Michael Phelps se prepara para una nueva vuelta. A los 30 años, el múltiple campeón de natación, el más laureado de todos los tiempos, se prepara para su quinto juego olímpico, para seguir batiendo récord.
Pero detrás de esa historia de ganador absoluto hay una compleja historia de adicciones. De hecho, Phelps fue llevado a la fuerza por su familia a una clínica de rehabilitación donde estuvo internado dos meses, en la que según dijo pasó los peores momentos de su vida.
"Nunca sentí más miedo en mi vida que cuando llegué al centro Estaba en un lugar muy oscuro y realmente no quería vivir más", dijo en un extenso reportaje que publicó Sports Illustrated.
Esa internación fue luego de ser detenido por conducir ebrio y en exceso de velocidad. Fue la tercera vez que tenía altercados vinculados a las adicciones, pero ésta le valió una sanción por seis meses y perderse los mundiales de Kazán, en Rusia. Ya había tenido otros incidentes en 2004, luego de los
Juegos Olímpicos de Atenas, por el mismo motivo, y un escándalo en 2009 cuando se lo fotografió fumando marihuana en una fiesta.
"Sentía que había defraudado a todo el mundo", dijo uno amigo de su infancia recordando el momento de su internación. "Sinceramente pensé que con la forma de vivir que estaba llevando se haría daño. No suicidarse, pero algo parecido a lo que pasó con el arresto", dijo otro amigo.
Sin embargo, un año después, asegura estar pronto para volver a competir. "No he tomado ni un sorbo de alcohol ni lo haré. Estoy más delgado que nunca. Los resultados están ahí porque he trabajado, me he recuperado, he dormido y me he cuidado más que nunca".