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Futbolistas y universitarios: el combo que derriba al mito

Silva Cerón, Albín, Martín Tejera y Juan Pablo Rodríguez derribaron el mito de que no se puede jugar al fútbol y estudiar
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06 de mayo de 2017 a las 05:00
Por Marcos Silva, especial para El Observador

Cargar en el mismo bolso un par de zapatos de fútbol, el equipo de entrenamiento y un libro de "Cálculo 2" no es lo más común en el fútbol uruguayo. Sin embargo algunos futbolistas profesionales se propusieron romper el mito de que no es posible jugar y estudiar.

El caso de Diego Riolfo, que recientemente pidió una mesa especial para rendir exámenes durante el receso del campeonato mexicano y le fue negada, puso en evidencia que los obstáculos no los ponen solamente los equipos profesionales del fútbol uruguayo.

Calendarios incompatibles, reglas inflexibles y cargas horarias extenuantes son algunas de las barreras que tienen que superar aquellos que se proponen hacer una carrera universitaria al mismo tiempo que se desarrollan como deportistas profesionales.

Para algunos es una forma de prepararse para un futuro después de una carrera, que con mucha suerte llega hasta los 40 años. Para otros una forma de ejercitar la mente de la misma manera que el cuerpo.

Referí habló con cuatro futbolistas que terminaron, o están muy cerca de cerrar una carrera universitaria al mismo tiempo que jugaban en primera división profesional. Estas son sus historias.

"Conmigo jugás o estudiás"

Juan Silva Cerón
Juan Silva Cerón se recibió de abogado.
Juan Silva Cerón se recibió de abogado.

Juan Silva Cerón nació hace 36 años en Montevideo y siempre supo cuáles eran sus sueños: ser futbolista profesional y recibirse de abogado, al igual que su madre y su hermana.

Por eso, cuando terminó el liceo, el volante central que hasta ese entonces jugaba en la cuarta división de River Plate se inscribió en la Facultad de Derecho. "Para mí era algo normal y no lo tomé como algo forzado. Me gustaba hacer las dos cosas", contó Silva Cerón a Referí.

Sin embargo, comenzaron a aparecer las piedras en el camino: "Tuve entrenadores que me decían: 'Conmigo o jugás o estudias', y eso no puede ser así, te ponen en una situación espantosa", recordó.

"Al cursar la carrera en la modalidad libre-controlado tenía la ventaja que no necesitaba asistir a las clases porque no se pasaba lista. Alcanzaba con tener determinada nota en los parciales para tener derecho a dar el examen al finalizar el curso", recordó Silva Cerón.

Después de jugar en varios equipos uruguayos y una experiencia en Italia defendiendo al Triestina, en 2007 pasó a Peñarol: "Había momentos que pensaba, pah estoy en Peñarol, uno de los equipos más grandes del mundo y encima me doy el lujo de poder estudiar, realmente soy un privilegiado", afirmó Silva Cerón.

Pero en 2011, cuando jugaba en Miramar Misiones, una mala relación con el cuerpo técnico de Carlos Manta aceleró sus planes de retiro y adelantó su futuro en la abogacía. "Jugaba poco y nada, y el cuerpo técnico ni siquiera me tomaba en cuenta. Incluso me llegaron a poner una sanción económica por faltar a las prácticas porque tenía parciales en la facultad", reconoció.

De nada sirvió la explicación que Juan le dio a los dirigentes. "La respuesta de los dirigentes fue: 'Lo que vos digas, igual te vamos a descontar esa plata del sueldo'. Imaginate que le hagan eso a un juvenil; lo destruyen". Recuerda que pensó en hacer una denuncia en el Ministerio de Trabajo, pero lo que terminó haciendo fue renunciar al fútbol. "Definitivamente ya no me hacía feliz y no estaba dispuesto a seguir tolerando esas actitudes. El fútbol se rige por sus propias reglas aunque el futbolista tiene derecho a recurrir a la Justicia ordinaria, pasa que si lo hacés te tildan de quilombero y te separan de los planteles".

