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Gloria a Dogomar en anécdotas

Desde el error de su nombre, cuando su padre dijo en el registro "vengo a inscribir a Don Omar Martínez", a su etapa amateur, y la gloria del más grande del boxeo uruguayo
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08 de febrero de 2016 a las 11:37

Don Manuel miró al encargado del Registro Civil y cuando le entregó la libreta de matrimonio le dijo: "Vengo a anotar a Don Omar Martínez". El hombre dejó la libreta y se fue para su negocio. A la vuelta, cuando la fue a retirar, ni siquiera la miró.

Años más tarde, cuando el más chico de los Martínez fue a gestionar la cédula y obtuvo la partido de nacimiento, se percató de que no su nombre no era Omar. Había nacido para siempre Dogomar. Sin querer, por un error. Dogomar le contó a su padre que, asombrado, recordó su expresión de "Don Omar Martínez", y dedujo el error.

Por eso, para sus familiares y viejos amigos del barrio era Omar, rememoró José Nunes en el fascículo 11 de Estrellas Deportivas, un especial que salía con El Diario y recorría la historia de las figuras del deporte.

El fallecimiento de Dogomar genera un vacío. Pero queda su legado y el recuerdo de sus anécdotas.

Se levantan apuestas

En 1949 Dogomar se fue de gira con el club Policial a Chile. Rancagua la ciudad. Zona minera por excelencia donde en los campamentos el boxeo gozaba de gran popularidad. A Dogomar le tocó el ídolo local. Miguel Safatle era un feroz peleador cuya leyenda decía que había ganado todas las peleas por nocaut. Fue cuando a uno de los compañeros de Dogomar, Oreste Roselló, no se le ocurrió mejor idea que levantar apuestas a mano del uruguayo. ¡Para qué! Los mineros se jugaban hasta la remera. Y lo peor es que Roselló no tenía plata. Fue tanta la plata que levantó que el muchacho empezó a sudar la gota gorda. Arranca la pelea. La tensión era tremenda. El técnico de Dogomar le dijo que lo trabajara a distancia. "Cuando vuelvo del primer round le dije a Di Pascua que el muchacho no sabía nada. Pero me dijo que me cuidara. La pelea era a cinco rounds, en el tercero le pegué por todos los ángulos pero no lo podía sacar. No quedaban dudas de que había ganado por puntos. ¿Pero si se la daban a él?", recordó Martínez en El Diario. Roselló, con la plata de las apuestas, sudaba pensando, ¿cómo pagamos esto si perdemos por puntos? Pero los mineros fueron honestos y ganó Dogomar.

Entrenaba a las 4 de la mañana

En 1951 Dogomar probó ingresar al profesionalismo. Por su primera pelea le dieron 60 pesos. Unos días después fue fondista y ganó 300 pesos y se entusiasmó. Ahora debía compartir el trabajo con el entrenamiento. "Yo tenía que entrar a la oficina a las 7 de la mañana y entonces me levantaba a las 4, salía a correr en plena noche desde la esquina de Justicia y Pagola y seguía por Pagola, Berro, Av. Italia, cruzaba el parque y daba algunas vueltas alrededor de la pista bajo la arboleda y volvía a casa corriendo. Me duchaba, me vestía y me iba a trabajar. Salía a las 12. Almuerzo, siesta y a las cinco y pico de la tarde ya estaba en el gimnasio", contó Dogomar.

Un niño débil

Por curioso que resulte Dogomar Martínez era un niño débil y enfermizo. Fue entonces cuando su madre lo llevó a un médico que recomendó buena alimentación y que hiciera deportes. Vicente, su hermano, lo arrimó al American Texas. ¿Por qué practicaba boxeo su hermano? Porque era mensajero y por aquellos tiempos en las calles había barras de pendencieros que le hacían la vida imposible.

Ficha médica por una pelea

Dogomar no había cumplido los 15 años cuando su entrenador Francisco Constanzo le propuso participar en el torneo Aníbal Falco. Pero no tenía ficha médica. Constanzo lo llevó a hablar con el Dr. Faravelli de Educación Física que le preguntó: "¿qué edad tenés?". Dogomar mintió "15 para 16". A lo que el médico le dijo "voy a ir a verte, si tenés condiciones para el boxeo te dejo seguir, de lo contrario te retiro la ficha". Y le dio el pase por una pelea.

La pelea con Archie Moore

Dogomar contó detalles del combate con el campeón del mundo Archie Moore, que marcó su carrera deportiva. "A veces escucho o leo que Archie Moore no me quiso sacar. Yo estuve frente a frente con él durante 10 rounds y puedo asegurar que si no me sacó fue porque no pudo. No puedo olvidarme de ese octavo asalto en que se lanzó hacía mí como un tanque de guerra, me persiguió, me apabullo y me tiró con un derechazo a la mandíbula. Esperé que la cuenta llegara a nueve y me paré furioso, dolorido, pero me lancé contra él y lo sorprendí. Creo que eso fue lo que me salvó. En el intervalo Constanzo me dijo que ya había cumplido con todo el mundo y me preguntó si quería que me retirara. Pero terminé de pie. Al otro día estaba descontento conmigo mismo. Pero las muestras de admiración que me llegaron me hicieron ver las cosas de otra manera".

Llenó el Centenario

Dogomar Martínez fue de los pocos boxeadores que colmó el Estadio Centenario. El 5 de febrero de 1954 peleó ante el púgil del Cerro, Pilar Bastidas. Se estableció un récord de recaudación con 45 mil pesos. El ganador se clasificaría campeón uruguayo de los pesos medianos. Recién en el octavo round Dogomar tiró a Bastidas.

Matrimonio por carta

Previo a una de sus últimas peleas, contra el brasileño Aristides Jofre, a Dogomar la llegó una propuesta asombrosa. En el hotel donde se encontraba alojado, el boxeador uruguayo recibió una carta , acompañada por una sugestiva foto, de una bella joven brasileña que le proponía matrimonio.

Bolsa histórica

En enero de 1959 el exboxeador uruguayo fue sorprendido por una tentadora propuesta. Una pequeña fortuna de 42.500 pesos uruguayos a cambio de pelear nuevamente con el brasileño Aristides Jofre, un moreno paulista de 1.93 de estatura. La pelea se acordó para el 16 de enero de ese año pero Dogomar se engripó. Se entrevistó con el promotor Nahum en su casa sin saber que estaban velando a su padre. Nahum ofreció más dinero. No aceptaron. Dogomar subió al ring disminuido. Así y todo casi gana la pelea. Pero no tuvo la fuerza suficiente para tirar a su rival y perdió. Aquella iba a ser su última pelea. Pero Dogomar se negó a retirarse derrotado.

El final

El 9 de mayo de 1959, en un Palacio Peñarol colmado de aficionados que dejaron una recaudación récord de 90.200 pesos, Dogomar salió bajo una ovación impresionante. Ya había anunciado que era el fin. Dogomar ganó por puntos. Los altavoces del Palacio anunciaron lo que todos sabían: el final. La gente lo despidió de pie. Con el paso del tiempo le ofrecieron desde Lima 50 mil pesos para volver pero no hubo forma de tentarlo. José Nunes en su artículo remató: "Se retiró como lo que siempre había sido: un campeón".

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