Fue la noche de los pibes

Se dieron cuenta que en toda la tarde no hubo Whatsapp, no pudieron chatear con sus amigos, familiares o novias y cuando llegaron al Parque Central se dedicaron a jugar al fútbol.

Así fueron el sábado los botijas de Danubio que tuvieron su noche soñada ganándole a Nacional después de seis años y medio y de cuatro partidos sin poder vencerlo en su cancha.

Gurises de escasísima edad –contrariamente a lo que se ve en los grandes, por ejemplo–, demostraron su poder y su juego.

Nacional no repitió su rendimiento, le dejó la punta de la Anual a Danubio y se perdió la posibilidad de quitarle cinco puntos en esa tabla.

Cruzado y los pases al vacío, Alonso y el desmarque de Canobbio, lo poco que colaboró De Pena en ataque, eso pautaba el juego de Nacional de mitad de cancha hacia arriba.

Atrás, en cambio, Benegas sufría muchísimo para poder contener al movedizo Jonathan Álvez quien en el primer tiempo se le fue dos veces y entró con pelota dominada al área: la primera le dio el gol –mal anulado por un offside inexistente por el línea Miguel Nievas– a Diego Martiñones. La segunda, le pegó de lleno al arco y la pelota se fue apenas afuera. También anduvo flojo por ese sector Juan Manuel Díaz quien casi siempre perdió en velocidad, tuvo escasa marca y apenas se proyectó en ofensiva.

De a poco fueron surgiendo distintas figuras en Danubio que mantuvieron el nivel y el ritmo de juego del equipo. Velázquez en el fondo –le había sacado un gol a los 4 minutos a Alonso tras un magnífico pase al vacío de Cruzado–, Soria en el mediocampo, Álvez arriba y, sobre todo, Ichazo con atajadas monumentales.

El arquero le sacó un cabezazo a Alonso a los 12’, otro tiro al goleador justo antes del penal en un esfuerzo increíble sobre el palo derecho y, obviamente, instantes después, contuvo la pena máxima.

¿Cómo cambiar en el segundo tiempo? Pelusso le dio ingreso a Rafael García para bancar en el medio por la roja a Calzada.

A Nacional ya le pesaba jugar con un hombre de menos por esa expulsión bien decretada y enseguida, llegó otro baldazo de agua helada con el gol de Martiñones.

Entonces hubo momentos de ansiedad y hasta desesperación en los tricolores. Todo protestas, muchas faltas infantiles y un desorden generalizado que llevaron a que la táctica se transformara en un aluvión de errores, dejando demasiados claros en defensa.

Munúa perdió una pelota que de no ser por Rafael García –con falta y amarilla incluida– podía haber terminado en el segundo danubiano, y Scotti se iba arriba sin rumbo.

Danubio no supo aprovechar esos momentos y atacó muy poco pese a tener un hombre de más. Jugaba de contra, pero con escasas ideas.

Cuando Nacional intentaba acercarse al arco de Ichazo, la hinchada alba tiró algunos objetos al arquero Ichazo y Silvera –quien ya había suspendido el partido de River-Cerro por una situación similar– amagó con suspenderlo. Ese también fue otro freno que sufrió el equipo de Pelusso que no repitió lo hecho en otros encuentros anteriores.

Faltando 6 minutos, Ichazo le cometió un penal insólito a Alonso al tomar la pelota arriba y pegarle una patada en el pecho, pero Silvera no lo pitó. Otro error importante, ahora contra los albos.

Entonces, a los 86’, la pelota le llegó a Ignacio González fuera del área y su misil combado rompió el arco de Munúa. Golazo.

Fue el broche de oro a una noche soñada por toda la botijada de Ramos que quiere repetir el título del Apertura. Nacional está obligado a levantarse y a cambiar la cara porque el sábado no repitió.