Aún recuerda las charlas que mantenía con los juveniles de Miramar Misiones a la hora de firmar contratos. "Venían y me pedían que los asesorara y muchas veces te dabas cuentas que les ponían cláusulas leoninas o los hacían firmar aprovechando la necesidad que tenían los chiquilines".

A los 32 años Juan Silva Cerón terminó su carrera deportiva y a los 34 se recibió de abogado. "Por una cuestión lógica me atrae el derecho deportivo aunque desde hace algún tiempo por una situación familiar me toca tener clientes y trabajo en el área del derecho comercial. Aún no tengo una especialización, trabajo en distintas áreas en busca del camino a seguir", concluyó.

"Peñarol cambió mis prioridades"

Emiliano Albín
Emiliano Albín, estudiante de Agronomía.
Emiliano Albín, estudiante de Agronomía.

"Cuando terminé el liceo en Canelones me vine a Montevideo a estudiar Agronomía", cuenta Emiliano Albín, aquel delantero de Artigas de Sauce que en 2008, a los 19 años, abandonó su ciudad para instalarse en la capital.

"Llegar a Montevideo me cambió por completo. Los entrenamientos eran más fuertes y eran todos los días. El objetivo principal era hacer la facultad, después se dio lo de Peñarol y las prioridades cambiaron totalmente", reconoció Albín.

Previo a su llegada a las formativas de Peñarol, practicó en Liverpool aunque por el estudio terminó dejando. "Estuve una semana, el tema es que la facultad me exigía hacer una pasantía que se hacía en Melo. El técnico me dijo que fuera y que a la vuelta veíamos cómo seguíamos, pero no volví más, al no estar fichado no tuve ningún problema".

Para Albín tener una carrera en el fútbol y estudiar al mismo tiempo es posible aunque es consciente del esfuerzo que se tiene que hacer: "En Agronomía las materias son presenciales y con el fútbol es complicado ir a todas las clases. Entrenar y estudiar es duro, la mayoría de las veces terminás liquidado porque el cuerpo te pide descansar y vos tenés que meterle al estudio".

Emiliano, que aprovechaba las concentraciones en Los Aromos para estudiar, reconoce que en el ambiente del fútbol prima la idea que hay que enfocarse en una sola cosa para triunfar: "Tuve suerte de encontrarme con entrenadores que me apoyaron con el estudio y me toleraron algunas cosas como salir antes de una práctica para irme a clases".

Sin embargo, la campaña de Peñarol en la Copa Libertadores de 2011 obligó a Albín a dejar Agronomía en segundo plano: "No me quedó otra, la mayoría del tiempo estaba entrenando o concentrando en Los Aromos. A medida que íbamos pasando de fases aumentaban los viajes al exterior, las expectativas y la presión de la competencia y era imposible. Fueron tres meses casi sin tener un día libre", recordó Albín.

Esa Libertadores lo llevó a ser citado por Óscar Washington Tabarez para defender la selección uruguaya en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y luego a Boca Juniors en Argentina antes de regresar nuevamente a Peñarol y a los estudios.

"Cuando volví, me anoté en una facultad privada para continuar la carrera y desde ese momento no paré más. Tiene la ventaja de tener horarios más flexibles aunque sigue siendo presencial", reconoció el actual lateral de Juventud de Las Piedras que tiene como objetivo "liquidar las materias pendientes para cursar cuarto año sin ninguna previa".

Para el defensa, el estudio sí incide en el rendimiento de un deportista, pero de forma positiva: "Creo que el futbolista que estudia, trabaja la mente todo el tiempo. Te obliga a moverte en otros ambientes y hace que no pienses sólo en fútbol. Eso te da un crecimiento que adentro de la cancha es muy favorable".

