Corea del Norte y Corea del Sur, que siguen oficialmente en guerra, se medirán el jueves en la final del torneo de fútbol de los Juegos Asiáticos lleno de símbolos en Inchon, lugar de una de las batallas decisivas de la Guerra de Corea (1950-1953).
A menos de 200 kilómetros de la frontera más fortificada del mundo, los dos equipos se medirán por algo más que una medalla de oro, en una competición reservada a los jugadores Sub-23.
La final supera el simple marco del fútbol y los gobiernos de los dos estados hermanos han puesto en juego el orgullo nacional.
Por ello, en caso de victoria el jueves, Seúl recompensará a sus jugadores, grandes favoritos del torneo, eximiéndoles del servicio militar obligatorio de dos años.
Mientras, las autoridades de Pyongyang no dejarán escapar una oportunidad como esta y sus amplías posibilidades propagandísticas.
En caso de victoria de los 'Chollima' (caballos con alas), estos serán recibidos como héroes en el Norte y serán colmados de regalos (apartamentos, coches, etc), como los otros deportistas norcoreanos vencedores a nivel internacional.
Mientras tanto, atletas y miembros de la delegación comunista se han reunido para expresar su ardiente amor por su líder, Kim Jong-un. Durante la ceremonia, numerosos poemas y canciones rindieron homenaje al hombre fuerte del régimen.
- Partido de alta tensión -
Los jugadores pueden esperar en cualquier caso un ambiente de sobreexcitación en el estadio Munhak (49.000 espectadores). Sobre todo, tras la demostración de fervor hecha por los hinchas surcoreanos en cuartos de final contra Japón, antigua fuerza colonial, que llevó al Comité Olímpico Japonés (JOC) a presentar una queja oficial.
En una parte de la grada se desplegó una bandera gigante con el retrato de Ahn Jung-geun, asesino del Primer ministro japonés Hirobumi Ito en 1909 durante la ocupación japonesa de la Península de Corea.
La relación entre Tokio y Seúl es todavía fría ya que los coreanos creen que Japón no ha expresado suficientes remordimientos por su oscuro pasado.
El recibimiento reservado a sus vecinos septentrionales promete ser por ello de alta tensión en Inchon, donde los estadounidenses, bajo mandato de las Naciones Unidas, desembarcaron el 15 de septiembre de 1950, poniendo fin a una serie de victorias norcoreanas y permitiendo la recuperación de las fuerzas de Seúl.
"Seguro que será emotivo, pero haremos todo lo posible para que el partido se desarrolle con seguridad", reconoció Kim Bae-ok, presidente del comité de organización.
En los Juegos Asiáticos la última victoria de los surcoreanos, que han caído en semifinales en las últimas tres ediciones, se remonta a 1986.
La única victoria de Corea del Norte es de 1978, cuando compartieron el título con sus vecinos del sur tras empatar en la final.
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