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El trágico destino de los boxeadores

Como Héctor "Macho" Camacho, muchos otros expúgiles tuvieron un final triste
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22 de noviembre de 2012 a las 21:48

En 2005 lo capturaron con posesión de drogas. En 2007, alcoholizado, quiso robar una computadora en un local. En 2011 salió ileso de un atentado a tiros. Los días del exboxeador de Puerto Rico, Héctor “Macho” Camacho, estaban contados.

El martes recibió un disparo en la mandíbula que le rompió las cervicales y la carótida. Los médicos certificaron el jueves su muerte cerebral y para este viernes esperan la llegada a San Juan de su hijo para desconectarlo de la máquina que lo mantiene con vida artificialmente.

Una vez más, el boxeo y la tragedia se vuelven a unir.

En un deporte históricamente ligado a personas de orígenes humildes que ven al boxeo como una desesperada oportunidad de ascenso social, el drama está a la vuelta de la esquina.

Los riesgos no solo están arriba del ring donde muchos perdieron la vida como Jimmy Doyle, tras sufrir un terrible gancho de la zurda de Ray Robinson en 1947 o el cubano Benny “The Kid” Paret ante Emile Griffith en 1962.

Las secuelas de los golpes quedan para toda la vida. Muhammad Alí lucha desde hace años con el mal de Parkinson.

Para otros, el hecho de pasar de la fama y de una buena posición económica al olvido. es como una muerte en vida.

El escritor argentino Julio Cortazar retrata estos padecimientos en su cuento Torito, sobre el argentino Justo Suárez, que pasó de ser ídolo popular a morir de tuberculosis en la miseria absoluta en 1938.

A Joe Louis, campeón mundial de los pesos pesados en la década de 1930 y retirado por los puños de Rocky Marciano, el estado le confiscó todos sus bienes cuando se retiró.

El cantante Frank Sinatra lo ayudó en su momento, pero después fue internado en un manicomio y pasó sus últimos cuatro años de vida postrado en una silla de ruedas.

El documental Días distintos cuenta la historia del mexicano Víctor Manuel Rabanales, campeón mundial gallo en 1992, a quien le vendieron el volcán Popocatépetl en US$ 30.000, lo poco que le quedaba tras su paso por los cuadriláteros.

Hombres del bajo, habitués de clubes nocturnos y de la noche, varios púgiles murieron en episodios que nunca fueron esclarecidos.

Sonny Liston, a quien destronó Alí cuando era Cassius Clay en 1964, murió en 1970 cuando se preparaba para enfrentar al canadiense George Chuvalo. La policía de Las Vegas primero informó que su muerte se debió a una sobredosis de heroína, pero luego dijo que Liston falleció por una afección pulmonar y un paro cardíaco.

El argentino Ringo Bonavena, quien perdió ante Alí por un título mundial pesado, también murió en el estado de Nevada en 1976. Fue a la salida de un prostíbulo en un episodio que nunca fue aclarado. La prensa de aquellos años informó que se trató de un episodio de faldas.

El mejor boxeador argentino de la historia, Carlos Monzón, perdió la vida en 1995 en un accidente automovilístico en Santa Fe durante una salida transitoria de la cárcel. Estaba preso por asesinar a su esposa uruguaya.

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