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El sueño de la piscina olímpica

El Mundial de Budapest encendió la esperanza para que Uruguay concrete su piscina de 50 metros
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30 de julio de 2017 a las 05:00
Con inocencia, esa ilusión que a los 16 años aparece inquebrantable y el baño –nunca mejor expresado en este caso- de realidad que los deportistas uruguayos suelen darse rápidamente fuera de fronteras, el joven nadador uruguayo Santiago Saint-Upery que en el Mundial de Budapest 2017 hizo su estreno, dejó planteada una realidad que vivieron y sintieron todos los que alguna vez salieron a competir al exterior.

"¿Qué me dejó el Mundial? Que me sentí en otro mundo, por la piscina y el nivel de las competencias. Lamentablemente en Uruguay no podemos tener una piscina así", reflexionó con Referí tras su carrera de 200 metros pecho.

¿Qué es una piscina olímpica? ¿Uruguay no puede tener una piscina olímpica? ¿Qué se necesita? ¿Cuántas hay en Sudamérica? ¿Qué planes tiene la Federación Uruguaya de Natación (FUN)?

La piscina olímpica es el escenario en que se desarrollan las competencias internacionales de natación, desde un torneo regional a un mundial o juegos olímpicos. Tienen 50 metros de largo y 10 andariveles. El 0 y 9, los de los extremos, quedan libres en las competencias y solamente se utilizan en las pruebas eliminatorias en las que participan cientos de nadadores.

En Uruguay hay dos piscinas de 50 metros: la de Neptuno, que fue construida hace medio siglo; y la de Campus de Maldonado, que se inauguró en 1976, para el Sudamericano de natación de Uruguay. Luego se disputaron dos más, en 1994 y 2004, ambos en ese mismo estadio. Sin embargo, ninguna de las dos se encuentra en condiciones de recibir actualmente competencias internacionales. La FUN no tiene en la actualidad infraestructura para organizar una actividad que trascienda los límites de sus fronteras, si se rigiera por las reglamentaciones de FINA.

En 2013, el gobierno intentó desarrollar un plan que permitiera recuperar plenamente la piscina de Neptuno y hacer de ese club un minicentro de alto entrenamiento, pero el proyecto navegó a la deriva. En ese momento, Daniel Daners, integrante de la Secretaria Nacional de Deportes (SND), dijo: "Por su tipo de construcción y su falta de mantenimiento es de lo más difícil de recuperar (la piscina de Neptuno). La pileta tiene una rajadura importante con una pérdida, el techo tiene desprendimientos en el recubrimiento de las vigas pero la estructura no está comprometida. Tiene poca inercia térmica en las paredes lo que eleva su costo de uso, no tiene extractores funcionando y está mal iluminada. Por eso hay que analizar los costos para recuperarla dentro del acuerdo global".

Esa es la realidad de Uruguay, que quedó medio siglo atrás en infraestructura deportiva. Un tema que ya no solo lo sufre la natación, sino que las carencias y la vetusta infraestructura deportiva fue un asunto que inquietó a la SND cuando desembarcó Fernando Cáceres como la cabeza del deporte en Uruguay en 2005. Desde entonces fueron dando pasos para avanzar y ordenar las inversiones hacia el futuro. Sin embargo, empezar a remontar 50 años no es tarea sencilla.

Los problemas de infraestructura en la natación en Uruguay, actualmente se extienden hasta en el fútbol, donde como deporte popular y de mayor convocatoria no debería tener obstáculos. Sin embargo, están. Desde 2006, Uruguay piensa organizar o coorganizar el Mundial de fútbol 2030; once años después, en este 2017 los pasos que dieron fueron lentos, más allá de los políticos para reafirmar el interés. En obras, Uruguay no avanzó hacia 2030. Por lo pronto, la concesión de los permisos de la Intendencia de Montevideo para el Estadio Centenario, están vencidos. El estadio pertenece a la Intendencia y a la Asociación Uruguaya de Fútbol, a la primera el terreno y a la segunda la construcción, y desde hace cuatro años hablan de lanzar un llamado a concursos antes de renovar el acuerdo. El objetivo que se plantearon ahora es cerrar los pliegos y presentarlos públicamente en 2018, a 12 años de cumplir un siglo del primer mundial.

