Diego Forlán se hizo líder a la fuerza. Inició una compleja relación con la selección pero terminó como referente. Es que, cuando apareció en las selecciones juveniles, lo tildaban como el “hijo de...”
En la Copa América de 2004 los líderes del grupo lo acusaron de no tener entrega y grado de compromiso. Forlán no era de quedarse a jugar al truco, prefería ir a mirar una película a su habitación. Por esas diferencias de personalidad renunció y estuvo un tiempo alejado.
Pero todo cambió a partir de 2010. Se hizo líder en base a juego, carisma y admiración.
Tabárez lo definió alguna vez: “Por su forma de ser Forlán es una persona de perfil bajo y que hace unos años no tenía consciencia de su incidencia sobre compañeros y rivales”, destacó el DT en una conferencia en la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE).
Y agregó datos de la personalidad del 10: “A Diego no se le veía compartir muchas cosas con sus compañeros, no se aislaba, pero tenía una relación si se quiere un poco distante”.
Pero un partido con Venezuela por las eliminatorias marcó un antes y un después: “Recuerdo ese partido en Puerto Ordaz, Forlán se puso el equipo al hombro en el segundo tiempo y pese a que empatamos en dos goles, su aporte fue decisivo”.
Y concluyó: “Fueron sus compañeros, además de sus condiciones, quienes hicieron de Forlán un referente para el plantel”.
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