Darío Rodríguez y el Polilla Da Silva buscan volver al triunfo

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Interpretando al Polilla: ¿qué piensa el DT de Peñarol?

Claves de días turbulentos en Los Aromos
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25 de septiembre de 2016 a las 05:00

La procesión va por dentro, pero a veces se escapa. Se viven semanas difíciles en Peñarol, que solo un triunfo ante Juventud de Las Piedras puede comenzar a despejar, para que cambien los semblantes y que se recupere la confianza perdida.

Se trata del campeón uruguayo, nada menos. Pero si bien es el mismo en cuanto a camiseta, no lo es en plantel, ya que tuvo 11 altas y 13 bajas. Ensamblar el equipo, hacerlo jugar como quiere, que contagie con al menos algo de fútbol, es lo que le ha costado una enormidad a Jorge "Polilla" Da Silva, quien por momentos ha explotado al declarar, y por otros ha sido mucho más cauto luego de que lo hicieran pensar un poco más.

Eso es lo que puede explicar que en determinadas ocasiones, con mucha presión, un entrenador tenga derecho a explotar y decir que se siente "cansado", como cuando le contestó eso a Referí en la última respuesta de la conferencia de prensa en el Campeón del Siglo tras caer ante Wanderers 1-0; un encuentro en el que, como en la mayoría de los últimos tiempos, no había salido nada.

Allí fue cuando amagó con renunciar. Al otro día, seis horas antes de que se conociera la derrota de Nacional ante Liverpool, Da Silva le había manifestado su intención de seguir en el cargo al presidente Juan Pedro Damiani porque se veía con fuerzas y creía en el plantel.

Después de eso, con las pulsaciones normales, cuando le tocó hablar en Los Aromos el miércoles 14 dijo que se "reía" de lo que opinaban algunos periodistas respecto a que seguiría por el resultado del rival eterno. Además, adosó el término "mala leche" para endilgarlo a cierta parte del periodismo, al que no identificó. Se equivocó y lo admitió –solo para la televisión, no en la conferencia– el domingo pasado tras el 0-0 ante Boston River.

Las razones de Damiani

Damiani sigue dándose su respaldo, porque es el último entrenador que sacó dos veces campeón uruguayo al equipo. De hecho, lo convenció tras aquella derrota con Wanderers, en el vestuario del estadio Campeón del Siglo.

Pero no solo por eso: según allegados, Damiani no quiere cargarse a otro técnico. No quiere tener en su récord como presidente a otro entrenador destituido, sobre todo luego de la traumática salida de Pablo Bengoechea en febrero, a pocos días del inicio de la actividad, y encima tras ser campeón e ídolo de la hinchada.

Damiani puede ser impredecible, pero últimamente ha estado muy bien asesorado. Cuenta hasta mil, no hasta 10 a la hora de tomar una determinación de este estilo. Los años le han enseñado a no apresurarse.

Claro que hay muchos razonamientos arriba de la mesa. Quedan dos meses y poco para que termine el torneo. Se podrá decir 'esto es Peñarol' y que hay que intentar ganar siempre, pero, ¿a quién pone Damiani en caso de echar a Da Silva? Admitió que pensó en Fernando Curutchet, con el riesgo de que ocurra lo de hace unos años, cuando ascendió a Víctor Púa desde los juveniles para ponerlo sin pena ni gloria a cargo del plantel principal.

A pesar de lo anterior, el presidente contribuyó a fomentar el clima de inestabilidad al admitir en Las Voces del Fútbol que –como desde hace dos años– sigue pensando en Guillermo Almada para diciembre, con lo que dejó en claro que, pase lo que pase, el Polilla se irá a fin de año cuando termine su contrato. Da Silva se recluyó, por lo que no pudo saberse qué se pasó por su cabeza tras esa declaración del presidente.

Por las dudas, Almada tuvo todo para extender su contrato con Barcelona de Guayaquil –con el cual va primero con un partido de menos jugado–, pero no lo hizo. En diciembre puede ser un número puesto.

Y está la otra posibilidad: que, si se mantienen los malos resultados, el DT se vaya por las suyas o al presidente se le acabe la paciencia y lo despida.

A esta altura, está última chance parece difícil de concretar.

Pensar en fútbol

Mientras tanto, Da Silva quiere comenzar a edificar de una vez lo que quiere y para lo que trabajó con este equipo. Según afirma, la falta de conexión con la hinchada no le afecta, aunque es notoria, sobre todo tratándose de un DT doble campeón uruguayo. Es un caso muy raro lo que sucede con el hincha de Peñarol. La paciencia con este técnico bicampeón nunca existió ni va a existir.

Entre todo eso, el Polilla igual debe preparar el equipo para ganar cada fin de semana. Está implícito en su derrotero.

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