Los mismos problemas se registraron en el básquetbol, el segundo deporte, en el que la solución llegó tras la construcción del polémico Antel Arena, que se financia con recursos del estado.

Desde que se derrumbó el Cilindro Municipal en 2010, que también estaba vetusto y organizar una competencia internacional implicaba asumir riesgos ante la posibilidad de que el techo se lloviera, Montevideo se había quedado solo con el Palacio Peñarol como escenario para recibir sus competencias importantes y que el próximo mes tendrá el desafío de recibir la America Cup.

El Antel Arena pondrá a Uruguay en el siglo XXI al menos para el básquetbol, handball, futsal, y otros deportes de gimnasio.

El ciclismo atraviesa por una situación similar con su pista del Parque Batlle, que en el último lustro consideraron levantar por el alto costo de mantenimiento y que necesita actualización, y por el descuido en el que había caído. Sin embargo, por aquello de aferrarse a que ese es el lugar del ciclismo, aunque no se utilice, quedó la pista emparchada, para organizar espectáculos de carnaval, música y de entretenimiento, y muy lejos de su finalidad, que es que cada día reciba a cientos de ciclistas para entrenar y que semanalmente o mensualmente se transforme en sede de pruebas locales e internacionales.

La realidad en el agua

El costo de la construcción de una piscina de 50 metros varía, porque está sujeto a los materiales que se utilicen y la tecnología que se le incorpore. Explicaron a Referí en Budapest que una de bajo costo pero en condiciones para organizar competencias internacionales, se puede llegar a construir por US$ 700.000. De allí en más, la inversión no sabe de límites.

De todas formas, uno de los aspectos más importantes es el mantenimiento, que suele ser muy costoso y es en un aspecto en el que la FINA hace hincapié con sus federaciones a la hora no solo de construir piscinas, sino brindarle lo necesario para que se mantenga en el tiempo.

En Sudamérica, los 12 países afiliados a la Confederación Sudamericana de Natación (Consanat), los 10 que suelen asociarse con el continente del sur americano más Guayana y Surinam, tienen al menos una piscina de 50 metros.

El presidente de Consanat, el paraguayo Juan Carlos Orihuela, quien en las elecciones de hace una semana en Hungría pasó a integrar el buró de FINA, vivió en carne propia la experiencia del desarrollo de la natación en su país y fue protagonista de su crecimiento.

Cuando llegó a la presidencia hace una década –se vinculó al deporte como padre de niños y adolescentes a los que le gustaba el deporte, lo mismo que sucede en Uruguay-, su gran preocupación pasaba por construir una piscina de 50 metros. Paraguay no tenía ninguna, y mucho menos desarrollo en ese deporte. En poco tiempo, con el apoyo del gobierno, que se involucró en el proyecto de la natación, y de empresas privadas, construyó tres. Así se lo explicó a Referí.

Actualmente, la natación en Paraguay está elevando su nivel a partir de escuelitas de formación de futuros talentos entrenando en la infraestructura apropiada. Las tres piscinas olímpicas de Paraguay son el símbolo del crecimiento de esa federación.

En ese contexto, Orihuela, quien se ha transformado en la referencia de la nueva camada de dirigentes que empujan en Sudamérica, quiere ayudar a Uruguay a tener su piscina de 50 metros. Así se lo hizo saber a Referí.

"Esto no quiere decir que lo vamos a hacer, sino que tenemos que pensar estrategias para que Uruguay tenga su piscina de 50 metros, y para ello es muy importante que se involucre el gobierno, porque sin el apoyo de los gobiernos no se desarrolla el deporte. Lo digo porque lo vivimos así en nuestro país y porque es lo que sucede en el mundo", explicó.

En las tres Américas solamente tres países no tienen piscinas de 50 metros, Uruguay y dos pequeñas islas del Caribe, explicó el dirigente. En los demás hay al menos una.

El desarrollo de la natación en el continente sudamericano, pese a sus escasos éxitos en los mundiales, por la falta de tradición en esta disciplina, encontró en las últimas décadas picos de crecimiento. Paraguay fue el último ejemplo.

