y además de abucheos, la tensión terminó desembocando en escaramuzas entre los hinchas. El uruguayo Pablo Cuevas fue uno de los que enfrentó la situación durante su partido con el local Thomaz Belucci, que fue apoyado ruidosamente todo el encuentro. El alemán Dustin Brown, otro de los tenistas que se enfrentó a Belucci, también fue foco de los cánticos de los hinchas brasileños.
Ni siquiera la propia selección brasileña de futbol masculino y su estrella Neymar se salvaron de ser objetos de la bronca local, aunque al ser parte del mundo fútbol se encuentran más interiorizados con la situación.
Para algunos profesionales, la respuesta a esta actitud es que los hinchas simplemente desconocen las reglas de la mayoría de los deportes y por lo tanto siguen las mismas pautas de comportamiento que dentro de una cancha de fútbol. Peleas en el tenis, olas en el boxeo y en la gimnasia, constante martilleo de las gradas con los pies, y barullo incluso en el tiro y la equitación son algunas de las actitudes que contribuyen, en parte, a respaldar este concepto.
"En primer lugar, los brasileños siempre animan efusivamente, es un momento de fiesta muy apreciado. En segundo, puede ser que no estén muy familiarizados con el deporte al que asisten", afirmó por ejemplo Victor Melo, coordinador del Laboratorio de Historia del Deporte de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ). "Nunca se debe esperar que los brasileños se comporten como europeos", estimó.
De todos modos, a la hora de A la hora de" futbolizar" los Juegos, los brasileños no están solos: los argentinos, con quienes han tenido varios cruces, parecen compartir esta visión.
Una muestra de ello es que el público brasileño se alía con cualquiera que juegue contra Argentina, y viceversa, hasta el punto de que Manu Ginóbili llamó la atención a los suyos al final de uno de los partido de la selección argentina: "eso es algo muy futbolero que realmente no aprecio".
Otros, le ven el lado bueno. "Pasar de jugar con estadios semivacíos en otros Juegos a ésto, es espectacular", comentó Raúl Lozano, el argentino que entrena al equipo de voleibol de Irán. Y no es el único que lo agradece. Tras quedar eliminado con Juan Martín del Potro en primera ronda, Novak Djokovic dio las gracias al público brasileño por haberle hecho vivir "un ambiente que he visto pocas veces en mi vida". "Me hizo sentir en mi país, me hizo sentir que era brasileño", dijo el número uno del mundo.
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