Selección > ELIMINATORIAS

Falló el mediocampo y fue letal

El debe de la selección estuvo en la falta de fortaleza y de juego en la mitad de la cancha; los volantes fueron superados
Tiempo de lectura: -'
24 de marzo de 2017 a las 05:00
El hincha del fútbol uruguayo sufre de trastorno bipolar. Es capaz de gozar con las genialidades de Neymar (en silencio, con miradas cómplices), pero también de disfrutar como loco con un trancazo del Cacha Arévalo Ríos. Por eso Luis Suárez es el ídolo de todos: porque reúne la rebeldía que tanto aman los uruguayos, pero también posee picos de calidad que lo han llevado a ser uno de los mejores goleadores del mundo.

Es parte de la historia del fútbol charrúa, de la genética del balón. Desde Maracaná en adelante. Por eso es común que se convierta en una divinidad el Ruso Diego Pérez porque trabó una pelota con la cabeza, como a Ruben Sosa, capaz de dejar a todo Argentina por el camino (incluido al rudo Óscar Ruggeri) en la Copa América de 1989.

El número 5 es un patrón del fútbol celeste, una marca registrada. Tanto que el argentino Roberto Fontanarrosa le dedicó un cuento ("Wilmar Everton Cardaña, número 5 de Peñarol"). Muchas de las victorias celestes (y de Peñarol y de Nacional) se cimentaron en la fortaleza del mediocampo, donde se destacaba el gesto huraño del "volante tapón".

El paso del tiempo fue cambiando los sistemas tácticos y aparecieron los volantes mixtos y los doble 5 y todos eso términos que sonrojarían a Obdulio Varela. Este proceso de selección que Óscar Tabárez lleva adelante desde 2006 y que consiguió el cuarto puesto en el mundial de Sudáfrica y la Copa América de 2011, siempre tuvo un mediocampo aguerrido, ganador, batallador y que hizo fuerte al resto del equipo.

Diego Pérez, Walter Gargano, Egidio Arévalo, Sebastián Eguren, futbolistas de enorme valentía. Una zona de volantes fuerte, para construir triunfos importantes.

Anoche en el estadio Centenario frente a Brasil faltó ese plus. Más allá de que tampoco estaba Suárez (suspendido por acumulación de amarillas), el debe del seleccionado fue el juego en la mitad del terreno.

El mediocampista más retrasado fue Arévalo Ríos. Le costó mucho hacerse del balón frente al toque de Paulinho, Renato Augusto, Casemiro, jugadores que le agregan una técnica depurada a la lucha por el balón.

Al lado de Egidio jugó Matías Vecino. En sus inicios era un enganche o delantero. En la selección tiene que cumplir la doble función de marcar y conectarse con los delanteros. Pero frente al fluido juego brasileño, tampoco hizo pie. Y en ofensiva le falló la mira. Tuvo un disparo de frente al arco después de un saque de banda de Gastón Silva, pero pateó afuera. En el complemento tampoco pudo meterla de cabeza tras un tiro libre de Carlos Sánchez.

Sánchez se movió por derecha, como lo hace habitualmente en la selección. El trajinar de marcar y llegar al fondo, ayer con el agregado de tener enfrente a Neymar. Había que ayudar a Maximiliano Pereira a controlar al número 10 y subir. Lo hizo en algunas oportunidades, tuvo una posibilidad de volea en el segundo tiempo, pero perdió una (en la previa al empate) y fue letal.

Del otro lado, Cristian Rodríguez. Con un empeño a prueba de balas, trató de cubrir la banda, pero le faltó explosión para generar riesgo en el área defensiva de Brasil. Una sola vez intentó desbordar por la izquierda, corrió codo a codo con Dani Alves, quien terminó abortando el intento de centro. Antes, con más juventud y menos lesiones, el Cebolla era un desborde tras otro. La preocupacion de los técnicos adversarios siempre era cómo controlar al Cebolla Rodríguez. Ahora su función es diferente, pero frente a los norteños fue minimizado.

Cuando Brasil empató tomó definitivamente el control del partido. Ahí Tabárez mandó a Diego Rolan a marcar la banda derecha y formó una línea de cinco. Edinson Cavani quedó solo y aún así se las ingenió más de una vez para preocupar a los zagueros.

Pero Uruguay falló en el mediocampo y resultó letal. Mientras que los de amarillo hacían todo con una facilidad increíble, los de celeste sufrían cuando la pelota estaba en su poder. Todo era un sacrificio. Sin encontrar un compañero desmarcado, parecía que llevaban la pelota en una carretilla.

En Uruguay nunca hubo una división tan marcada como "bilardistas" y "menotistas" en Argentina. Tibiamente, cuando irrumpió el tiqui-tiqui de Juan Ramón Carrasco, se intentó contrastarlo con otras formas de juego menos vistosas, como los equipos de Julio Ribas, por poner un ejemplo. El fútbol uruguayo tiene su identidad propia y no es fácil que la cambie. Por idioscincracia, por biotipo, por alimentación, por historia, los grandes triunfos llegaron con una fuerte dosis de sacrificio. De jugadores metedores, de mediocampistas fuertes, y fue lo que falló anoche ante Brasil.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...