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Juegos de la alegría

Pese a los pronósticos y las críticas previas, Río 2016 marcha sobre ruedas con espíritu brasileño, sin contaminación ni mosquitos
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11 de agosto de 2016 a las 05:00
ENVIADO A RÍO DE JANEIRO

La pileta del centro acuático no se ajustó al diseño original, el natatorio Maria Lenk no se cerró, las obras del velódromo se terminaron con un atraso de seis meses, una ciclovía se derrumbó en abril matando a dos personas y la Villa Olímpica se abrió con graves deficiencias.

En la previa, la organización de los Juegos Olímpicos de Río generaban todo tipo de críticas y abrían un enorme signo de interrogación. Pero en los hechos, la realidad es muy distinta y todo marcha bien.
Lo dicen los atletas. Lo dice el día a día en Río con su gentío y sus traslados, con sus contrastes y sus inconmensurables dimensiones.

Moverse en el Parque Olímpico, un monstruo de 1,18 millones de metros cuadrados, ubicada en la península de Barra do Tijuca, es relativamente sencillo dentro del caos que supone moverse entre 20 mil periodistas, líneas de ómnibus internas para trasladarse a ochos estadios deportivos y otras tantas para salir a las instalaciones ubicadas fuera de Barra (Riocentro, Maracaná, Complejo Deodoro, Marina da Gloria o Copacabana).

El control de ingreso es estricto y siempre demanda hacer una fila más o menos larga. Pero una vez dentro del parque no hay que superar más controles para cada escenario. Sí hay que hacerlo, claro, al llegar a las instalaciones deportivas ubicadas afuera.

El Parque Olímpico es un laberinto de vallas, carpas, andamios, fierros, conos y tablones cercado por un tejido perimetral por donde hay que moverse en ómnibus, salvo en algunas instalaciones que están pegadas. Pero el flujo de los buses es constante y llegar, se llega siempre.

Los voluntarios locales son una mezcla de lenguas (portugués, inglés, portuñol y español) que resuelven todo más a buena onda que a manejo de situación.

Otra clave positiva es el transporte. En los Juegos Panamericanos de 2007, donde El Observador también estuvo presente, los traslados fueron un karma. Esta vez, el carril preferencial olímpico ("faja olímpica", para los locales) funciona a la perfección dinamizando los traslados. Además, se creó el BRT, un bus que se mueve desde el Parque por toda barra y que conecta con el metro que lleva a Lagoa do Freitas o Copacabana.

Organizar los Panamericanos de 2007 le dio a Río una gran plataforma de infraestructuras que siguen usándose ahora: el natatorio, el velódromo (donde Milton Wynants ganó su última medalla internacional), el engenhão, el Arena Carioca 1 y lo que fue entonces el centro de prensa (utilizado en el Mundial de 2014) que es ahora un multipropósito para boxeo, halterofilia, tenis de mesa y bádminton.

El Engenhao se refaccionó en plena disputa del Iberoamericano en mayo, el Centro Acuático no respetó el diseño original y se cerró con una lona a modo de maquillaje (Julio Maglione, presidente de la FINA quedó enfurecido) y el velódromo terminó refaccionándose con atraso. Pero a la hora de las competencias, cada instalación deportiva impacta por su calidad, colorido y construcción. Y porque además están llena de hinchas.

Dicen quienes tienen varios Juegos a cuestas que Río está a años luz organizativos de lo que fueron Beijing y Londres. Pero en materia de hinchada color y fiesta, la Cidade Maravilhosa compensa y mucho. Además, el hecho de haber arrancado con una ceremonia de apertura festiva y colorida ya lo hizo pisar fuerte de entrada.

Más allá de andamios y cemento, Río despejó en los hechos dos amenazas previas que terminaron siendo puro humo: la contaminación de Guanabara y el virus Zika.

"Lo único que he llegado a ver es alguna bolsa, cada tanto. Habían dicho que si tragabas agua poco menos que te morías. Yo, cuando hay viento, trago agua a lo loco y no pasa nada", contó a Referí Dolores Moreira, competidora de yachting. Varios medios internacionales consultaron a Alejandro Foglia al respecto y el uruguayo respondió enfáticamente: "Está muy bien".

¿Y de mosquitos? Por ahora, este periodista no vio ninguno por lo que los golfistas que hicieron cola para bajarse del torneo alegando esa excusa dejaron muy mal parado a ese deporte.

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