"A los dirigentes no les interesa que estudies"

Martín Tejera
Martín Tejera, a punto de recibirse de ingeniero químico y de alimentos.
Martín Tejera, a punto de recibirse de ingeniero químico y de alimentos.

"Mis padres siempre me insistieron con el estudio y si quería jugar al fútbol tenía que hacer las dos cosas", cuenta Martín Tejera, arquero nacido en 1991, formado en la cantera de Nacional y que supo integrar la selección juvenil Sub 20.

Después del liceo, la facultad de Ingeniería fue el siguiente paso en su formación académica: "Me gustaba la parte de la Química de Alimentos y me metí en esa área que apunta a los procesos, problemas y soluciones que todos los días atraviesa la industria alimenticia".

En aquel entonces, además de entrenar en Nacional y estudiar en la facultad de Química, Tejera trabajaba en la "Fundación KW", un emprendimiento familiar enfocado a una mejor gestión del conocimiento y al desarrollo de software aplicado al área de la salud y la medicina. "Salía de entrenar y ya me llevaba el bolso con las cosas para la facultad, entonces me iba derecho desde la práctica porque si llegaba a pasar por casa no salía más", explicó.

En 2009, la Fundación comenzó a trabajar con el Instituto Nacional de Oncología y desarrolló un software que permitió mejorar los rendimientos del centro de salud. "Mejoramos la parte de registros médicos en el área oncológica y eso permitió optimizar los resultados y que fuera más sencillo para los usuarios acceder a los datos y fichas médicas", subrayó Tejera.

En 2011, este trabajo llevó a Tejera a ser reconocido internacionalmente y recibir un premio en Estados Unidos de parte de la revista especializada "Computer World".

Sin embargo, se desilusionó cuando no encontró la respuesta que esperaba de parte de los dirigentes de Nacional.

"Antes de irme a Washington a recibir el premio, me reuní con Daniel Enríquez y Ricardo Alarcón, que en ese momento era el presidente de Nacional, para contarles el proyecto y pedirles si me podían ayudar con los U$S1.000 del pasaje. Era la época del slogan 'Cultura Nacional' y me parecía que al club a nivel de marketing le podía servir ya que mal o bien en ese entonces integraba el plantel de primera división. No tuve suerte", le contó Tejera a Referí. Tres años más tarde recibió una llamada por teléfono de parte de Nacional diciéndole que no le renovarían el contrato y quedaría libre.

En 2015, tuvo una mala experiencia en Ecuador jugando para Deportivo Quevedo y decidió volver a Uruguay para enfocarse en su carrera universitaria. Tuvo un intento más por volver al fútbol profesional en Progreso pero una lesión lo obligó a estar varios meses afuera.

De un momento a otro, el futbol pasó a segundo plano y el objetivo se centró en terminar la facultad: "A fin de año defiendo la tesis y espero recibirme de Ingeniero Químico y de Alimentos".

De todas formas, el arquero se saca las ganas jugando los domingos de mañana en la Liga Universitaria con Independiente. "Me tocó estar en la selección de La Liga, nos dirigía Daniel Sánchez y viajamos a varios lados. Es un fútbol sin presión, más sano que el fútbol profesional. Cada tanto extraño lo otro pero por ahora estoy bien así".

Por si fuera poco, Tejera habla inglés de forma fluida y estudió durante dos años chino mandarín. "Inglés me puse a estudiar porque era básico y necesario para mi carrera. Toda la bibliografía que tengo que estudiar está en ese idioma. Con respecto al chino mandarín, lo hice porque es un país que crece cada vez más y ese idioma es el que se habla en dos tercios de la población china", explicó Tejera y detalló que aprender bien el idioma chino "te puede llevar 10 años, la escritura china tiene entre 2000 y 3000 caracteres y la mayoría de la población recién en el liceo alcanza a dominarlo".

"El estudio te enseña a ser más equilibrado"

Juan Pablo Rodríguez
Juan Pablo Rodríguez, a una materia de recibirse de ingeniero civil.
Juan Pablo Rodríguez, a una materia de recibirse de ingeniero civil.

