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El prodigio que quedó en el olvido

Creció en Danubio, se formó en Real Madrid, pasó por Mónaco y hoy lucha por mantener a Valenciennes en la primera división de Francia; el uruguayo cuenta su historia, en la que aún queda un sueño por cumplir
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03 de marzo de 2014 a las 08:21

A los 19 años, Gary Kagelmacher recibió la oferta que debe ser el sueño máximo de todo jugador para su carrera: ir a Real Madrid. Fue imposible decir que no, y así, de muy chico, el fútbol llevó a este zaguero uruguayo formado en las juveniles de Danubio a una de las instituciones más poderosas del mundo.

“Como siempre dije, me fui muy chico de Uruguay, casi sin haber jugado en Primera y este es mi séptimo año acá en Europa”, cuenta a El Observador desde Lille, Francia, donde vive actualmente el defensor de Valenciennes, club de la máxima categoría del fútbol galo.

“En Danubio jugué en el año que salimos campeones con Gustavo Matosas, cuatro o cinco partidos, y en 2007 ya me vine para Europa. Fue después del Mundial sub 20 de Canadá”, recuerda el zaguero, que ahora tiene 25 años y quien en esa selección fue compañero de Luis Suárez, Edinson Cavani, Martín Cáceres y Diego Arismendi, entre otros.

Real Madrid

Su llegada a Madrid “fue un cambio muy grande”, recuerda. “Fueron tres años en los que jugué en el segundo equipo y en el último tuve la oportunidad de debutar en el plantel principal, en el último partido de Liga, ante Osasuna, y la verdad que tengo muy lindos recuerdos”.

Juande Ramos fue el DT que lo subió a Primera para ese partido. “Casi siempre, de vez en cuando por lesiones y porque el DT quería ver jugadores del segundo equipo, entrenábamos con ellos. Estaban todos, Casillas, Raúl, Robben, Higuaín, Guti, Robinho, Van der Vart, jugadores con gran nivel técnico, y la verdad que la pasé bien. Los españoles, al hablar el mismo idioma que nosotros, como que te abren las puertas un poco más”.

Los tres años de contrato con los merengues llegaron a su fin y Gary, con 22 años, tuvo que buscarse un nuevo club debido a que era complicado competir con los jugadores de renombre que compraba Real Madrid. “Era imposible un lugar en el primer equipo”, comentó. “Quería jugar en Primera y decidí que a la primera oferta que tuviera, no importaba que país fuese, me iba. Y me tocó en Bélgica, en un equipo muy modesto y chico, Germinal Beerschot, pero la pasé bien, hice buenos compañero y era en una linda ciudad. Estuve un año y medio, y tuve la oportunidad de ser capitán, lo que me tomó por sorpresa porque había jugadores con experiencia en el club, pero optaron por mí, y, para lo que es mi carrera, me dio mucha fuerza”.

Francia

Tras su paso por el fútbol belga, otro grande de Europa volvió a fijarse en él: Mónaco de Francia. “Fue en enero de 2012”, recuerda. “No fue una decisión fácil. Mónaco había bajado a Segunda, no tenía buenos resultados, no había comprado jugadores, el príncipe (Alberto) se había desocupado un poco del equipo y la verdad que estaba por descender a Tercera. Justo ahí, el propietario de hoy en día (el magnate ruso Dmitry Rybolovlev) lo compró y para ese período de pases trajo 10 jugadores. Y en esos seis meses nos mantuvimos en Segunda. Para el otro año fue más fuerte y trajo jugadores de Primera y al técnico italiano Claudio Rainieri”.

En esa temporada en Segunda, Kagelmacher disputó todos los partidos y el equipo del principado logró el ascenso. “Fui siempre titular. Jugué los primeros seis meses para mantenernos y el año pasado con Rainieri” comentó.

Pero nuevamente, la política de comprar jugadores de renombre volvió a jugarle una mala pasada a Kagelmacher. “Con el ascenso, yo ya sabía que el presidente iba a tener buenos jugadores. Cuando ficharon a Falcao, la vi un poco fea. Después trajeron a Abidal y Carvalho, zagueros que tienen una edad importante pero han jugado en los mejores equipos de Europa y no se les puede decir nada. Una semana antes de que terminara el período de pases hablé con el DT y me dijo que iba a ser un año complicado para mí y que me buscara un equipo para que jugara, que era lo que quería”.

Valenciennes

Sin mucho tiempo para recibir ofertas, se fue cedido a Valenciennes, “un equipo modesto de Francia”, comenta Kagelmacher. “Conozco la lengua, el campeonato, y pensé que lo mejor era quedarme en Francia y asegurarme un puesto en Primera división”. Actualmente tiene la marca de haber jugado todos los minutos en Valenciennes y de recibir una sola tarjeta amarilla. “No me han sacado ni un minuto. Tengo la confianza del entrenador, la gente está muy contenta conmigo y yo con mi rendimiento también”.

La posición de su equipo no es la mejor, ya que lucha para evitar perder la categoría. “Está complicado, porque hace años que el equipo no viene bien, hay problemas internos. Es un año difícil, quedan 12 o 13 partidos, estamos a dos puntos de salir de la zona de descenso, así que habrá que seguir peleando para dejar al equipo en Primera”.

El uruguayo viaja 30 minutos por día a entrenar porque con su señora prefirieron vivir en Lille, una ciudad más grande que Valenciennes y “con un poco más de vida”. “Hace un año y tres meses me casé y estamos esperando una nena que va a nacer en dos meses. Mi esposa es una persona que me da mucho apoyo, me ha seguido desde Madrid, y es muy importante”, comentó.

En sus ratos libres aprovecha para mejorar sus idiomas y seguir el fútbol uruguayo y la actualidad del país. En Montevideo estudió en el Colegio Alemán de donde salió con conocimientos de inglés y alemán. “Eso me ayudó a comunicarme más rápido en lugares como Bélgica, donde se habla inglés. Ahí también aprendí holandés, que se habla un poco, y acá aprendí francés. Estoy entre los cuatro y cinco idiomas”, señala.

El otro sueño

Kagelmacher recuerda sus años en las selecciones juveniles y ve como sus compañeros de aquel entonces hoy defienden la celeste de Tabárez. Con respecto a la selección mayor, el zaguero expresó: “Siempre digo que trabajo para eso también. Me fui joven de Uruguay y tal vez la gente se olvida un poco de mí, tal vez es por mi apellido, que no es Rodríguez ni González, es una mezcla de cosas que llevan a que capaz que la gente no se acuerde de mí”.

“Hace siete años que estoy en Europa, tengo más de 200 partidos y eso no es fácil. Yo trabajo con humildad y espero el llamado, porque lo más lindo para un jugador es representar al país”, señaló.

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