Santiago Romero
Álvaro Recoba con la Copa

Fútbol > EL COMENTARIO

Esencia de campeón

Nacional condensó una campaña en 120 minutos: fue sólido como en el Apertura y vacilante como en el Clausura, pero se coronó por su propio peso
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14 de junio de 2015 a las 21:56
Nacional campeón. Como la historia manda. Como el pasado reciente reclamaba. Con la grifa de la cantera. Con mucha jerarquía individual. Con el aguante de la hinchada. Y con la indescriptible sensación de coronarse en un clásico.

Nacional campeón tras ganarle el domingo 3 a 2 a Peñarol, tras un alargue que quedó trunco por incidentes protagonizados por hinchas aurinegros (ver página 5) y que determinó que con la ventaja de la Tabla Anual el tricolor diera la vuelta olímpica.

¿Cómo se propuso ganar el Campeonato Uruguayo? Con el sello y el estilo que le imprimió al equipo Álvaro Gutiérrez desde la conducción técnica.

¿Cómo lo logró? Con las dos caras que mostró el equipo a lo largo de la temporada. La sólida y pragmática del Apertura primero. La dubitativa y vacilante del Clausura después.

Porque el equipo tuvo dos caras. En el primer tiempo jugó uno de los mejores partidos del ciclo Gutiérrez. Pero en el segundo, se dejó empatar concediéndole dos chances de pelota quieta al rival y se vio forzado a ir a buscar la consagración en el alargue.

Versión aplanadora

Si bien fue Peñarol el primero en avisar peligro a los 2' con un gran pase de Pacheco a Urretaviscaya que le ganó la espalda a Espino pero definió mal, Nacional exhibió una superioridad aplastante en el primer período.

Y lo hizo con su esquema básico, rudimentario –para los tiempos que corren– pero aún efectista en un medio local donde el miedo a perder y la miope visión del corto plazo imponen la tosquedad del pelotazo largo por encima del respeto al balón y la estética del juego.

Dividió la pelota Nacional desde el fondo con pelotazos largos. Fiel a sí mismo. Pero así como la bombeó lejos de su arco la encontró rápido en campo rival con un excelente trabajo de Porras y Arismendi.

El doble 5 tricolor pisó firme para encimar a Pacheco y anular toda intención creativa del rival.

Las segundas pelotas fueron todas tricolores y así se iniciaron los ataques activando circuitos de juego por las bandas con los extremos (Barcia-De Pena ) y los laterales (Romero-Espino).

Pero el agente de desequilibrio tuvo nombre propio: Sebastián Fernández.

Porque con Papelito jugando detrás de Iván Alonso, Nacional tuvo un elemento de presión agresivo, punzante, que fue derecho al esternón aurinegro para dejarlo sin aliento.

Fernández fue mucho más que el primer defensor del equipo. Jugó como no lo había hecho en sus 23 partidos de la temporada. Fue un martirio para la defensa de Peñarol.

A los 19' jopeó una pelota, la descargó y fue al área. De Pena sacó un centro, Alonso la bajó y Papelito la empujó.

A los 32' fue derecho a marcar a Sandoval en una salida del fondo, como adivinando que los viejos fantasmas del infortunio podían reaparecer. Recuperó cerca del área y Diogo le terminó cometiendo penal a Barcia. Alonso lo cambió por gol: 2 a 0 y pinta de paliza.

Versión vacilante

Con Migliore al borde del blooper en cada envío aéreo, la defensa desbordada, Pacheco anulado, Urreta errático y Zalayeta disociado del resto, Peñarol fue una pálida sombra de sí mismo.

Pero aún así Peñarol es sinónimo de reacción.

El ingreso de Nández fue clave para darle dinámica y transición. Aguiar clavó un tiro libre, Arismendi se distrajo haciéndole gestos a la tribuna, Píriz levantó y se adueñó del medio, Nacional tuvo tres chances para liquidarlo y un inexplicable penal de Prieto a Urreta le permitieron a Aguiar empatarlo en el minuto 91.

Por eso fueron al alargue. Pero Peñarol jugaba con 10 por expulsión del Japo y su defensa estaba improvisada: Píriz de central y MacEachen de lateral.

El bolso ya no tenía el aire maquinal del primer tiempo. Sin embargo, entre el ingreso de Tabó y algún destello de Recoba para clarificar el juego siguió siendo superior en el trámite.

El triunfo, así, cayó por su propio peso. Por la sumatoria de méritos futbolísticos. Y como estaba anunciado: de pelota quieta. Cada vez que cayó un centro al área, los albos ganaron. Y el que se terminó vistiendo de héroe fue el Colo Romero tras un centro perfecto del Chino. Así Nacional dio la vuelta. Tiene esencia de campeón.

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