Aquel día de junio fue muy especial en la vida de Favio Debitonto, empresario vinculado a la actividad logística y del comercio exterior. Es que viajó junto a su esposa a Roma y no pensó que pudiera vivir una experiencia reveladora nada menos que con el papa Francisco.
En su vida particular participa permanentemente de acciones sociales que lidera y promueve.
Es un gran hincha de Peñarol y apoya simbólicamente al Sentimiento 1891, pero no quiere mezclar las cosas ya que es un ferviente católico y la verdadera trascendencia fue el hecho de vivir esa inolvidable vivencia.
“Lo importante para mí fue lo cristiano, lo que viví con el encuentro con el papa. Lo de Peñarol es anecdótico”, indicó Debitonto a El Observador.
Favio agregó que intentó esta audiencia con el papa “para redescubrir mi fe y por lo que él significa en el mundo”.
Favio se movió mucho en Roma para poder estar lo más cerca posible de Francisco. En ese contexto, tuvo un encuentro con el embajador uruguayo en esa ciudad, Damiel Ramada. “Realmente es un fenómeno, me dio una mano bárbara”, recuerda.
Ramada hizo de todo para que Favio junto a su esposa pudieran ubicarse en la primera fila de los sectores laterales en los que el Papa brinda la misa llamado “besamanos”.
“Una vez que terminó la celebración y la audiencia, me paré con la bandera de Uruguay sobre mis hombros. Él pasó y me dio la mano y me clavó la mirada. Me apretó la mano y comenzó un diálogo que pensé que iba a durar un segundo y se extendió cerca de cinco minutos. El resto de la gente que lo quería saludar esperaba paciente. Pasó de lo profundo a hablar cosas anecdóticas”, recordó Debitonto.
La matera y la camiseta manya
Favio es nieto de integrantes del primer grupo de socios de Peñarol y obviamente es un gran manya.
Y tuvo la posibilidad no solo de entregarle una matera completa con el escudo del club, sino también de darle una camiseta con el nombre “Francisco” en el dorsal.
“‘¿Un uruguayo sin mate’?”, le preguntó Francisco mientras tocaba la bandera de Uruguay. “No, acá le traje la matera completa para usted”, le contestó Favio y se la dio. “¡Ah!, ahora sí”, replicó el papa.
Y Favio aprovechó para continuar el diálogo: “Y le traje una camiseta del más grande del Uruguay que es Peñarol”, le explicó. “Yo soy también rayado pero tengo una camiseta que no es amarilla y negra y soy hincha del más grande de Argentina (San Lorenzo) que va a salir campeón de la Copa Libertadores”, le contestó el papa. Y dos meses después ¡salió campeón!
Francisco le dijo entre sonrisas que “podríamos organizar un partido juntos entre los dos equipos. ¡Qué lindo sería!”
Luego de que San Lorenzo se coronó campeón de América, Favio pensó que podría ser una buena idea la que tuvo el papa, ya que se trata del primer campeón de la Copa y del último.
“Fue un momento de mucha intimidad que te queda para toda la vida. Francisco nunca dejó de sonreír mientras hablábamos”, admitió.
A su vez, también explicó que “fue algo muy emocionante y conmovedor. Hay algo que te transmite, la mirada, fue algo muy fuerte. Nunca dejó de apretarme la mano”.
“Le dije: ‘Gracias por ayudarme a redescubrir a Dios. Y Francisco me dijo: ‘Gracias a vos por venir. Sigo buscando a Dios igual que vos’”, añadió.
“Tiene una humildad que realmente te conmueve, te impacta”.
Favio volvió a Montevideo luego de una experiencia mágica: “Fue como un sueño bendecido”.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá