Novak Djokovic

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Esta vez es diferente

Será la tercera vez que Djokovic y Murray se verán las caras en instancias decisivas del Abierto de Australia, y en los papeles es la más pareja
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25 de enero de 2013 a las 22:12

Cualquiera sean los nombres que lleguen a disputar el partido decisivo, una final de Grand Slam siempre está cargada de emoción, tensión y juego de alto nivel. Pero en esta oportunidad, el hecho de que el serbio Novak Djokovic y el británico Andy Murray diriman el título de 2013 en Melbourne, tiene ingredientes especiales.

Porque el otrora falto de personalidad en los momentos complicados, Murray, ahora es dueño de un poder mental y físico imperturbable, lo que multiplicó su valioso juego, del que siempre dispuso.

Por otro lado, el serbio ya no es la máquina inconmovible de hace dos años, pese a mostrar lo mejor de sí en la semifinal ante el español David Ferrer.

Esta será la tercera vez que Djokovic (número 1 del mundo) y Murray (número 3) se crucen en el Abierto de Australia.

Las dos veces anteriores (2011 y 2012) el británico vio frustradas las posibilidades de lo que, en cada uno de esos momentos, pudo ser su primera corona de Grand Slam.

El año pasado no lo dejó llegar a la final cuando lo frenó una ronda antes. Y en 2011 le arrebató el título en una final aplastante del serbio. Ese fue un gran golpe para Murray, ya que en 2010 también se quedó con las manos vacías al caer el último día ante el suizo Roger Federer, también en tres sets.

Y esos reveses pesaron una y otra vez en contra de Murray y se convirtieron, a la vez, en aliado de cualquier rival que tuviera enfrente.

Pero esta vez los fantasmas ya son solo un recuerdo, que ni siquiera ocupan la mente de Murray desde que pudo concretar un triunfo importante en los Juegos Olímpicos de Londres, el año pasado. Esa medalla en el cuello fue el talismán para la confianza y el primer escalón del podio olímpico el trampolín para convertirse en un jugador clase A, o en un Top 3, como el que es actualmente.

Casualidad o no, ese salto llegó de la mano de su nuevo entrenador, el checo Ivan Lendl, multicampeón de épocas pasadas.

Prueba de ello fue la obtención de su primer Grand Slam, el US Open, meses después de Londres. Allí venció en la final, justamente, a Djokovic, confirmando su solidez mental en las que duelen.

Tras ello se fue convirtiendo en un jugador completo y se puso a la altura de las circunstancias. Con Federer ya logró sacar ventaja en el historial (11-9), luego de que ayer repitió el plato en la semifinal de Australia, llegando a un quinto set en el que no dudó en salir a demoler.

Del otro lado estará Djokovic buscando otro triunfo en la pista de Melbourne, con todas las credenciales en perfecto estado para no dejarse amedrentar.

Cuando parecía que dejaba algunas dudas en los partidos previos, se despachó ante el ascendente Ferrer con un partido perfecto, demoledor.

Por todo eso, principalmente por el momento de Murray, esta no es una final más de Grand Slam y tampoco un duelo más entre los protagonistas. Es el momento que Murray tiene para decir que también puede con el serbio y que está para ocupar su lugar en cualquier torneo que así se le presente.

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