"Me imagino que en Uruguay deben estar esperando que venga Julio (Maglione) y diga: 'Tomen, aquí está la piscina olímpica'. Y sería muy fácil para él, si no fuera responsable en la función que cumple y dijera: 'Vamos a hacer una piscina en Uruguay'. Pero no sería justo ni equilibrado en la función en la que se encuentra en la que no representa a un país sino el interés de las 208 federaciones y en la que debe apoyar a todos por igual", subrayó Orihuela.

De todas formas, el presidente de Consanat quiere alimentar el sueño de que en los próximos años Uruguay tenga su piscina olímpica. Lo alimenta con los pies en la tierra y subraya la importancia que el gobierno se involucre.

El programa de desarrollo de Maglione para los próximos cuatro años en FINA es promover el crecimiento de las federaciones más pequeñas, que son las que más necesitan. En ese contexto, Uruguay, como otros países de escasos recursos se pueden beneficiar.

La mira de la FUN

"La FUN está pensando en un complejo de natación. Es un tema que planteamos desde el primer día que asumimos", explicó Verónica Stanham, presidente de la Federación Uruguaya a Referí.

"La FUN debe hacer todo lo posible para generar en Uruguay piscinas de 50 metros. Creemos que si bien en nuestro plan a una década no estaba en los primeros años ese objetivo, creemos que la masa crítica que vamos a tener nadando será el doble o triple de lo que hay actualmente en la FUN y debemos darle la oportunidad a nuestros jóvenes nadadores que tengan la posibilidad de competir en piscinas de 50 metros", subrayó.

Al frente de la delegación que participa en el Mundial de Budapest, Stanham que llegó a la FUN hace tres años con aires renovados y la aspiración de brindar un salto de calidad, avanza en silencio en su proyecto. Por el momento, ha promovido la natación en todo el país, luego de dividirlo en tres regiones: Norte, Sur y Este.

"Debemos hacer los procesos de entrenar. Creemos que con un complejo de 50 metros no solo se van a beneficiar los nadadores que vayan a los torneos, sino también toda la comunidad", subrayó.

Para Stanham es fundamental involucrar a municipios y al gobierno central para que la natación crezca.

La aspiración de Stanham es tener tres complejos de natación con piscina de 50 metros. Uno en Montevideo, uno en Maldonado y el otro en el norte del país.

De todas formas, pide ir despacio. "Paso a paso. No pedimos hacer todo a la vez, pero somos conscientes que cada vez hay más gente con interés de nadar. Ahora estamos haciendo torneos departamentales y regionales, se han sumado más clubes con intención de comenzar a competir con sus escuelitas. Eso sin dudas le dará mejor visibilidad a Uruguay".

A modo de sueño y aspiración a la que no renuncia, la presidenta subraya: "Sí, está en nuestro plan la piscina de 50. Vamos a trabajar intensamente para lograr dejarle a Uruguay, por el bien de toda la comunidad, una piscina olímpica".

Stanham explicó que a nivel local en Uruguay se "siguen construyendo piscinas de cemento, que a nivel internacional ya no existen".

También comentó que en Uruguay se nada en piscinas de 30ºC y 32ºC en las que no hay mucha ventilación, y con mucho cloro, que a la larga, con los años, es perjudicial. "Tenemos que tomar mucha conciencia de lo importante que es empezar a construir paso a paso estos complejos".

El problema se traslada a otras disciplinas dentro de la natación. Las competencias de waterpolo y nado sincronizado requieren de escenarios con dos metros de profundidad, y la tendencia en Uruguay fue construir piscinas de 1,40 a 1,60 metros de profundidad, para abaratar costos y reducir los gastos de mantenimiento. Esa limitante impide que esos deportes se desarrollen, pese a que en 2016 se iniciaron escuelitas de nado sincronizado y en este 2017 comienzan las de waterpolo.

Las cinco escuelitas de nado se desarrollan en la piscina municipal de Rocha, Centro de Choferes de Pando, Plaza Nº 11 del Cerro, Plaza de Deportes de Paysandú y en Punta del Este, en la mayoría con el apoyo de la SND.

En medio de ese crecimiento en silencio y lento, la natación uruguaya busca su espacio para construir bases solidas que le permitan dar un salto. "Vuelvo a Uruguay con mucha expectativa, con un trabajo profesional que estamos plasmando en papales y que vamos logrando de a poco", reflexionó Stanham.

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