La despedida de los Diego

Diego Forlán alcanzó la gloria en el Mundial de Sudáfrica. Su destreza con la Jabulani le permitieron marcar goles espectaculares y lo elevaron a lo máximo. A los 31 años brillaba en el Atlético de Madrid, además de haberse preparado especialmente en la parte física para llegar en las mejores condiciones a la Copa del Mundo. Ganó el Balón de Oro en 2010 y se metió definitivamente en el corazón de los uruguayos.

Diego Lugano se ganó el respeto de todos a pura jerarquía. Con 30 años lideró dentro de la cancha el plantel que consiguió el cuarto puesto en Sudáfrica 2010. Los ojos desorbitados, la fiereza para recuperar la pelota, también la falta innecesaria y porqué no, la renguera inolvidable para festejar el penal de Abreu contra Ghana, permanecen en la memoria de los uruguayos y ahí quedarán guardados hasta el recambio generacional.

Diego Pérez. La cabeza vendada, la sangre en la frente, el despliegue en cada partido, la rudeza en la marca que lo lanzó también al estrellato publicitario (“terminá con tanta dulzura”) y el sentir la camiseta reflejado en cada uno de los tres millones de habitantes de este país. También, como Lugano, tenía 30 años en el mundial de Sudáfrica.

Los tres formaron parte del plantel que logró en 2011 la 15ª Copa América para la AUF. Los tres se llaman Diego y seguramente ninguno de los tres estará en el mundial de Rusia 2018 (si Uruguay se clasifica), ya que entonces rondarán los 40 años.

Suena duro escribirlo, pero ya lo dijo Óscar Tabárez en una de las últimas conferencias de prensa: “Ningún futbolista de 35 años se ha destacado brillantemente a esa edad en un mundial”. Y agregó: “Jugar hasta los 35, 36 o 38 años es admirable, y muchas veces ese reconocimiento se hace a través de la critica, el sarcasmo o la ironía. Hemos tenido jugadores de 35 y 36 años, Scotti, que ha sido un ejemplo y una parte importante de lo que hemos conseguido, pero llega un momento en que la velocidad y la intensidad son parte del desequilibrio en el fútbol de élite; definen cosas en las áreas, que es donde se resuelven los partidos”.

La selección uruguaya vive un proceso de recambio que comenzó notoriamente después del mundial de Brasil. Ya durante el torneo, la participación de estos tres líderes celestes quedó relegada a un segundo plano. Forlán actuó en dos partidos y no marcó goles, Lugano lo hizo solo en el primero y después una lesión de rodilla lo desplazó al banco de suplentes, y Pérez no tuvo minutos. Después, ninguno fue convocado a los seis amistosos post mundial: Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí, Omán, Costa Rica y Chile.

El 3 de octubre, en la presentación oficial, luego de firmar su nuevo contrato por cuatro años, el DT explicó: “Por razones del paso del tiempo tiene que haber una renovación en este lapso y hay que ver cómo aumentamos el número de futbolistas a citar. Este es el momento de dar esas oportunidades, de priorizar a esos jugadores sobre otros que no son convocados porque no es la prioridad”.

La cautela del maestro
Tabárez siempre es cauto a la hora de hablar de los futbolistas. Dijo de Forlán que “entra dentro de los jugadores que no son convocados porque no voy a quitarle espacio a los que les quiero dar prioridad. Además no me tiene que demostrar nada. Es un jugador que lo consideramos en el entorno de la selección”.

De Lugano, expresó: “Es un hombre de la casa. Viene (al complejo Uruguay Celeste) y está haciendo trabajos sin contratiempos, sin grado de exigencia. Enfocó el problema (de rodilla), lo está resolviendo, pero está en un periodo de vuelta a la preparación de elite. Pero más detalles no le puedo dar”.

El presente de los tres tampoco los ayuda para volver a la celeste rápidamente. Lugano es jugador libre y no volvió a tener continuidad en un club desde que estuvo en Fenerbahce entre 2006 y 2011. En París Saint Germain jugó 12 veces, en Málaga 11 y en West Bromwich Albion 12. Además está en proceso de recuperación de la rodilla.

Forlán descendió con el Cerezo Osaka de Japón. Llegó a aquel país como la gran estrella tras jugar en Manchester United, Villarreal, Atlético de Madrid, Inter de Milan e Internacional de Brasil. Priorizó la parte económica y se marchó a la liga asiática. Futbolísticamente no fue una buena decisión. El equipo perdió la categoría y Diego perdió espacio en la oncena.

Ahora generó revuelo con la posibilidad de llegar a Peñarol, algo que le permitiría volver a tener continuidad, además de cerrar su carrera cumpliendo un sueño.

Pérez no está mejor. Su equipo Bologna participa en la Serie B de Italia y él disputó 13 minutos en la fecha del 22 de noviembre frente a Spezia. En los cuatro partidos anteriores no jugó.

Es posible que alguno de ellos tenga oportunidades de jugar la Copa América en Chile y comenzar las Eliminatorias. Las puertas no están cerradas. Forlán admitió días atrás que sueña con jugar en Chile 2015. “Si tuviera la oportunidad de estar me encantaría” y agregó: “Si Dios quiere estaré en la Copa América”.

Es el sueño de ellos y es el sueño de tantos uruguayos que se resisten a que sus ídolos, que fueron recibidos por una multitud a la vuelta de Sudáfrica, dejen de vestir la celeste. Pero el fútbol profesional no conoce de sentimientos y los años pasan para todos.