Aníbal Hernández

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La insólita historia del goleador del Clausura

Es dueño de una historia muy particular: el volante probó suerte en varios clubes y consolidó su personalidad en las canchas del ascenso defendiendo a La Luz
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17 de febrero de 2014 a las 19:11

Con la puerta de Racing cerrada se fue a probar a Miramar Misiones. Pero la suerte no estuvo de su lado por tener baja estatura. El cuadro del barrio le guardó un lugar. En Aires Puros se juega en La Luz. A los 17 años debutaba en el primero. Su técnico lo impulsó a otra prueba: Peñarol. Lo pusieron de lateral y se fue. Otra vez La Luz. A pelear el peso por el viático. Hasta que, el nacimiento del primer hijo, generó un replanteo. Era necesario abandonar. Pero le hicieron contrato. Tiempo después, aquel Racing que le cerraba las puertas, lo fue a buscar. Pero no había caso...

La particular historia de Aníbal Hernández, que vuelve a ser protagonista del Campeonato Uruguayo como lo fue hace unos años, siempre estuvo caracterizada por una eterna lucha.

“Me acuerdo que mientras jugaba en La Luz fui dos meses a probarme en la Tercera de Peñarol. El técnico de La Luz me decía: ‘Tenés que salir de acá’. Un día Rosario Martínez (DT de la Tercera de Peñarol) me puso de lateral y le dije: ‘Mirá que no juego de lateral’, y me respondió: ‘Sí, pero es lo que necesito”. Fue el final de su historia con los aurinegros.

Hernández, que el pasado fin de semana volvió a deslumbrar defendiendo a Fénix ante su exequipo Racing, sigue narrando su particular carrera a El Observador: “Al mes fui a jugar contra Peñarol un amistoso y Gregorio (Pérez) le preguntó a su ayudante quien era el chiquito que jugaba arriba. Y le respondieron: ‘Lo tuviste dos meses acá’”.

Fueron tres años en La Luz. Peleando descensos, peleando por el pan. “Pah, en ese momento era flaquito y andaba por el aire de las patadas que me tiraban. Me acuerdo una vez que me marcó un moreno de Atenas, Charles se llamaba, me pegó una patada que me partió la canillera a la mitad. Nunca me había pasado”.

Y sigue adelante: “En La Luz cobraba un viático. Cuando tenía 18 años nació mi primer hijo y no sabía lo que iba a hacer. Quería dejar el fútbol porque no me daba para vivir. Pero mi viejo y el presidente de La Luz me ayudaron”.

“Por intermedio de Mario Orta me surgió la chance de ir a probar en Colo Colo. ¡De La Luz a Colo Colo! Se podrán imaginar lo que fue ese cambio. No me quería ir nunca más. Pero no me dieron bola. Después fui a O’Higgins donde me vieron condiciones pero quedó en la nada. Hasta que Racing subió y me llevó”.

Sin embargo, el camino volvía a tener piedras: “Al año de estar en Racing me fui seis meses a Deportivo Maldonado y luego seis meses más a Sud América donde conocí a Tabaré Silva, que me pidió para El Tanque Sisley, pero le dije que no, que me quería quedar en Racing. El tema es que me lesioné el tendón y estuve cuatro meses sin jugar. Hasta que llegó la buena y no salí más”.

Hernández no olvida el sacrificio realizado antes de consolidarse en el fútbol grande.

“Fue complicado llegar. Me costó mucho. Para que tengan idea, un lunes arreglo con Defensor y el miércoles fui al entrenamiento de Racing para saludar y me encuentro con un representante colombiano que me había ido a buscar para llevarme a Millonarios. Me quería morir”.

El pase a Defensor le generó ilusión, pero Aníbal no se pudo consolidar en la viola y lo terminaron cediendo a préstamo.

“En Defensor pasó algo con la dirigencia. Se dejan llevar mucho por lo que dicen los hinchas. Me sorprendió que me cedieran a préstamo. Quería pelear un puesto pero cuando me llamaron de directiva ya tenían todo cocinado para que fuera a Fénix”.

En la viola tuvo un recordado incidente: “Una vez, cuando salía con mi hija de un año en brazos, un estúpido me vino a increpar. Largué a la gurisa y lo encaré. Sabés donde vivo, golpeá la puerta de mi casa y lo arreglamos. En Defensor escuchan mucho a los hinchas. Fijate que tuve que cerrar mi cuenta de Facebook porque un hincha me insultaba y el presidente le dijo a Tabaré (Silva, el técnico) que yo estaba insultando. Había cosas que no entendía”.

Moldeado en los potreros del ascenso la personalidad del volante se hizo a prueba de balas. Por eso se lo ve discutir o pelear cada pelota como la última.

“En la cancha, como buen pibe de barrio, no me dejo meter nada. ¡Me crié en La Luz, de que me voy a asustar! Un día vino Laens de Bella Vista a decirme unas cosas y le dije: ‘No ves que sos rubio y de ojos celestes, no te das cuenta que no me podés decir nada’. Imaginate, jugué con Carlos Camejo en La Luz. Una vez se armó lío con Platense y la hinchada nos quería pelear. Me acuerdo de Carlitos en la cancha de Fénix. Me tiré a trancar con la cabeza y cuando me paro le meto un caño a uno. Viene Camejo, me agarra el brazo fuerte, y me dice: ‘Dejame tocarte así me contagiás’. No me olvido más. Hoy los pibes no te hacen caso, con 20 años quieren manejar un vestuario. Ya tengo 27 años y necesito dar el salto al exterior para hacer la diferencia y darle tranquilidad a mi familia”.


“¡Hernández, mirá que esto es Fénix!”

Aníbal Hernández se crió futbolísticamente en Racing, por lo que pasar a Fénix no fue un hecho común debido a que en los últimos tiempos se incrementó la rivalidad entre ambos equipos. “El hecho de venir de Racing me lo hicieron sentir. Me acuerdo que cuando salí a calentar en el primer partido, un hincha de Fénix me gritó: ‘¡Hernández, mirá que esto es Fénix!’ Pero como respondí en la cancha fue menos de lo que esperaba”, expresó el volante a El Observador.

Hernández agregó: “No le doy mucha importancia a los gritos. El domingo, los de Racing me gritaron de todo, era obvio, pero esto es fútbol y es por plata. Tengo claro que Racing está incómodo y que tienen problemas de dinero, pero yo tengo una familia que mantener”. De todos modos el futbolista tuvo un gesto: “No grité los goles porque a Racing le tengo aprecio y respeto”. Y concluyó sobre el club: “Fénix me sorprendió. Tiene un buen complejo para entrenar, están al día”. Y sobre él: “Viví con mis viejos, mi abuela y cuatro hermanos. Ahora me fui a vivir con mi pareja y tenemos dos hijos, Mateo y Martina”.

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