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Hace camino al andar

Uruguay tuvo dificultades para sortear el debut y necesitó de las variantes tácticas y el ingreso de Lodeiro para un triunfo superlativo
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26 de julio de 2012 a las 19:30

Es necesario considerar todas las circunstancias que rodearon a Uruguay en el debut en el torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos para entender el valor superlativo del triunfo 2-1 que logró ante Emiratos Árabes, a pesar de los escasos argumentos que mostró el plantel celeste durante buena parte del encuentro, y las zozobras que pasó para sostener su victoria.

Si el partido que los celestes jugaron ayer en Old Trafford se mirara sin analizar el contexto, el balance debería ser deficitario, más allá del resultado, por el escaso juego que mostró el equipo, los terribles problemas que tuvo en el primer tiempo cuando jugó con una línea de tres y porque ante el supuesto rival más fácil del grupo A tuvo grandes problemas. Pero, como siempre sucede, los partidos tienen un entorno que minimiza o potencia aciertos y errores, y es por esa razón que aquellas alarmas que deberían sonar frente a rendimientos como ante Emiratos se apagan cuando se tiene en cuenta que esta selección de Uruguay aprovecha la primera fase para moldear sus fortalezas futbolísticas, debido a la escasa preparación, en entrenamientos y partidos, que tuvo para Londres.

No pretendo vender espejitos de colores; solo quiero rescatar el triunfo como un buen comienzo en el recorrido en el grupo A, por la importancia de ganar, el valor de las modificaciones tácticas que hizo Tabárez y porque el triunfo fortalece el espíritu.

Ahora bien. Para empezar estuvo bien, pero futbolísticamente tiene que mejorar mucho si su aspiración es llegar al podio.

Para entender el pobre funcionamiento de Uruguay en el primer tiempo hay que analizar no solo las dificultades que tuvo la celeste para intentar hilvanar un juego con sentido colectivo, sino que también hay que destacar la inteligencia táctica del rival.

Ese 4-4-2, muy aplicado se transformó en una trampa mortal para los de Tabárez, porque se vieron obligados –sin un funcionamiento afinado– a salir a buscar el partido y a brindarle a Emiratos la opción de tener toda la cancha de Uruguay para correr con sus dos mejores hombres, Matar y Khalil.

Con una propuesta táctica 3-4-1-2, ni tocaron en corto, ni tuvieron la pelota, mucho menos la manejaron bien y a los 30 minutos, por el calor y lo que corrieron, empezaron a acusar el esfuerzo.

Además, el equipo apareció sin sincronización en su juego. Arévalo Ríos y Calzada no pudieron dominar el medio, la pelota no pasó por los pies de Ramírez y nunca llegó bien jugada a los delanteros. Uruguay sufrió el primer tiempo, mientras su rival se llevaba los aplausos y el golero Campaña los elogios por sus atajadas.

Emiratos se puso en ventaja a través de un gol de Matar, en el peor desaire que sufrió la defensa en el debut, a los 22 minutos, y pudo ampliar en otras dos ocasiones en las que el golero salvó el honor celeste. Incluso, a los 10 minutos el árbitro le perdonó un claro penal a Emiliano Albín.

Un gol de tiro libre convertido cerca del final del primer tiempo por Gastón Ramírez, empató el partido y le brindó a Uruguay una recompensa para la que no había hecho mérito.

En el complemento, Tabárez cambió la estrategia. Abandonó la línea de tres, sacó del equipo a Aguirregaray, mandó al campo a Lodeiro, pasó a un 4-4-2 e intentó darle a la oncena mayor caudal de juego. De esa forma, Uruguay empezó a encontrar los espacios. El gol que Lodeiro anotó a los 55 minutos, después que entre el pase de Arévalo Ríos y los espacios que generó Suárez le sirvieron en bandeja la pelota al sanducero, los celestes encontraron el rumbo.

El 2-1 en el marcador permitió encontrarse con la confianza que necesitaba para empezar a descubrir su fútbol. A partir de entonces el partido fue otro.

El sentido abrazo de Suárez con Lodeiro y luego con Urretaviscaya apenas concluido el partido fue la expresión más pura del alivio que significó para el equipo haber ganando un partido en el que se jugó con mucha presión.

Empezó bien, como en el Mundial de Sudáfrica y en la Copa América de Argentina, pero como en esas ocasiones deberá confirmar que construye su futuro y no lo destruye mientras hace camino al andar. Y como parte de ese recorrido, Tabárez deberá considerar seriamente si es conveniente o no la presencia de los futbolistas en el desfile inaugural previsto. Después del agotamiento que mostraron muchos jugadores y que juegan cada tres días, no parece adecuado que participen de esa ceremonia que se extenderá por unas cuatro horas y considero ideal que se reserven para la del cierre. Esas decisiones inteligentes también hacen a los grandes éxitos.

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