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La historia desconocida de la pelea entre los jueces que validaron “la mano de Dios”

El tunecino Ali Bin Nasser y el búlgaro Bogdan Dotchev se echan la culpa hasta hoy de la jugada. Nasser se justificó diciendo que tenía "hemorroides"
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15 de diciembre de 2014 a las 15:04

Ali Bin Nasser se hizo famoso en 1986, pero por las razones más opuestas a lo que él hubiese querido. De no haber pasado un instante fatal, su nombre sólo sería recordado en su Túnez natal, y en los libros de estadísticas de los mundiales, y quizás solo los muy fanáticos pudieran unir su nombre con su área. Es que Bin Nasser fue recordado para siempre, a partir de aquel junio de 1986, como el hombre que convalidó el gol con la mano de Diego Maradona ante Inglaterra por los cuartos de final del Mundial de México 1986. Sin tanta introducción, el hombre que convalidó “la mano de Dios” de Diego Armando Maradona.

Este lunes, el diario The Guardian de Inglaterra se enfoca en un aspecto poco conocido de su historia: la vida después de ese gol y su relación con el búlgaro Bogdan Dotchev, su juez de línea.

Lo cierto es que la brevísima relación que entablaron en ese mundial terminó muy mal. Nunca volvieron a hablarse y aún se siguen echando las culpas por el error de no ver lo que todo el mundo vio después: que Maradona había usado su mano para convertir el gol.

"Estaba esperando que Dotchev me diera una idea de lo que ocurrió exactamente, pero no señaló mano. Y las instrucciones que la FIFA nos dio antes del partido eran claras: si un colega está en mejor posición que la mía, debes respetar su opinión”, contó Bin Nasser años después de la polémica.

Dotchev también le echó la culpa a su compañero, contando una versión diferente. "Aunque sentí inmediatamente que había algo raro, en ese momento la FIFA no permitía a los asistentes discutir las decisiones del árbitro. Si la FIFA hubiese puesto un árbitro de Europa en un partido tan importante, el primer gol de Maradona se habría anulado ", dijo a los medios de su país, y tiempo después fue más lejos, con un pequeño dejo racista: “Bin Nasser no estaba preparado para arbitrar un partido tan importante. Después de todo él solía dirigir partidos entre camellos en el desierto”.

En realidad Bin Nasser y Dotchev nunca se hablaron directamente. El tunecino sabía francés e inglés, y el búlgaro manejaba español y alemán, cuenta The Guardian. Luego del partido hablaron a través de un intérprete, y durante la jugada polémica nunca llegaron a cruzar palabra.

Con el tiempo, cuenta el medio inglés, Bin Nasser recurrió a una insólita excusa: dijo que tenía hemorroides por esos días, y que eso le afectó la visión, vaya uno a saber cómo.

La carrera internacional de ambos terminó luego de eso. Según The Guardian, Bin Nasser estaba cerca de la edad de retiro y siguió trabajando en diversos estamentos del fútbol local, pero Dotchev nunca volvió a arbitrar un mundial.

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