Hasta ayer, la selección argentina de hockey masculino tenía hasta su nombre prestado. "Los Leones" era, en última instancia, una extensión de "Las Leonas", el seleccionado femenino que viene haciendo historia desde fines de la década de 1990. El equipo masculino siempre había estado a la sombra de esa generación que cambió el deporte femenino en argentina, y un poco más: que sin quererlo, solidificó el concepto de que el hockey era un deporte de mujeres.
Pero la medalla de oro del equipo de varones, conseguido ayer tras una victoria perfecta ante Bélgica 4-2, cambió todo. Por la medalla en sí, pero también porque fue el único deporte de equipo argentino que ganó medalla, por encima de Las Leonas pero también de la generación dorada, del fútbol y del volley. Completaron un torneo perfecto, en el que golearon al campeón olímpico Alemania en semis, y en el que establecieron un nuevo orden del hockey mundial.
Pero ante todo el hockey argentino mostró que su equipo de varones puede ser competitivo en el mundo, preparando el terreno para un salto de popularidad de esa modalidad en los próximos años.
La nueva cara del masculino
El torneo también ratificó una idea: en su rama masculina el hockey tiene mucha más potencia y velocidad de juego. Esta vez hubo más tiempo de verlo, porque Los Leones tuvieron su mejor actuación histórica y también porque Las Leonas quedaron fuera de una semifinal por primera vez desde Sidney 2000.
Ambos equipos tomaron caminos diametralmente opuestos en la cancha pero también fuera de ella. Y como todo en Argentina, la política jugó su rol.
La pelea política
Aníbal Fernández, ex jefe de gabinete de Cristina Kirchner, asumió en 2013 como presidente de la Confederación Argentina de Hockey, una extensión de su poder en la zona de Quilmes, donde fue intendente –de hecho construyó allí el estadio nacional de hockey-. A partir de ese momento, los caminos de los seleccionados masculino y femenino se bifurcaron.
Las Leonas se enfrentaron directamente a Fernández. Fue por su perfil político, pero también por quienes tenía cerca: dentro de la cancha, la mayor pelea fue con Carlos "Chapa" Retegui, entonces entrenador del femenino, que tuvo varios problemas con las referentes de grupo. Retegui, muy cercano en su momento a Aníbal Fernández –luego la relación se enfrió- llegó d entrenar a ambos equipos simultáneamente, una movida considerada muy polémica, antes de designar a un ayudante suyo como entrenador.
La química con las leonas nunca se dio, al punto que en 2014 lograron que se desplazara a Retegui, quejándose de diferencias en la forma de encarar los procesos y de relacionarse con las jugadoras: un estilo duro, de trabajo exigente, y de conducción personalista, que molestó a muchas consagradas que sintieron que debían volver a arrancar de cero con él como conductor.
El conflicto con la dirigencia encabezada por Fernández siguió, al punto que tuvieron cuatro entrenadores en dos años y algunas referentes renunciaron a fines de 2015. Con ese contexto, y pese a que Fernández renunció poco antes de los juegos por presiones del gobierno de Macri, el fracaso en Río fue lógico.
Convencidos
En cambio, la historia del equipo masculino fue totalmente diferente. Retegui consiguió convencer al plantel de sus métodos de trabajo –entrenando hasta un 25 de diciembre, por ejemplo-. Así, los varones se encolumnaron detrás suyo -también es cierto que tenían menos currículum que las chicas para oponerse- y tuvieron muchos menos roces con la dirigencia que las mujeres. Pero eso no sería suficiente argumento para el éxito. "Se afianzó la mejor camada de jugadores de la historia del hockey masculino, se cambió la cabeza, la forma de entrenarnos... Empezamos a crecer desde ese lado y, a partir de los buenos resultados, construimos confianza. También es el premio a romperse el lomo y a no bajar nunca los brazos", resumió antes de los Juegos el arquero Juan Manuel Vivaldi. Al final, el premio fue el más alto.