Fútbol > EL TAPADO DE LA FECHA

El zaguero que se destaca en el arco

Gonzalo Falcón fue figura ante Peñarol, le gusta cómo ataja Conde y tuvo muchos consejos de Carini
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14 de noviembre de 2017 a las 05:00

El jueves cumplirá 21 años y algo va a tener que llevarle a sus compañeros de Juventud de Las Piedras para que celebren junto a él. Es la tradición. Claro que, para eso, le gustaría poder cobrar el sueldo antes.

"Mi intención es llevar sanguches, pero vendría bien que me pagaran antes", dijo sonriendo Gonzalo Falcón a Referí. El arquero de los pedrenses fue una muralla contra Peñarol, que solamente pudo vulnerar el goleador del momento: Cristian Palacios, cuando faltaban seis minutos.

Mide 1,90 metros y dice que el básquetbol nunca le llamó la atención y que nunca hablaron de ningún club con él. "Menos mal que no lo hicieron porque en eso soy malo", agrega.

Toda su vida la vivió en Manga y le gustaría poder comprarse algún día una casita para vivir con su novia Natalie allí mismo. Por ahora, sigue viviendo con sus padres y el barrio le encanta.

Hace tres años que está en pareja, pero por ahora, no tiene apuro en casarse o irse a vivir juntos.

Natalie va siempre a verlo junto con los padres de Gonzalo y el sábado en el Campeón del Siglo ante Peñarol "estaban nerviosos", explica el golero de Juventud. Y agrega: "Mi viejo cumple el miércoles y me había dicho que si le ganábamos a Peñarol, festejábamos los dos juntos. No se nos dio pese a haber jugado un gran primer tiempo. Fue increíble que se nos fuera de las manos al menos ese empate".

Cuando entró Palacios, cuenta Falcón que pensó para sí mismo: "Hay que estar atentos porque la puede mandar a guardar en cualquier momento, ya que anda clarito. Y así fue".

Fueron compañeros en Juventud hace unos años, cuando Palacios fue goleador del Clausura 2015 y llevó de la mano al club a jugar la Copa Sudamericana. "Es un gran goleador", dice.

Esa noche, más allá del resultado, cuando llegó a su casa y miró el celular, vio mensajes de muchísima gente que lo quiere y de excompañeros que lo felicitaban por su notable actuación.

"Me mandaron mensajes felicitándome Fabián (Carini) y Martín Rodríguez, quienes fueron compañeros míos en Juventud, y ambos arqueros".

Otro que tampoco se olvidó de él fue Leonel Pintos. "Fue quien me enseñó todo en mi puesto de arquero: cómo tirarme, cómo salir, cómo no hacerlo. Me tuvo bastante paciencia", recuerda.

Cuando jugaba al baby fútbol en Tacuarembó Juniors de su barrio en Manga, empezó como golero, pero le gustaba jugar fuera del arco y entonces se probó varios partidos como zaguero central. Tanto fue así, que cuando fue a probarse a Juventud, lo hizo en ese puesto hasta que un día en la Preséptima, el técnico le dijo si no quería ir al arco. "Yo le contesté que en baby había jugado en ese puesto. Me probaron y ahí quedé hasta hoy", explica.

En su debut en Séptima no le fue bien. Primer partido, cinco goles en contra ya que cayeron 5-1 ante Liverpool. Pero "de todo se aprende".

En aquella época se tomaba dos ómnibus para llegar a Las Piedras y tardaba más de una hora en llegar.

Hoy va hasta la Perimetral en ómnibus y allí lo pasa a buscar Lucas Correa, un compañero para llegar a la práctica. Todos los días. "Por eso, algún día hay que ponerse con la nafta", añade sonriendo.

Hasta hace poco, lo pasaba a buscar Fabián Carini, hasta que dejó el fútbol y a veces también Juan Castillo, el otro arquero.

"Leonel Pintos me decía: 'Venís todos los días con Fabián. Preguntale cosas, que te tire consejos. Y ahí empecé a preguntarle y él me contestaba todo. En esa época, yo no me daba cuenta de a quién tenía al lado, de la importancia que tenía. Un arquero que había estado en Juventus, en Peñarol, en la selección. Con el paso del tiempo, recuerdo aquellas charlas que también me enseñaban mucho", indicó.

Gonzalo tiene espejos como arquero. Internacionalmente le gusta Manuel Neuer "porque juega bien con los pies y mete los brazos por todos lados", y en el fútbol local, le gustaba Carini, "lo miraba mucho" y también "el Coco Conde", de Nacional.

Cuando el club no estaba bien económicamente, en las inferiores debió entrenar "en la placita Herten de Las Piedras o en alguna cancha de básquetbol con piso de material. También había otra con pedregullo. ¡Y había que tirarse! Hoy, por suerte, hay un gran complejo".

Fue hasta tercero de liceo y luego hizo la UTU en el curso de Deportes porque le gustaba ser preparador físico. Adrián su padre, lo llevaba hasta General Flores con una viandita "y yo comía en el ómnibus hasta Las Piedras porque no me daba el tiempo".

Él alguna vez ayudó a su padre trabajando en su almacén en el barrio y cuando empezó a cobrar, dio una mano con algo de dinero.

Tiene un gran recuerdo de Jorge Giordano, el técnico que lo subió a Primera. "Con 17 años fui a firmar contrato con mis padres porque era menor. Jorge me ascendió. Es un monstruo. Sabe un montón", indicó.

Está muy contento "con los cambios en la selección, sobre todo en el medio. Hay jugadores que dieron mucho, pero por tema de edad, ya no están para jugar. Me gusta mucho ver gente joven".

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