Nunca es bueno festejar antes de tiempo. Que se lo digan a los hinchas de América de Cali que hacían la cuenta regresiva para festejar la copa Libertadores 1987 hasta que Diego Aguirre los enmudeció con un golazo para Peñarol, o a los de PSV que celebraban el título mundial cuando el Vasco Ostolaza metió aquel cabezazo en el minuto 120’ que hizo festejar a Nacional.
Bueno, ahora fue un relator partidario de Talleres de Córdoba, de la Segunda División de Argentina, que festejó con una euforia inusitada el gol que marcó su equipo a los 89 minutos, y que le daba a la victoria 1-0 ante Almirante Brown, clave para mantenerse en la. Además del grito desenfrenado, dedicó algunas curiosas referencias poéticas curiosas a su ciudad, aprovechando la tarde lluviosa, como “qué lindo volver a volver a abrazarse bajo esta lluvia de mi ciudad, que lindo que le queda a las minas la remera ajustada a sus senos” o “que lindo verse mojado por esta lluvia de amor”.
En eso seguía el relator, emocionándose con las maravillas de Córdoba. Pero el partido siguió, y Almirante Brown fue a buscar el empate. Hasta que en el medio de la euforia, llegó el gol del rival. Y el freno en seco del relator, que sólo atinó a lanzar al aire una puteada. Y luego, una muy sincera reflexión. “Semejante inspiración que había pensado ayer de noche entre copas, y Almirante me deja mudo. Es una joda. Empató Almirante 1-1”.
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