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El sueño de surfear una ola de aire

Lo más nuevo de la temporada en deportes náuticos en Punta del Este es el flyboard, que permite elevarse hasta 10 metros
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01 de enero de 2014 a las 18:35

Francia es conocida en el mundo por sus vinos, por sus quesos, por sus baguettes, por sus perfumes y la Torre Eiffel, por sus diseños de modas y los besos de sus mujeres. Pero a partir de este verano 2014, hay que agregarle una perla al collar franchute. Porque llegó a Uruguay el flyboard, un invento del campeón mundial de motos de agua, el francés Franky Zapata.

Desde finales de 2011 que Zapata experimenta con prototipos para darle al llamado moto-racing un plus más allá de las carreras. Entonces, aprovechando la propulsión del motor de una wave runner, Zapata colocó una manguera que succiona el agua del motor y la lanza bajo una especie de skate que tiene adosadas dos botas de plástico, donde se para la persona que práctica flyboard. De esta forma, con cada aceleración de la moto, el impulso de la manguera sobre el skate hace que la persona que está sumergida en el agua salga despedida varios metros por encima de la superficie. Una vez en el aire, la destreza del practicante hace el resto.

En la parada 18 de la playa Mansa está la escuela náutica Daiquiri, donde un uruguayo, Nicolás López, practica flyboard, lo difunde y tiene a disposición un equipo para quienes se animen a probarlo.

López conoció el deporte en Florianópolis, a finales del año pasado, y fue un flechazo a primera vista. En solo algunos meses, López se transformó en un especialista en flyboard, si no basta ver el video que acompaña este artículo en su versión web.

En realidad, López, de 37 años, es un empresario de transporte y dueño de una estación de servicio en Montevideo, y tomó el flyboard como hobby de verano. De esta manera se introdujo en Uruguay.

La imagen de una persona haciendo flyboard se parece mucho a la de un superhéroe de cómic: una mezcla entre los tentáculos de Octopus y la estela aérea que genera el Hombre de Hielo. El flyboarder sale despedido del agua y vuela a varios metros de altura, mientras desde debajo de su mini tabla, donde va parado, dos chorros de espuma blanca expulsan el agua que succionó la manguera

El instructor utiliza una moto de agua Kawasaki 300, con más de 110 caballos de fuerza, para poder generar la potencia necesaria para elevar a la persona que realiza flyboard. La manguera que conecta el motor de la moto con la base donde va parada la persona tiene unos 15 metros de largo y logra en su altura máxima unos 12 metros sobre el nivel del agua.

La base para practicar el flyboard es el equilibrio. Si la persona que lo practica tiene alguna experiencia en surf, en skate o incluso en windsurf, ya tiene buena parte del camino recorrido. “Es como la bici. Si tenés control sobre tus piernas lo dominás bien, no te domina ella”, dijo López a El Observador.

Según quienes se animan a practicar el flyboard, la sensación es cercana a surfear en el aire. Los movimientos combinan varias técnicas y por momentos se parecen a una danza de contrapesos a una altura importante sobre el agua. “Es como si estuviera surfeando una ola imaginaria”, lo resume López con una sonrisa de satisfacción.

Para quienes poseen un nivel nulo o muy básico, la potencia en el motor es baja y la manguera apenas hace elevar a los practicantes un metro del agua. A niveles más profesionales, la altura obviamente es mayor. Pero López resalta la facilidad de los novatos para ganar en altura. “Es bastante fácil tomarle la mano. Solo hay que practicar un poco”, dice el instructor.

Cada salida tiene una duración de media hora, con unos minutos previos en el agua que López describe como “teóricos”, y cuesta US$ 100. El practicante lleva su equipo de seguridad, compuesto por un salvavidas y un casco, para evitar los golpes fuertes en la cabeza. Otro elemento importante es la profundidad en la que se practica, ya que en una playa baja como la Mansa las motos deben avanzar sobre aguas un poco más profundas.

La guardería Daiquiri de la parada 18 de la Mansa está abierta desde las 12:00 hasta que cae el sol y ofrece además guardería de motos, alquiler de wave runners y motos de agua, bananas inflables y también brinda clases de ski acuático. El flyboard estará disponible hasta finales de febrero.

Bailando sobre la lluvia

A pesar de la juventud de este deporte, en sus dos años de vida los practicantes de flyboard han desarrollado varias rutinas y las han bautizado con nombres alusivos. Por ejemplo, existe el mortal adelante y el más dificultoso mortal hacia atrás, donde el deportista hace un giro de 360 grados para seguir en el aire antes de tocar la superficie. También es común entre los flyboarders el llamado “delfín”, donde el practicante entra y sale del agua en sucesivos arcos, al igual que un delfín. El efecto del agua cayendo desde bajo las botas del flyboarder a mucha altura genera una especie de lluvia artificial.

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