En la tarde del sábado, en la explanada de la Intendencia Municipal de Montevideo se percibía un triunfo celeste. Cientos de familias, niños, jóvenes y veteranos, se hicieron presentes para asistir al partido Uruguay-Costa Rica en la pantalla gigante instalada desde la copa del mundo de Sudáfrica en 2010. El frío acompañaba, pero nada frenaba los gritos de aliento, los tambores, los cohetes y los papelitos.
El coro de "soy celeste" se mantuvo permanente hasta que Costa Rica metió el primer gol. El empate cambió las sonrisas por cejas fruncidas de enojo y suspiros de preocupación. El segundo tiempo fue un largo y agonizante periplo, en donde los tambores dejaron de sonar y todo era silencio. En una 18 de julio desierta, los hinchas comenzaron a marchar con vuvuzelas calladas y banderas sin agitar.
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