Ser Tiger Woods no es fácil. Sí, es uno de los 10 deportistas mejor pagos del mundo, y uno de los mejores de la historia. Pero tener una vida privada es casi imposible, y más si se tiene en cuenta que su pareja también es famosa: Lindsey Vonn, una de las mejores esquiadoras del mundo.
Por eso, para escapar de la prensa y los aficionados, Tiger se las ingenió para poder acompañar discretamente a su novia en Cortina d'Ampezzo, Italia, donde Vonn consiguió su 63° título mundial.
Para eso fue original: se puso una máscara de Skeleton, el villano de He Man, que le tapaba media cara, mientras que el resto del trabajo lo hacían unos enormes lentes de sol.
Su pose de incógnito no duró demasiado, y de hecho cuando los medios los reconocieron se armó un tumulto que provocó que una cámara lo golpeara en la boca. Resultado: Tiger perdió un diente, por lo que pasó de tener una enorme dentadura simulada a un hueco en su boca real.
De todos modos, el fin de semana terminó bien: Vonn hizo historia al ganar el supergigante, donde superó, sólo un día después de igualarlo, el récord de 63 victorias en la Copa del Mundo de esquí alpino que detentaba la austríaca Annemarie Moser-Pröll desde hacía 35 años.
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