El paradójico Peñarol

Mire que es sufrido ser hincha de un equipo de fútbol, aunque en algún momento la recompensa sea inmensa. Porque la pasan mal. La bronca con la que se retiraron el domingo del Estadio los parciales de Peñarol, que no podían disimular el fastidio con el técnico por la forma en que juega su equipo y los cambios que realiza, por los rendimientos individuales y la actitud colectiva, no se ajusta a la información que brindan las tablas de posiciones –marcha primero en el Clausura y en la Anual–, pero refleja la forma en que están padeciendo el recorrido en el torneo local, sin un buen libreto, más jugado a milagros y aciertos individuales, que a acciones colectivas, y a errores arbitrales que lo benefician, como el domingo en el gol del triunfo.

De todas formas, Peñarol venció 1-0 a El Tanque Sisley en la octava fecha del Clausura, mantuvo el dominio en todas las clasificaciones, pero futbolísticamente sigue en duda, a tal punto que de no mediar la actuación del golero Danilo Lerda, el final hubiera sido totalmente diferente. Porque los fusionados dispusieron de 11 ocasiones para convertir y nunca pudieron inflar la red. Incluso, en la última pelota del partido Fagúndez estrelló su remate en el palo. Peñarol, apenas generó cuatro.

Los dirigidos por Jorge Da Silva sufrieron problemas de funcionamiento que nunca pudieron disimular, ni con el ingreso de Fabián “Lolo” Estoyanoff, que le cambió la cara al ataque mirasol, pero que igual arrastró la carga de un equipo que resolvió todos los asuntos a las corridas.

El entrenador de Peñarol dispuso, como lo hace siempre, un mediocampo con dos volantes por adentro (Cristóforo y Novick), con clara vocación defensiva, y dos por afuera (Zambrana y Gallegos), pero ninguno de los dos que tenía la función de generar fútbol fue capaz de hacerlo. Además, para colmo de males: Zalayeta jugó sorpresivamente un discreto partido y Olivera sigue sin alcanzar el rendimiento del Apertura. A tal punto llegó la crisis de Peñarol, que lo mejor de mitad de cancha para arriba lo puso el lateral derecho (Aguirregaray), que se mandó una y otra vez al ataque para intentar solucionar todos los problemas. Con ese panorama no existe estructura que pueda sostener algo en ataque. De mitad de cancha para atrás el equipo funcionó en el primer tiempo.

La primera parte transcurrió casi sin riesgo en las áreas. Apenas dos cabezazos, ambos en pelotas quietas, de Novick y Alejandro González sumaron para la estadística de Peñarol. El Tanque recién apareció en el final, cuando Martínez se perdió la primera y Valdez salvó un gol en la línea.

En el complemento, Da Silva mandó a Estoyanoff a la cancha por Gallegos, para cambiar el partido, pero el problema empezó en su área, por la presión que puso El Tanque y porque a los 53’ fue expulsado González. Hasta el gol de Estoyanoff, los fusionados transformaron en héroe al golero de Peñarol y no convirtieron porque no pudieron, porque lo intentaron.

Cuando menos lo merecía, y en una incidencia en la que Olivera le cometió infracción al golero, Estoyanoff estableció la diferencia que resultó definitiva. Pero el partido no quedó cerrado hasta que pitó el árbitro. Aparicio fue expulsado a los 70’ y en la hora se salvó el arco de Peñarol.

Los aurinegros siguen jugando mal, pero andan con liga, ganan y las tablas le siguen regalando guiños. Al fin y al cabo, aunque sea paradójico, eso es lo que cuenta.