"En 2001 era un fenómeno que iba a salvar a Racing y me estaba siguiendo el Milan. En 2005 no me sentía jugador de fútbol y quería largar todo. Lo más difícil para el ser humano es encontrar el equilibrio y el estudio me ayudó muchísimo". La frase es de Juan Pablo Rodríguez, el exdelantero de Racing que está a una materia para recibirse de Ingeniero Civil.

"Hace 16 años que estoy haciendo la carrera, me queda una materia que la voy a dar a fin de año para terminar. Me queda 'Mecánica 2', una materia que es de primer año que la fui dejando para atrás porque no me gustaba y ahora llegó el punto que es la que me está trancando", cuenta.

A Juan Pablo Rodríguez lo ascendieron a primera división de Racing en el 2000 y ese mismo año comenzó a estudiar en la facultad de Ingeniería. "Venía de la Scuola Italiana donde eran grupos más chicos y pasé a estar en salones para 500 personas donde era un número para los profesores", recuerda.

Al año siguiente, se cambió a la Universidad de Montevideo, realizó su primera pretemporada con el plantel de Racing y debutó oficialmente en el club. "Todo venía bien, en la nueva facultad tenía mejores horarios que me permitían acomodarme mejor. Después se me complicó porque me fui a jugar en Estudiantes de La Plata".

Juan Pablo está convencido que a los jóvenes les interesa estudiar, sólo que hay que incentivarlos para que lo hagan. "La mayoría de los compañeros que me veían estudiando se sentían atraídos y me preguntaban un montón de cosas. Les gustaba la idea de estudiar, pero lamentablemente después no la llevan a cabo".

El exdelantero dejó clara su postura con respecto a la relación que existe entre algunos protagonistas del ambiente del fútbol y el estudio "ni a los dirigentes, ni a La Mutual ni a los representantes les importa que el futbolista estudie, mientras juegues bien a la pelota, todo está bien con ellos".

El panorama deportivo de Rodríguez cambió en 2004. Una pelea con su representante, Walter Audifred, lo terminó dejando más de seis meses sin jugar. "Fueron dos años entre una cosa y otra que aproveché para adelantar materias de la carrera. El estudio me salvó en ese momento porque me planteé muchas veces largar la pelota", reconoció Rodríguez a Referí.

A punto de colgar los botines, hizo un último intento en 2007 por volver al fútbol profesional. Y fue Racing, su casa, el lugar elegido para demostrarlo. "Veníamos de 22 partidos sin ganar, no le hacíamos goles a nadie y de repente cortamos esa racha negativa y metimos tremenda campaña. Después de ahí fui a Defensor Sporting donde salimos campeones, y al año siguiente arranqué para el fútbol mexicano".

Su carrera deportiva en el exterior duró casi seis años, entre varios equipos en México, All Boys en Argentina y una temporada en Arabia Saudita.

En 2016, Juan Pablo le puso punto final a su carrera como futbolista profesional. "El último año en Racing lo sufrí por la situación deportiva del club y por mi relación familiar con la institución. Me sentí liberado, estoy conforme con la carrera que hice", concluyó.

Actualmente trabaja en una empresa familiar dedicada a la elaboración de etiquetas termocontraíbles para distintos productos. "Estoy entre ocho y nueve horas por día en la empresa, ahora tengo menos tiempo que cuando jugaba al fútbol. Me llevó 17 años hacer una carrera que dura cinco. Pero la voy a terminar, necesito cerrar ese círculo".

Estudio y concentración

"A lo largo de mi carrera siempre me llevé los libros para estudiar en las concentraciones. Incluso cuando me fui a jugar a Centroamérica o Italia", recuerda Silva Cerón que reconoce que los videojuegos o las cartas no eran su fuerte. "Era un turro jugando al truco o al 'Carloncho', lo mismo me pasaba con el Playstation, no entendía nada".

