Pertenece a una estirpe, a una raza que salta a la vista pero lleva años de trabajo de orfebre para formar: la de zaguero de selección. Las caras visibles hoy son Lugano o Godín. Hasta José María Giménez, que se ganó su lugar tras un gran Mundial en Brasil.
Su compañero de zaga en el Mundial sub 20 de 2013 es el nuevo prospecto: Emiliano Velázquez. Tiene personalidad, firmeza, y sobretodo la estirpe. Aún no pudo mostrarlo en la mayor, pero esta temporada demostró estar para dar el salto y por eso fue elegido el mejor zaguero de la temporada.
Saltó del Potencia de Piedras Blancas de baby fútbol a Danubio, donde hizo la escalera desde preséptima hasta debutar en Primera con 17 años. “Subí para aprender porque no jugaba nada”, cuenta con la franqueza de sus 20 años.
Fue parte de las selecciones juveniles desde los 15 años, y terminó como capitán del equipo que estuvo a un paso de la gloria en Turquía: perdió por penales la chance de ser campeón mundial.
Como para completar una temporada de ensueño, le tocó sumarse al grupo de la mayor en las Eliminatorias, y se dio el gusto de ser campeón con Danubio. De broche obtuvo el premio a mejor zaguero, para confirmar su candidatura a extender la estirpe. l
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