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Elecciones en Conmebol: cambia para que nada cambie

Domínguez asumió y prometió cambios, pero todo lo vincula al pasado
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27 de enero de 2016 a las 05:00
Lo que más se habló ayer en Conmebol fue de renovación, transparencia y una nueva era. Sin embargo, la flamante directiva que arranca tras la elección presidencial del fútbol sudamericano se parece casi en todo a la anterior, en su mayoría tras las rejas debido al Fifagate.

Tras una fuerte negociación política en las últimas semanas, Alejandro Domínguez le ganó la pulseada política al uruguayo Wilmar Valdez. Se llevó la votación por 10-0, luego que Valdez bajara el lunes su candidatura y aceptara un cargo extra para Sudamérica en el Ejecutivo de FIFA, que se abrirá tras la reforma del estatuto en febrero.

Domínguez prometió cambio, renovación y darle vuelta de página a una época oscura. Pero sus vínculos con ese período están por todos lados. Ante todo, Domínguez tendrá que demostrar que la elección de ayer no es una continuación de la política del Gatopardo: cambia algo, para que nada cambie.

Los lazos de Domínguez

Domínguez es hijo de Eduardo Domínguez Dibb, histórico presidente de Olimpia por varias décadas en las que consiguió sus grandes títulos internacionales, y era parte del paisaje político que acompañada a Nicolás Leoz, hoy en prisión domiciliaria por el Fifagate.

Pero el pasado de Domínguez va más allá. Es íntimo amigo de Juan Ángel Napout y esa alianza los llevó hasta el poder del fútbol paraguayo.

Napout fue presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol, y Domínguez fue su mano derecha. Luego, cuando Napout llegó a Conmebol, Domínguez ascendió a la presidencia de la APF. Y ahora, con Napout detenido por el Fifagate, saltó como candidato natural a seguir esa línea política en las elecciones de la Conmebol.

Napout, su amigo

En 2014, Domínguez llegó a asegurar que la gestión de su amigo en la APF era "a prueba de balas". Ayer aclaró que con aquella frase no se refería a la cuestión de Conmebol.

"No quiero evadir preguntas. Tengo una relación de amistad con Napout, pero es un tema de la vida particular. En la vida institucional siempre hice las cosas como me parece. Lo que venimos es a aportar nuestro conocimiento y capacidad para que las cosas que Conmebol ha hecho muy mal puedan cambiar", dijo tras ser electo, y agregó: "Todos tenemos amigos, pero mi gestión no tiene que ver con la amistad. Voy a hacer lo que tenga que hacer".

Cargos para todos

La forma en que se concretó la negociación para la elección de Domínguez, y el reparto de cargos, fue otra muestra de que casi nada cambió en la sede de Luque.

Brasil y Argentina –con muchos de los actores secundarios que estaban antes del Fifagate– fueron los pilares que definieron la elección. Tienen dos votos, pero pesan más que los del resto, al punto que Domínguez ganó la elección gracias a que se aseguró cinco votos de 10: Paraguay, Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela.

Valdez llegó a orillar las seis voluntades, pero era inviable una directiva sin el peso fuerte de brasileños y argentinos.

Y ese apoyo tuvo premio: Luis Segura, presidente de AFA –hasta junio, cuando se decida la elección trunca con Marcelo Tinelli– y exmano derecha de Julio Grondona, se ganó un lugar en el Ejecutivo de FIFA. Brasil logró mantener en FIFA a José Sarney, directivo cercano a Marco Polo del Nero, que a pesar de estar requerido por la Justicia de EEUU se mantiene en la Confederación Brasileña. La primera presidencia fue para Ramón Jesurún, presidente colombiano tras la detención de Luis Bedoya –acordó dar información al FBI al estar cercado–, premio al triángulo Paraguay-Brasil-Colombia que lanzó la candidatura de Domínguez. Y la segunda vicepresidencia fue para Laureano González, de Venezuela, el hombre clave para torcer el último voto que quedaba en el aire.

Además, por ahora se mantendrá Gorka Villar, el polémico secretario del organismo, investigado por la Justicia uruguaya por un supuesto chantaje a los clubes uruguayos que presentaron la denuncia penal en 2013.

Los clubes piden plata

Domínguez tendrá el desafío de enfrentar a una "liga" de clubes que se paró en los pedales y exige 100% de aumento en derechos de TV, ya que aseguran que el nuevo contrato con Fox –renegociado por Napout dejando fuera a los empresarios detenidos por el Fifagate– aumenta de US$ 44 millones a US$ 135 millones al año –200% de aumento–, y a los clubes solo se les aumentó 40%.

Lunes y martes empezaron por pedir los contratos de TV, que hasta ahora no se han hecho públicos. Domínguez los prometió para la semana próxima, y de acuerdo a eso los clubes definirán una plataforma concreta. "Queremos que la plata que entra a Conmebol, deducidas las necesidades, sea traspasada a los artistas del fútbol. Me gustaría un plan así para poder retener más a las estrellas del fútbol sudamericano", dijo ayer Domínguez.

El paraguayo también deberá decidir si mantiene el contrato con Fox hasta 2018, o si decide abrir y llamar a licitación (ver nota aparte). Fue uno de los puntos que quedaron como compromiso tras las reuniones: políticamente será muy difícil de ahora en más extender derechos sin una licitación abierta, como era la usanza. Quizá esa sea una de las pocas señales de renovación que quedaron, una vez que se despejó el polvo de la bomba de seis meses de Fifagate. Porque en la práctica, por ahora nada cambió demasiado.

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