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La franja inexplicable

En medio de la armonía, cuando el DT parecía rubio de ojos celestes, el equipo perdió la punta
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02 de mayo de 2015 a las 19:59

Es inexplicable. Novena fecha. Leonardo Ramos salía a la calle a recriminar los insultos de dos parciales. En el camino se cruzó con el jefe de seguridad y se armó el revuelo. Danubio era un polvorín.

Es inexplicable. Décima fecha. Leonardo Ramos era rubio y de ojos celestes. Lo querían todos. El equipo fue a Las Piedras, ganó y la gente se animó a entonar: “que de la mano, de Leo Ramos, todos la vuelta vamos a dar”. No era para menos, el equipo quedaba como único líder al vencer a Juventud.

Es inexplicable. Undécima fecha. Danubio, que tenía todo para seguir en lo más alto de la tabla, cae en su propia cancha contra Tacuarembó, un equipo condenado al descenso. El equipo de Maroñas pierde el primer lugar y momentaneamente dejó de depender de sí mismo.

Por eso desde la cancha se regalaron imágenes de incredulidad. Ignacio González se quedó agachado y parecía querer esconder la cabeza con la fuerza de sus brazos. El resto de los jugadores de Danubio con las manos en la cintura y mirándose sin encontrar explicaciones.

¿Qué pasó? ¿Cómo puede ser que Danubio pierda la punta contra un cuadro que va a descender?

Hay una explicación que abarca a todos los equipos y pasa por la irregularidad y la paridad de fuerzas. Es tan chata la liga que acá cualquiera le gana a cualquiera.

Pero la derrota de la franja se explica porque jugó mal, porque se apuró en lugar de trabajar el partido como lo hace siempre. Salió dispuesto a liquidar el pleito de movida pero cuando empezó a correr el reloj y el gol no llegó, le ganaron los nervios.

Después de un tiro mordido de Balboa y otra acción de Formiliano, la franja se encontró con un rival que se le plantó. Tacuarembó se paró con un 4-1-3-2 y le cerró los caminos a la franja.

Danubio fue tan impreciso que no generó tres pases seguidos. “Nachito” González no desniveló, Sosa no subió con criterio y quedó solo Gravi por la derecha como arma ofensiva. Bajo esas perspectivas el primer tiempo se esfumó no sin antes Torgnascioli salvar su arco ante un remate de Asis.

Para el complemento Ramos metió a Barreto en lugar del inexpresivo Castro. Y a los pocos minutos movió más fichas dando ingreso a Milessi en lugar de Hamilton Pereira. Pero no había caso. El equipo del Norte plantó bandera en Jardines y con Felipe Carvalho como abanderado defendió muy bien.

Acaso se desacomodó con los arranques de Gravi pero lo fueron escalonando para envolverlo en la tela de araña y atraparlo siempre.

El paso de los minutos fue generando nervios e incertidumbre. Es que promediando el segundo tiempo la gente pasó del estado de tranquilidad al de incredulidad.

Hasta que llegó lo inesperado. Corría el minuto 33 cuando Siqueira le bajó una pelota de cabeza a Fagundez para que marcar el único gol del partido. Fue suficiente. Danubio fue un remolino de jugadores pretendiendo resolver cada uno por su cuenta el problema. Y así fue imposible.

Fue inexplicable. En la semana de la armonía, cuando Ramos era rubio y de ojos celestes, el equipo perdió la punta del Clausura.

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