El primer tiempo fue un ejercicio táctico por excelencia.
Uruguay se cuidó al extremo del gran manejo de pelota de los colombianos y estos, con el correr de los minutos, se fueron replegando contra su campo poniéndose al resguardo de las armas celestes: taparon la subida de los laterales y evitaron que los circuitos de juego que giran en torneo a Gastón Pereira se encendieran.
Se plantó mejor en el campo el equipo de Carlos Restrepo. Con su irrenunciable idea: la posesión de pelota.
Nunca llegó a inquietar en ofensiva, pero los primeros 20’ se jugaron dónde y cómo quiso la visita.
Bastó que Uruguay sacara a relucir su proverbial tenacidad para que la cancha comenzara a inclinarse a su favor.
Se enchufó Castro por derecha que tiró un centro que se estrelló en el travesaño.
Comenzó a hamacar la cintura Amaral y generó faltas. Se despertó Pereiro y el fútbol celeste comenzó a brotar.
Colombia debió recurrir una y otra vez a las faltas para cortar el ímpetu de los de Fabián Coito. Fueron 13 faltas en el primer tiempo las que frenaron lentamente a Uruguay.
A pura pelota quieta, los celestes terminaron metiendo a la visita contra su área. Y a los 43’ llegó la más clara: un tiro de esquina peinado en el primer palo cayó en el segundo y Arambarri se zambulló. Esta vez su cabezazo se fue por arriba. En el primer partido, esa misma receta había resultado para vencer a los cafeteros.
La pelota quieta. El talón de aquiles de los colombianos. Lo sufrieron en el debut ante los uruguayos y en los dos puntos claves que perdieron el domingo pasado ante Argentina.
Uruguay jugó sabiendo que tenía esa llave. Pero para aprovecharla debía jugar el partido decididamente sobre el área rival. Para generar faltas y tiros de esquina.
Y con esa mentalidad se encaró el segundo tiempo. La presión fue más alta y más agresiva. A los 49’ Amaral recuperó al borde del área y quedó mano a mano con el golero Montero que salvó notablemente.
En el córner, Uruguay volvió a coquetear con el gol. Pereiro ganó por arriba entrando a la carrera y su cabezazo se fue apenas desviado.
El propio Pereiro volvió a avisar en la mejor jugada del encuentro de los dirigidos por Coito: Castro aceleró por derecha, Acosta salió del pívot hacia la banda y la puso de chilena al segundo palo. Pereiro la bajó y le dio de sobrepique. La atajada de Montero fue majestuosa.
Colombia, decididamente, se metió en el fondo y se la jugó al puntito. Metió los tres cambios en un lapso de 22 minutos para intentar solidifcar su andamiaje de contención.
Y el reloj empezó a jugarle en contra a la ansiedad de los botijas uruguayos. El resultado de primera hora de Argentina –que le ganó a Paraguay– que había clasificado a los celestes empezó a apurar para hacer el intento de llegar a la última fecha en igualdad de puntos.
Coito recién movió el banco a los 75’. Sacó al jugador que más cerca había estado de anotar, Pereiro, porque posicionalmente estaba terminando las jugadas como 9, una tarea para con cual Báez está más familiarizado.
Pero el inexorable paso de los minutos le jugó en contra a Uruguay. Tanto que a los 80’ Colombia salió del fondo, se movió en bloque con su prolijo manejo y generó su chance más clara con desborde y centro de la muerte, rematado por Manotas y notablemente salvado por Guruceaga.
Con el corazón, lo buscó Uruguay. Hasta el final. Báez reventó el palo a los 86’ tras otro centro. Después, un tiro de Suárez cruzó el área y no entró.
No pudo ser. Primero la ansiedad, después el golero y finalmente el palo se pusieron de acuerdo para que Uruguay no ganara anoche. Por eso, el sábado en la última fecha ante Argentina, solo sirve ganar para ser campeón.
URUGUAY 0:0 COLOMBIA