Una de las curiosidades que despertaba la llegada de Diego Forlán a Peñarol y al Campeonato Uruguayo era cómo el atacante iba a sobrellevar los partidos en los que tuviera que jugar de visitante en las canchas chicas del medio local, luego de una brillante carrera forjada las principales ligas del mundo.
Y ayer, en Belvedere, el 10 aurinegro se sintió como pez en el agua. En una estadio con un césped impecable, el jugador fue desnivelante y sacó adelante al carbonero cuando se complicaba el partido y la posibilidad de igualar a Nacional en la cima del Apertura.
Como ya le había pasado en el Franzini, el 10 mirasol tuvo que visitar un diminuto vestuario. Esta vez fue un pequeño camarín con un techo de chapa colmado de piedras. Cuando salió a la cancha, fue recibido con insultos y gastadas por los hinchas de Liverpool, quienes por 90 minutos se olvidaron del Forlán de la selección y desde las gradas lo trataron como a cualquier rival.
A los 17', el rubio delantero encontró la pelota en una posición ideal para rematar. No lo dudó. Sacó un remate seco y Bava dio rebote, que fue ganado por Zalayeta quien puso el 1-0. Peñarol se ponía arriba gracias a una situación nacida en los pies de su 10, quien luego volvió a probar de tiro libre y el remate fue tapado por el arquero.
Con aplausos de sus hinchas e insultos de los negros de La Cuchilla, Forlán se fue al descanso. En el segundo tiempo, luego de que Liverpool empatara el partido y las dudas aurinegras sobrevolaran Belvedere, volvió a aparecer para realizar una jugada maestra, a puro enganche, en la que pasó a cuatro jugadores y cedió la pelota para que Aguiar pusiera el 2-1.
Fue lo mejor que se ha visto de él desde que está en Peñarol. Y lo gritó con alma y vida, como si hubiera sido suyo. Corrió frente a la hinchada carbonera y se plantó gesticulando con broncas que traía guardadas.
Luego, siguió con su juego. Volcado a la derecha y como administrador de las pelotas para los ataques aurinegros, siendo el más claro de su equipo que ganaría por 3-1 para meterse en la definición.
"¡Andá a jugar a Japón!", le gritó un solitario hincha de Liverpool cuando terminó el partido. Forlán, lo escuchó y sonrió.
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