Como cambian los tiempos... En 2011 cuando los jugadores de Uruguay se disponían a subir a recibir las medallas y levantar la copa como campeones de América, la tarima estaba plagada de personajes dispuestos a salir en la foto.
No era para menos. En la celeste jugaba un Diego Forlán premiado el año anterior como el mejor jugador del Mundial, un Luis Suárez pretendido por los mejores equipos del mundo, y la estrella de Napoli, Edinson Cavani.
Eran tiempos de bonanza en la Conmebol, de autos último modelo y camionetas paradas en la puerta del hotel Sheraton para llevar a los dirigentes al lugar que dispusieran y a cualquiera hora del día. Todo era lujo y ostentación.
Aquella fría tarde de Buenos Aires los jugadores uruguayos recibieron las medallas de manos de Joseph Blatter, Nicolás Leoz, Eugenio Figueredo, Romer Osuna. Varios de ellos presos, otros bajo sospecha.
Don Blatter desapareció un rato y no viajó a entregar premios ni siquiera al Mundial Sub 20. Nicolás Leoz está con prisión domiciliaria. Eugenio Figueredo detenido en Suiza y con pedido de extradición por parte del gobierno de Estados Unidos. Mientras que Romer Osuna ya no figura como tesorero de aquellos tiempos donde se sembraron dudas en la Conmebol. Renunció a su cargo en 2013, poco antes del descalabro.
Cuatro años después el estrado quedó despoblado y nadie quería salir en la foto. Como será la cosa que 24 horas antes de la consagración no se sabía ni quién sería el encargado de darle la copa al campeón.
El vicepresidente de la Conmebol, el uruguayo Wilmar Valdez, confirmó a El Observador que no viajaba y que no sabía si el presidente Juan Ángel Napout llegaría a Santiago. Se desmarcó rápidamente.
Al final el titular del máximo organismo del fútbol sudamericano asistió a una entrega de premios donde tuvieron que invitar a dos dirigentes de la UEFA para llenar un poco el estrado.
El otro dirigente de la UEFA que acompañó en la premiación para que Napout no se sintiera tan solo fue Gianni Infatino.
Otro que estuvo presente en la premiación y fue el encargado de dar las medallas del tercer puesto fue el chileno Sergio Jadue. No era para menos, estaba en su país.
La premiación se asoció a los tiempos que corren. Cuando Arturo Vidal, capitán chileno, levantó la copa, había escasos dirigentes a su alrededor. Ya no estaban todos aquellos que se morían por salir en la foto.
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