El spray que utilizan los jueces para marcar la distancia de los tiros libres parecía ser el argumento definitivo para zanjar las polémicas con las distancias de los tiros libres. Pero no. Si los futbolistas tienen la meta de engañar a los jueces, tarde o temprano lo van a conseguir. Lo que difícilmente lograrán es escapar a la mirada de las cámaras, pero ese ya es otro cantar.
Eso fue lo que pasó el miércoles en el partido PSG-Chelsea, por octavos de final de la Champions League. Y en este caso no fue la barrera sino el ejecutante. El sueco Zlatan Ibrahmovic quería poner la pelota levemente a la derecha para favorecer la comba del centro, entonces su compañero David Luiz lo ayudó: a espaldas del juez, que iba a contar los pasos de la barrera, rápidamente borroneó la marca del spray con la mano, y con ese mismo liquido que le quedó en su mano la pinto de nuevo, al costado. El resultado fue una desprolija “w”, que de todos modos engañó al juez.
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