Oliver Umpierre vuela por el mundo con la bandera uruguaya y los sueños a cuestas. Practica kitesurf y terminó noveno en el mundial de Alemania, la etapa más importante del tour global que se hizo en St. Peter Ording, un pueblo a orillas del mar del norte.
Una hazaña, teniendo en cuenta que hace seis años, cuando Oliver comenzó a experimentar el deporte, ya ganaban etapas a varios de los que hoy están entre los 20 mejores del planeta.
Una proeza para un deportista que nació en un país donde el kitesurf es prácticamente desconocido y quienes lo practican lo hacen por hobby.
Un hecho casi heroico, de un muchacho que hace solo dos años es profesional, que tiene patrocinadores que le aportan materiales, pero a la hora de viajar requiere del esfuerzo personal para completar la gira mundial que comprende 10 etapas, cuyo costo es de unos US$ 25 mil.
“En Uruguay se está conociendo de a poquito, pero necesita más apoyo de las marcas, porque se trata de un deporte que se practica a metros de la playa y es muy visual” contó Oliver a El Observador. Ver a una persona conectada a una cometa, que salta hasta 20 metros por el aire sobre una tabla, es fantástico.
El uruguayo llegó a Alemania después de entrenar un mes en España y otro mes en Estados Unidos. Se preparó para afrontar “la ronda más fuerte del año” porque se realiza una exposición para todas las marcas y llegan los mejores corredores de Europa. “Obtener resultados es más difícil”, dijo .
Se inscriben 80 kitesurfistas, el doble que en cualquier otra etapa. En la ronda final compiten 24, de los que ocho ya están preclasificados y dos plazas son para los locales. O sea que de 70 corredores quedan 14 lugares para entrar al mundial.
Estos compiten en cinco o seis rondas preliminares, donde para clasificar hay que terminar primero o segundo. “En la última ronda gané y entré entre los 24” informó Oliver.
Luego, se compite uno contra uno. En esta fase, Umpierre dejó atrás a un brasileño y después al quinto del mundo. “Ahí me sorprendí” admitió. Se aseguró entrar en el top 10 y para llegar al cuarto puesto debía vencer a un italiano, pero “me faltó poco, es un corredor muy fuerte”.
Contó con una segunda oportunidad para ingresar a la sexta posición y “me tocó un español que me ganó en una ajustada decisión de los jueces”.
El tiempo de competencia es de siete minutos, lapso durante el que tienen que ejecutar los trucos y para el resultado cuentan los mejores cinco trucos. Los jueces son cinco y utilizan un sistema virtual por el que suben los puntajes a la web en tiempo real.
En las evaluaciones toman en cuenta “la potencia del truco, la técnica, el aterrizaje en el agua... es muy exigente” enseñó Oliver sobre este deporte que combina navegación a vela, surf, wakeboard y parapente, y en el que él acaba de conseguir un noveno puesto mundial, toda una proeza.
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