Silva Cerón aseguró que los compañeros lo respetaban cuando se iba a la habitación a estudiar y cada tanto era el blanco de alguna broma. "Dejá esos libros que no te sirven para nada", le gritaban. Sin embargo siempre se sintió respetado. "Yo les decía que no podía entender cómo se pasaban siete horas frente a un televisor jugando al Playstation", explica.

"En el vestuario el estudio se apoya, el fútbol puede ser algo muy efímero y siempre es bien visto. No es tan así a nivel dirigencial, ellos no te van a hacer una diferencia por estudiar. Entré a Nacional con 12 años y todos los técnicos que tuve me apoyaron. Si me tenía que tomar un día para estudiar no pasaba nada", aseguró Tejera.

Falta de tiempo

"Los entrenamientos que eran de mañana, iban de las 8 a las 13. Después almorzaba, dormía una siesta de una o dos horas y a las 17 arrancaba para la facultad. El tiempo te da bien para hacer las dos cosas", aseguró Silva Cerón y reconoció que fue más complicado cuando le tocó jugar en Deportivo Maldonado: "Iba a la facultad de mañana y después me tomaba el ómnibus en la terminal de Tres Cruces, aprovechaba el viaje para almorzar y después entrenaba. Está claro que es un sacrificio, pero se puede hacer".

Para Albín, "el jugador de fútbol tiene el tiempo necesario para estudiar, la exigencia lógicamente es mayor. Muchas veces estás estudiando cuando otros descansan, es un tema de aprovechar los horarios al máximo y ordenar tu rutina".

Tejera coincide que el orden es clave para llevar adelante las dos carreras. "Tenés que tener mucha disciplina, porque el fútbol profesional tiene una presión enorme. No podés rendir mal y excusarte que pasó porque te quedaste estudiando toda la noche. Tenés que luchar contra tu propia cabeza, salir de practicar y tener la disciplina de ir a la facultad. Es una lucha interna que se tiene con lo que pide la cabeza y lo que quiere el cuerpo".

Relación con los profesores

Silva Cerón cuenta una historia de su carrera en la facultad: "Me toleraban algunas llegadas tarde e incluso tenía un profesor que era hincha de Nacional que en las clases siempre decía en tono de broma 'muchachos esto es fácil, hasta un 5 de Peñarol lo puede entender'.

El día después

"El jugador de fútbol no está preparado para afrontar la vida después que se retira", asegura Silva Cerón. "De un día para el otro pasás a no tener un oficio y en muchos casos ni siquiera una base mínima de estudios académicos. El microclima que rodea al fútbol no fomenta la necesidad de estudiar", concluyó.

"En Racing, al final de mi carrera, me encontré con un montón de compañeros que no habían terminado el liceo, con todas las posibilidades que tienen ahora y la cantidad de horarios flexibles. El problema es que en el fútbol, a veces a los 17 o 18 años ganás U$S 1.000 por mes y es más de lo que gana tu viejo laburando ocho horas por día, entonces los pibes no quieren saber nada", reflexiona Juan Pablo Rodríguez.

Consideraciones sin privilegios

"Cuando uno está enfermo y lleva el certificado médico está autorizado a que le cambien la fecha de un parcial. Lo mismo debería pasar cuando uno es deportista y por razones laborales se tiene que ir de gira o al exterior con el equipo. Uno no falta porque tiene ganas", afirma Silva Cerón para poner el tema que estuvo en el tapete en los últimos días a raíz de la situación que vivió Diego Riolfo.

Tejera asegura que los viajes son uno de los factores que más complican para llevar adelante las dos carreras. "Acá en Uruguay no tenés un apoyo ni facilidades. A veces perderte un período de exámenes te obliga a perder un año y te puede generar una caída que te desmotiva para seguir estudiando. No digo que regalen las notas por ser futbolista, pero que no frustren al deportista que quiere tener una carrera universitaria, especialmente por las limitaciones que provocan los viajes".

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